La más reciente encuesta de la Asociación Nacional de Dependencia a la Tecnología de Italia arrojó que en ese país el 50% de los jóvenes de entre 15 y 20 años revisa su celular 75 veces al día. Seis de cada 10 italianos miran la pantalla de un teléfono o tableta mientras están en la cama, una cifra que se eleva al 81% si solo se considera a las personas de 18 a 34 años.
Con el fin de combatir el uso excesivo de estos dispositivos electrónicos, el Movimiento 5 Estrellas (M5S) presentó en la Cámara de Diputados un proyecto de ley que apunta a este objetivo. Entre sus propuestas está la introducción de cursos que permitan a los papás de adolescentes detectar riesgos.
“Muchos se mantienen conectados hasta altas horas de la noche para chatear y publicar fotos o estados de ánimo. Esta activa vida social nocturna hace que en el día se sientan cansados y débiles, sin que puedan vivir la vida de jóvenes que les corresponde”, explicó el M5S.
“La nomofobia, el miedo irracional de no estar conectado, está asociada a sentimientos de angustia o ansiedad ante la ausencia del celular o de su uso. Por esta razón, las personas no logran desarrollar sus acciones cotidianas si no poseen una pantalla. Por ejemplo, no pueden estudiar sin tener el celular”, comenta Patricio Abarca, director de la Escuela de Educación de la Universidad Mayor. “El celular pasa a condicionar su vida social, lo que se traduce en que prefieren tener vínculos por redes sociales por sobre la conversación directa”.
Aunque no se han entregado detalles de cómo o cuándo se desarrollarían los cursos para apoderados, el proyecto de ley pide que tanto los ministerios de Educación como de Salud estén involucrados en su elaboración. Se estima que podrían desarrollarse en escuelas o en centros comunitarios, otra propuesta es promover las campañas de concientización.
“La adicción al teléfono inteligente es muy similar a otras dependencias porque causa interferencia en la producción de (la molécula asociada al placer) dopamina”, se explica en el proyecto de ley, que también busca que los papás sepan ser modelos de conducta. “Niños y adolescentes observan las conductas de su entorno. Si ven a sus padres o familiares cercanos empleando el celular de manera dependiente, ¿con qué autoridad podrían prohibírselo?”, plantea Patricio Abarca.