Aunque sobre el escenario se ve muy segura de si misma y habla con propiedad cuando le toca estar frente a cámaras, la realidad es que para poder llegar hasta ahí la presentadora Johanna Solano tuvo que pasar por “varios procesos”.
La exreina de belleza confiesa que entre sus sueños nunca estuvo el ser conductora de televisión, pues “iba muy en contra de mi personalidad”. Dice que no es precisamente la persona más extrovertida del mundo “aunque la gente piense lo contrario”.
“Yo terminé en todo esto casi que por casualidad, fue sorpresa incluso para los miembros de mi familia. Siempre fui una niña muy ensimismada, muy encerrada en el cuarto. Nunca tuve muchos amigos, nunca fui muy sociable. No soy la típica presentadora que es el alma de la fiesta y que habla con todo el mundo. Siempre he sido muy tímida, muy aparte, pero bueno, al final terminé en esto por obra del destino”, revela.
Johanna, de 33 años, afirma que cuando era una niña siempre tuvo claro que su deseo era convertirse en matemática, veterinaria o escritora “pero nunca me imaginé hablándole al público en un programa en vivo durante tres horas. Es que jamás”.
La presentadora, quien fue Miss Costa Rica 2011, asegura que fue precisamente su etapa en la que estuvo en los certámenes de belleza la que le ayudó a sentirse más cómoda, aprender a tratar al público y a desenvolverse mejor.
Ella está repitiendo como rostro de Nace una estrella en esta sexta temporada, pues desde la anterior edición acompaña a Édgar Silva en la conducción.
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“Me está gustando esta versión de mí, porque me siento mucho más relajada, me siento mucho más yo. Me encanta que la gente conozca a la Johanna que hay detrás de las redes sociales, detrás del mundo del deporte y todo lo que le gusta hacer. Aquí me dan mucha libertad de ser yo y eso me gusta, lo estoy disfrutando y espero que la gente también. Y mientras me siga haciendo feliz, lo voy a seguir haciendo; ojalá que se sigan dando oportunidades”, comenta.
De hecho, esta temporada en particular se ha sentido “sumamente orgullosa”, porque considera que ha crecido y disfruta mucho más estar en el escenario, en comparación con otras ocasiones, donde “me daba un poquito más de nervios, de susto”.
“Yo antes decía: ‘no sé lo que pensara la gente’, porque estaba empezando en este medio, pero bueno, los años no pasan en vano y la verdad me siento con mucha más experiencia. He pasado por un montón de procesos. Antes me daba susto de que llegara el domingo y tenía esa presión encima, pero ahora es completamente diferente, o sea, ya quiero que llegue el domingo. Me encanta cuando ya empieza el programa en vivo”, afirma.
Eso sí, Johanna confiesa que hay una persona a la que le debe parte de esa confianza que ha ido adquiriendo, pues es quien la ha aconsejado y dado tips para sentirse y verse más segura.
Se trata del periodista Édgar Silva, quien siempre ha tenido un consejo para ella.
“Resulta que después de tantos años él se sigue poniendo nervioso; pero me dio un tip muy valioso y fue el de tomar toda esa ansiedad que le da a uno minutos antes de empezar un programa en vivo convertirla en energía. Que lejos de cerrarme y ponerme nerviosa y pensar en todo lo que puede salir mal, ser consciente de eso y transformarlo en energía para el público, para la gente que está viéndonos a través de la televisión; y una vez que se hace el cambio de chip en la cabeza, se siente diferente. Esos primeros segundos te dan confianza y a partir de ahí ya todo va para arriba”.
Hoy Johanna puede decir que ha logrado dejar a un lado esos nervios, lo que le ha permitido vivir “una experiencia chivísima”.
La presentadora disfruta de cantar cada domingo en las galas, como si estuviera en un concierto. Además, considera que tiene muy buena química con Silva y con María Fernanda León, quien debuta en esta temporada como conductora en el programa.
Ahora solo deja que cada programa fluya y ser ella misma, para que el público conozca un poco más a Johanna, la presentadora.