La vida es corta, sí. Pero puede resultar demasiado larga si se tiene que cargar con una peyorativa etiqueta que dice “adúltero”, si lo sabe el mundo entero y si sus más íntimas fantasías sexuales salieron a la luz producto de uno de los mayores ataques de hackers que registra la historia.
Este es el infierno que viven hoy los casi 39 millones de cibernautas que alguna vez se atrevieron a registrarse en Ashley Madison, el sitio más popular para contactarse con otras personas dispuestas a tener aventuras extramaritales bajo una presunción de absoluta confidencialidad.
Sin embargo, el mes pasado, un grupo que se hizo llamar ImpactTeam se encargó de demostrar que entre redes y computadoras no hay nada oculto.
El equipo de hackers amenazó a los administradores de Ashley Madison con revelar los datos de todos sus usuarios si el portal no era cerrado. La razones fueron dos: la primera, con un tinte moral, establecía que “los infieles no merecen discreción”. La segunda justificación acusaba a la empresa canadiense Avid Life Media (dueña de Ashley Madison) de ofrecer la posibilidad a los clientes de eliminar sus datos a cambio de $20. Sin embargo, aseguran los piratas, toda la información permanecía almacenada en los servidores de la compañía.
El 18 de agosto, ImpactTeam hizo cumplir su palabra y publicó nombres completos, direcciones, números de tarjetas de crédito, correos electrónicos características físicas, fotografías, preferencias sexuales y hasta conversaciones de los 39 millones de usuarios del sitio. Todos los datos fueron expuestos en lo que se conoce como “Internet profundo”, es decir, una parte de la Web que no puede ser accesada a través de Google o de otros buscadores tradicionales.
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El portavoz de la policía canadiense, Bryce Evans, señaló que el caso Ashley Madison constituye “una de las mayores filtraciones de datos del mundo y es un caso único, ya que pone al descubierto a decenas de millones de personas”.
“Nos afecta a todos. Hablamos de familias, niños, esposas, compañeros”, dijo Evans.
En Australia, por ejemplo, una mujer se enteró a través de una transmisión radiofónica en directo de que el nombre de su esposo figuraba entre los usuarios del portal.
La filtración de los datos hizo que se les estremecieran hasta las entrañas a quienes alguna vez usaron el servicio con el fin de concretar citas para relaciones sexuales clandestinas. Tal es el caso de un financista de 44 años a quien la revista colombiana Semana identificó solo como Esteban. “Mi pelo se paró, mi boca se secó, empecé a temblar y mi mente se puso a mil”, relató.
Cansado del abandono en el que cayó su matrimonio tras el nacimiento del primero de sus tres hijos, Esteban encontró en Ashley Madison un método para tener romances clandestinos que le parecía bastante más seguro y discreto que flirtear en un bar de su ciudad, donde siempre podía haber alguna persona conocida.
A través del sitio web que se promocionaba con el lema: “La vida es muy corta. Tené una aventura”, conoció a más de 10 mujeres con las que tuvo relaciones casuales.
La noche en la que se enteró del hackeo de Ashley Madison, Esteban cerró su cuenta y borró el correo electrónico con el que se había registrado, así como la carpeta de su computadora que se llamaba Acciones de la Bolsa , pero que en realidad contenía fotografías y mensajes comprometedores.
Pese a sus esfuerzos por eliminar las huellas de su infidelidad, su nombre quedará en la lista revelada por ImpactTeam, junto con el de otras figuras reconocidas, como el protagonista del reality show 19 Kids and Counting Josh Duggar, quien además figura como activista por los valores de la familia tradicional.
Según los registros de Ashley Madison, Duggar gastó cerca de $1.000 desde febrero del 2013 para contactar mujeres a través del sitio web. Aunque el servicio era gratuito, el envío de mensajes o de regalos virtuales sí eran cobrados.
