La lista de pacientes que salían de los hospitales para que sus familiares fueran a recogerlos, la cita que le anunciaba fulana a sutano,“a la misma hora, en el lugar de siempre”, la tómbola que organizaba el cura local y hasta el inventario de muertos del pueblo.
No habríamos imaginado que, antes de las redes sociales y las aplicaciones como Whatsapp, hubiera otro medio que, por asomo, sentara un precedente para esa necesidad de “mensajearnos”.
Pues no solo lo hubo sino que aún se rehúsa a ser silenciado. Se trata de su majestad, la radio.
En sus años mozos, allá por los 60’s, aquel aparato, fuente de la eterna información, no solo fungía como mensajero comunal sino que congregaba a familias enteras a su alrededor.
Su infinito dial daba, en un solo espacio, para todo: servicios sociales, noticias, música, programas deportivos, producciones especiales, complacencias…
Fiel a su linaje de formador de opinión, como buen medio de comunicación, fue determinante en la vida política mundial y nacional.
En nuestro país, uno de los episodios que marcaría un hito en la historia de la radio lo protagonizó el memorable José Figueres Ferrer.
Corría 1942 –cuatro años antes del nacimiento de La Nación – cuando don Pepe se adjudicó un discurso que le costó el exilio. Seis años más tarde volvería para convertirse en el caudillo que no perece en la memoria histórica costarricense.
La Nación en el dial
Desde su apertura, en 1946, este diario ha intentado plasmar en el papel la forma en que la radio le ha hablado al oído al país.
Uno de los hechos más representativos ocurrió en 1947, recién fundado el periódico.
Ese año surgió El Diario del Aire , un programa que se transmitía por Radio Monumental, de 12 m. d. a 12:30 p.m. a manera de resumen de las noticias de La Nación.
Años más tarde, las páginas de este medio se abrieron para comunicar hechos trascendentales vía radiofónica.
Una de ellas, en 1976, fue la partida de Amando Céspedes Marín, costarricense pionero de la radiodifusión en América Latina.
Dos años después, el rotativo documentó la inauguración de Radio Nacional de Costa Rica y la Televisión Educativa y Cultural (TVEC).
“Lo que se pretende no es competir con otros medios noticiosos, sino darle al público una nueva posibilidad de información, con aspectos diferentes de los tradicionales”, reza la publicación del 18 de agosto de 1978.
Siete décadas han pasado y, aunque cautivo de la revolución tecnológica, La Nación sigue sumando líneas a este relato de tinta y ondas sonoras.