Primero que todo, debo decir que amo a mi abuela con todo mi corazón, ella es una de las persona más importantes en mi vida. Y fue justamente por esa razón que decidí ayudarle a comprender cómo funcionan las redes sociales.
La idea surgió durante una de las tantas conversaciones luego de la cena, cuando ella nos dijo: “Yo también quiero estar en eso que ustedes están, eso que tanto ven en el teléfono”.
Cuando le pregunté a qué se refería me aclaró entre risas: “Eso, donde pasan hablando, riéndose y viendo retratos. Yo quiero usarlo, aunque varias amigas ya están muertas, es para ver si me distraigo un rato”.
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Mi abuela, Dora Coto, ahora tiene menos miedo a acceder a las redes, a utilizar su Facebook para conectarse con parientes lejanos y viejas amistades. Fuente: Sergio Salazar para LN
Entendí que a sus 87 años ella deseaba ser parte de ese mundo que llamamos “redes sociales”, un mundo que para nosotros es común, pero para ella es un todo universo por descubrir.
A partir de ese momento emprendí una búsqueda de recomendaciones para ayudarle a comprender la responsabilidad que significa tener un perfil en una red social y cómo utilizarla de la mejor manera.
Esta fue mi experiencia, se las comparto por si quieren hacer algo parecido con sus adultos mayores.
Encontrar la fuente de motivación
Lo primero y más importante, es buscar un “algo” llamativo, que los incentive a participar. En nuestro caso fue su disposición a entrar a una red, a enfrentarse a un ambiente desconocido para estar más cerca de nosotros, poder compartir y descubrir lo que hacemos cada día.
Teniendo ese punto claro, el siguiente paso es armarse de paciencia y amor. También es vital abrir la mente y recibir todo lo que en el proceso ellos también podrán enseñarnos. ¡Su experiencia de vida, vale oro!
Puede que no todo sea sencillo y se haga necesario devolverse varias veces para explicar los procedimientos y aclararles conceptos. Incluso, podrían desanimarse por no entender tan rápido, pero es nuestra labor estar a su lado cuando eso suceda para impulsarlos a continuar. Elogie cada logro.
Eso sí, nunca debemos obligarlos, todo esto debe ser un proceso voluntario. Si un día no quieren sentarse a “navegar”, está bien. Si a los cinco minutos se quieren levantar a hacer otra cosa, hay que dejarlos, la idea es que aprendan a su propio ritmo y sobretodo, que lo disfruten.
En la red
Ahora sí, una vez que conseguimos la motivación suficiente, llegará el momento de empezar a navegar.
Según mi experiencia y lo que pregunté a expertos, lo ideal es acompañarlos durante el proceso de creación del perfil. Para ello, seleccione el nombre con el que el adulto mayor se sienta cómodo al igual que la imagen o foto con que se identificará ante el mundo.
En la mayoría de los casos es necesario poseer una cuenta de correo para acceder a una red social. Ayúdelos a crear una y recuerde apuntar las claves de acceso y los correos en algún lugar seguro.
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En nuestro caso, ya algún familiar se había encargado de crearle una cuenta a mi abuela, entonces no fue necesario sentarse con ella a formar los perfiles.
Luego de este paso, el que sigue es mostrarle a la persona cómo funciona el smartphone y el Internet. También hay que instruirle en cómo acceder a la aplicación de Facebook desde su celular. El aprendizaje incluye explicarles dónde hacer clic y cómo volver a las páginas anteriores en caso de que toque algo por equivocación.
Un técnica que me funcionó fue utilizar mi teléfono y mi perfil al mismo tiempo que ella usaba el suyo.
De igual manera, fue clave mostrarle que, en caso que de estuviera perdida y no supiera qué hacer, con el botón central (botón de home), volvería a la pantalla principal de su teléfono.
El apoyarse en tutoriales (videos) puede ser muy útil.
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Una excelente alternativa es buscar un celular que se ajuste a las necesidades de los adultos mayores, para que les resulte más sencillo utilizarlo. Foto Jeffrey Zamora (Jeffrey_Zamora_R)
Seguridad ante todo
Algo que no podemos dejar de lado es que los adultos mayores comprendan bien las reglas de seguridad y de privacidad de las redes sociales.
Deben entender que no pueden compartir información personal y privada, como números de cuenta o direcciones de habitación y que no todas las invitaciones que van a recibir son de personas conocidas o que quieren ser sociales. Es fundamental que se manejen con precaución y que no acepten a “todo el mundo” en sus redes.
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Una vez que “las reglas del juego” están establecidas, hay que comenzar a detallar paso a paso cada una de las herramientas que ofrece la red social.
Debemos aclararles muy bien la diferencia entre un comentario y un mensaje, que sepan que los comentarios son públicos y los puede ver cualquier persona, mientras que los mensajes son privados y son vistos solo por quienes mantienen la conversación.
También hay que mostrarles en qué consiste una notificación, cómo revisarla y qué se puede hacer con ella.
Durante el proceso, de igual manera, deben aprender a compartir un estado, una foto o un video, cómo realizar un comentario, buscar a sus amigos, familiares o conocidos para agregarlos y ponerse en contacto con ellos. Si lo desean, luego pueden mostrarles cómo funcionan otras redes y tecnologías como Twitter, Instagram o Skype.
Recuerde lo que dijimos al principio, aunque muchos aprenderán muy rápido, a otros les tomará más días, semanas o meses. Sin embargo, la recompensa será grande.
Mi abuela aún no es experta en usar su cuenta de Facebook, es más, constantemente se confunde y en ocasiones se desespera, pero es un hecho que ha logrado perderle el miedo a ese mundo digital, tan diferente al que ella estaba acostumbrada. Además, el tiempo que hemos compartido, no lo cambio por nada.