“He sido el mayor hipócrita de la historia”, confesó Duggar tras la difusión de su secreto en la Web, apenas unos meses después de haber superado el escándalo suscitado cuando reveló que había violado a cinco niñas durante su adolescencia, entre ellas, cuatro de sus hermanas.
¿Quiénes son?
“Es un saco de gente mezclada”, dijo a la agencia de noticias AFP la directora de medios de Status Lab, Courtney Fitzpatrick, quien hasta ahora ha sido contactada por 50 clientes afectados por la filtración de los datos de Ashley Madison.
“Algunos están reclamando el robo de identidad; otros reconocen las infidelidades pero lamentan mucho lo que hicieron”, explica Fitzpatrick. “Y hay quienes son infieles descarados y temen ser descubiertos por sus esposas”. Según la publicación de Semana , la mayoría de los usuarios de Ashley Madison son hombres y viven en Canadá, Estados Unidos y Gran Bretaña.
Las finanzas son el sector que agrupa a la mayor parte de los caballeros en el sitio, mientras que la mayoría de las mujeres registradas se dedicaban a la educación.
Aunque una gran proporción de los suscriptores del servicio son personas casadas, lo cierto es que no todos lo están. En Canadá, por ejemplo, un viudo discapacitado interpuso una demanda contra Avid Media Life tras la filtración de sus datos. El hombre asegura que se registró en la plataforma “en busca de compañía”, luego de que un cáncer de mama le arrebatara a la mujer que había sido su esposa durante 30 años.
Ashley Madison también reunía a homosexuales de países en los que ser abiertamente gay es un delito. En días pasados, en uno de los foros del sitio Reddit, un saudí manifestaba su temor a ser lapidado si sus coterráneos se enteran de que era usuario de Down Low, una sección de Ashley Madison para “hombres casados buscando a otros hombres para contacto casual, sin ataduras”. A fin de salvaguardar su vida, según dice, pidió asilo al gobierno de Estados Unidos.
Entre los datos liberados, se refleja que había al menos 1.200 cuentas con el sufijo de Arabia Saudí (.sa).
Además, de acuerdo con CNN, unos 15.000 perfiles fueron creados con correos electrónicos del gobierno y militares de Estados Unidos (.gov y .mil), por lo que sus dueños ahora se exponen al cese de sus cargos, la eliminación de su derecho a recibir pensión militar y a penas de hasta un año de cárcel, pues el adulterio constituye una falta grave al Código de Uniforme de Conducta Militar en ese país.
“Está de más decir que este vertedero de información personal sensible y financiera está destinada a tener efectos catastróficos en la vida de los usuarios del portal en Internet ” , advierte una demanda presentada el viernes de la semana pasada por un hombre anónimo de Los Ángeles.
Las consecuencias de las acciones emprendidas por ImpactTeam podrían haber llegado a tal punto que la Policía canadiense ya investiga dos casos de suicidios que aparentan estar relacionados con la filtración de los datos de Ashley Madison.
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Otros, como Michael –un hombre identificado así por la agencia AFP para proteger su privacidad– tendrá que vivir con temor de las repercusiones de alguna vez haber participado en la plataforma para infieles.
Pese a que asegura haberla utilizado solo durante tres meses y nunca haber llegado a concretar un encuentro cara a cara, su nombre permaneció entre las bases de datos de clientes de Ashley Madison y hoy está expuesto a la luz pública.
“Mi temor es que esto cause estragos en todas las áreas de mi vida. Tengo un buen trabajo, pero muchos de quienes trabajan conmigo son religiosos. Podrían despedirme” , explicó. “Lo que hice estuvo mal y lo lamento profundamente, pero perder mi trabajo y arriesgarnos a que mi hijo viva en la pobreza no es un castigo apropiado”.
Para Michael, para Esteban, para Josh Duggar y para el resto de los 39 millones de usuarios de Ashley Madison, la vida ahora podría parecer muy larga e, irónicamente, desventurada.