¡Afortunados! Sí, muy afortunados los que vimos a Rubén Blades en lo que podría ser su último concierto en Costa Rica. Aunque él no quisiera que fuera así, el panameño tiene claro que los 75 años de historias y música que carga encima bien podrían motivar su despedida.
Pues bien, nosotros, quienes lo vimos esta noche, tampoco lo quisiéramos, pero la ‘maestra vida’ es así. Mientras tanto, no queda más que vivir el presente, y disfrutar verlo cantar, declamar, narrar, recordar y bailar.
Al maestro había que sacarle el jugo, ponerle atención a cada historia que contó a través no solo de la clave de la salsa, sino también de la música del mundo, el mambo y del swing, porque de todo eso hubo en el espectáculo que presentó Blades en La Sabana, acompañado por una magistral orquesta que lo acuerpó de principio a fin.
Salswing! es el nombre de la gira que trajo a Rubén de nuevo a nuestro país, y que se desprende de un disco ganador del Grammy y del Latin Grammy, una producción en la que resuenan canciones exitosas con nuevos sonidos y fusiones. El show, claro está, le hizo honor a este álbum, pero también a la carrera de más de cinco décadas que tiene el poeta de la salsa.
Por lo tanto, en escenario sonaron piezones de la talla de Plástico, Decisiones o Pablo Pueblo con el son del ritmo afrocubano, pero también hubo espacio para esos nuevos experimentos, incluso para una canción en inglés en la que Blades se puso en la piel de los maravillosos crooners y cantó como susurrando al oído Watch What Happens, haciéndonos recordar a Tony Bennett o a Frank Sinatra. ¡Sublime!
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Con Rubén se baila, sí, y más porque se alió en escena con una orquesta de un altísimo nivel artístico: la Roberto Delgado & Big Band. Pero más allá del movimiento rítmico que provoca en el cuerpo, a Blades hay que escucharlo con atención, y más cuando está tocando música como la que interpretó junto a los ticos de Éditus al recordar los discos Tiempos y Mundo, que grabó junto a ellos.
Y es que, el panameño, usa la música como un vehículo no solo para calentar corazones, sino para llevar mensajes de corte social, para expresar realidades de nuestro pueblo que son problemáticas que nos azotan a diario.
Así fue como cantó Sicarios con Éditus, porque los temas fuertes hay que expresarlos, hay que hablarlos y cantarlos para lograr así una conversación y, ojalá, una solución; según explicó. Lo mismo pasó con Ojos de perro azul, que después de más de 30 años de haber sido escrita, sigue teniendo la misma vigencia, o En esa casa, que habla sobre la violencia doméstica que se sufre en tantos y tantos hogares en el mundo.
“Nosotros no hablamos de eso porque nos da pena. La única manera de acabar con la violencia doméstica es hablar de eso”, dijo.
Cuentos y cantos de Rubén Blades
Qué montón de momentos hermosos y cálidos se vivieron en el concierto de Rubén Blades. Antes de que saliera a escena, la lluvia había amenazado con aguar la fiesta, pero como si las nubes quisieran escucharlo, se quedaron en ‘silencio’ y el agua cedió durante el show.
Más sobre Rubén Blades
Ver a Rubén en vivo es algo más que escuchar a un salsero cantando, es presenciar parte de la historia de la música de Latinoamérica, es disfrutarlo interpretar cuentos reales disfrazados de fantasía con un histrionismo que atrapa. Nada mejor que observar como da intensiones de drama a lo que miles y miles de latinos viven en el mundo, porque sí, la realidad es muchas veces el peor drama de todos.
Pero también, con ese talento musical que la vida le dio, sus canciones sirven para liberar el alma, para gozar bailando y para elevar las pasiones al máximo. Así pasó con Todos vuelven (en la que rindió homenaje al músico costarricense Fidel Gamboa), Mambo Gil (que la orquesta tocó en solitario, mostrando su calidad), o el repaso que hizo por su Hispanía con Arayué, Pedro Navaja y Paula C.
Rubén Blades y su respeto por la música costarricense
Punto y aparte merece el espacio que Rubén Blades compartió con el grupo nacional Éditus, al inicio del espectáculo.
Interpretaron juntos varias piezas de Tiempos y Mundo, tales como Tú y mi ciudad, Hipocresía, Día a Día y Sicarios. Durante todo el show, Rubén no se cansó de alabar el talento de los artistas que estaban con él.
Éditus, formado por Edín Solís (guitarra), Ricardo Ramírez (violín), Carlos Tapado Vargas (percusión), acompañados por Wálter Flores (piano), Marco Navarro (bajo), Ramsés Araya (congas) y Miguel Rojas (percusión menor); demostraron en tarima por qué el panameño les profesa ese respeto.
“Ellos (los integrantes de Éditus) me ayudaron a crear en mí un mejor artista”, dijo Rubén, provocando que el Estadio Nacional explotara en aplausos.
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Otro momento sublime del espectáculo, sin duda, fue la calidad de los arreglos y la ejecución de los temas. Así, Éditus y Blades recordaron a la audiencia el por qué Tiempos y Mundo fueron ganadoras de grandes premios y son consideradas por el panameño como dos de sus mejores obras.
Rubén Blades, tal como lo lamentamos en el inicio de esta crónica, dio en San José un concierto sublime, pero atravesado por dolorosos tintes de despedida. Sin embargo, como en Costa Rica no hay corazones de oropel, la esperanza de un nuevo encuentro quedó latente. Eso lo sabe Rubén, eso lo soñamos nosotros.