A la reina se le rinde pleitesía, se le quiere, se le aplaude y se canta con ella al amor más doloroso, pero también al más puro.
Esta reina tiene una gran voz. Derrocha sensualidad y usa de manera sugerente su trono para pedir que su amante le haga el amor. Esta reina es Su Majestad, Ednita Nazario, una de las más grandes intérpretes de la música romántica de Latinoamérica.
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Como buena monarca, Ednita explota su fortaleza. Domina corazones, mueve a su antojo emociones. No usa corona, pero gobierna con facilidad a sus seguidores. No lleva en su mano un cetro, sino que con un micrófono conquista almas.
Su capa no es de terciopelo, pero carga sobre su espalda una túnica negra brillante que cobija su ropa moderna. Su séquito no es de pajes y damas, más bien está acuerpada por una batería, un bajo, dos guitarras, un teclado y por Alejandro, José, Juan Carlos y Leo: una potentísima sección de vientos ticos que emanan adrenalina pura.
A su lado no hay príncipes y princesas; junto a ella gozan seis impresionantes bailarines.
Así fue el reino que Ednita Nazario presentó la noche de este domingo en Parque Viva, gracias a un concierto que se tornó en un esperado reencuentro entre la boricua y el público tico después de varios años de no verse ni escucharse.
La reina
Ednita pisó Parque Viva gracias a la gira internacional titulada La reina, que la ha llevado a cantar en varios países de la región. Para ella, volver a nuestro país significó una gran alegría.
Después de una primera parte del concierto en el que Su Majestad y su corte fueron pura intensidad, con números más de rock y pop que de balada, Ednita se sentó en su trono para tomar un respiro, pero también para expresar con lágrimas en los ojos lo feliz qué está por haber vuelto a suelo tico.
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“El tiempo de Dios es perfecto” dijo la intérprete antes de bajarle la energía eléctrica al espectáculo y disponerse a cantar lo que tan bien sabe hacer: música romántica.
Adiós, fue la manera perfecta de hacer lucir su voz. Su reinado no es por herencia de sangre ni por derecho divino, sino por puro amor, talento, carisma y fuerza.
“Yo los extrañé mucho”, dijo después de tomar un gran sorbo de agua como si bebiera vino de un cáliz. De inmediato llego uno de los momentos cumbre de la velada musical con No te mentía y vaya que entre el público se notó más de un despechado; muchos brazos señalaban al cielo como recriminando algún dolor.
El trono desapareció del escenario para darle más espacio a Ednita y su corte para bailar y disfrutar a sus anchas de la tarima. Así, entre baile y éxtasis llegaron temas como Te sigo esperando, La más loca, la más bella y Un corazón hecho pedazos.
Ednita dedicó momentos íntimos a sus seguidores, a quienes les debe su título nobiliario musical. Fue divertida, cariñosa y cercana. Les demostró que el amor es recíproco y que la admiración también.
Volvió la movilidad al show gracias a una presentación estilo medley de A que no te vas, Después de ti y Alma de Gitana. Ednita, a sus 68 años, se mantiene fresca y fuerte, no paró de moverse ni un momento durante todo el espectáculo.
Cuando llegó el turno del despecho y la resiliencia femenina, características que ha llevado como una bandera la boricua, sonaron Más mala que tú, Vengada y Para el peor amante. ¡Sin agraviar a nadie, pero a más de uno le quedó el guante!
Costa Rica, un gran amor
Ednita volvió a tomar la palabra para contarles a los ticos que su relación con Costa Rica va más allá de la artística. Confesó que su hermano mayor está casado con una tica, hija de una familia que hace muchos años se mudó a vivir frente a la casa de los Nazario, en Ponce, Puerto Rico.
“Aprendí a amar esta tierra porque esa familia vivía frente a mi casa. Cuando yo era una niña, esta familia maravillosa de costarricenses les gustaba cómo cantaba yo. Cada vez que tenían visitas me mandaban a buscar para que fuera a cantar a su casa. Sin darnos cuenta, ese fue el regalo más grande que me pudieron dar”, contó la artista.
Luego de la anécdota, el recorrido musical siguió con varias de las piezas más icónicas de su repertorio: Lo que son las cosas, El dolor de tu presencia, A que no le cuentas, Si no me amas y Aprenderé, tal vez la canción más coreada de la noche.
Después de un gran espectáculo, cargado de lágrimas, gritos, aplausos y mucho amor, Ednita Nazario se despidió de los ticos como solo ella lo sabe hacer: como las grandes.