¿Qué ha sucedido en la vida de los ticos durante los últimos cinco años? Tal vez la respuesta más común sería que todos vivimos una pandemia que nos cambió. El comediante, actor, director y guionista de cine costarricense Hernán Jiménez también vivió esta pandemia.
En ese periodo, Hernán experimentó muchas transformaciones, tanto en lo profesional como en lo personal. Uno de los cambios más significativos es el haber adoptado a Mía, una perrita que, según el propio artista, es ahora la dueña de sus días.
De todo eso y más es que hablará -y se reirá- en el show de stand-up comedy Gato por liebre, que presentará en Costa Rica en el CIC ANDE, en Belén y en el Teatro Escenario, en Escazú.
Hernán vive en Los Ángeles, California, donde trabaja constantemente en cine. Justamente por ser ya parte de la industria hollywoodense, en los últimos meses el tico se enfrentó a la huelga de los sindicatos de guionistas y actores estadounidenses, la cual paralizó no solo la maquinaria del cine y la televisión de aquel país, sino que, de rebote, afectó el trabajo de Jiménez.
Así, en medio de aquellos meses de poca actividad, surgió la idea de crear su nuevo espectáculo de comedia, el cual llega a nuestro país cinco años después de su famoso show Se despichó Tere.
Desde la última vez que se enfrentó a los ticos desde un escenario, el artista, de 43 años, ha sumado destacadas producciones cinematográficas a su currículum. Dirigió la película Love Hard, una comedia romántica de temática navideña que se estrenó con gran éxito en Netflix. Además, recientemente figuró como coescritor del guion del filme A Million Miles Away, de Amazon Prime, que narra la historia del mexicano José Hernández, el primer trabajador agrícola migrante en convertirse en astronauta y viajar al espacio.
“Tanto el público como yo hemos vivido cinco años muy particulares, no solo debido a la pandemia, sino que la pandemia dio pie a muchas cosas que nos han pasado a nivel personal, emocional, laboral. El país ha cambiado, por eso creo que en muchos sentidos, este es un reencuentro que se siente lleno de significado. La parte más positiva está depositada por completo en la alegría que significa volver a hacer stand-up comedy”, comentó Jiménez, en una entrevista con La Nación.
Según el comediante, su nuevo espectáculo está lleno de ligerezas y risas, con el propósito de compartir con el público que “amablemente ha sido solidario con él”.
Gato por liebre y las ironías de Hernán Jiménez
Hernán Jiménez habló días atrás en una entrevista virtual con La Nación acerca de Gato por liebre, su vida en el cine y su nueva compañera, Mía.
-Hacía mucha falta que volviera con un show de stand-up comedy, y eso se ha visto reflejado en la buena venta de las entradas... ¿Cómo se siente al respecto?
-Ha sido una locura. No sé si es como una deformación o inseguridad o a qué responde, pero creo que siempre que voy a iniciar un proyecto nuevo, pues yo parto no de que le va a ir mal, sino que podría ser el principio del fin o que no llegue nadie. Pienso que jamás va a superar el show pasado, es lo que siempre digo y luego pasa que me sorprende.
La exposición y someterme a un escrutinio tan fuerte y de tantas personas noche tras noche, aun cuando tenés el show dominado, armado y probado, sí es muy fuerte
— Hernán Jiménez, comediante.
-Me parece admirable que tenga esa capacidad de sorpresa. ¿Cuán importante es mantenerla para un artista con su trayectoria?
-Es inevitable, yo no espero nunca acostumbrarme. Pienso que va en contra de nuestra naturaleza, porque no es normal que haya decenas de miles de personas queriendo entrar a un recinto para ver tu obra, eso no es normal bajo ningún parámetro. Incluso me atrevería a decir que trato de no hacer tanto stand-up comedy para no llegar acostumbrarme a eso, me gusta que haya un factor de sorpresa.
“Pero a mí me resulta totalmente incomprensible, y no es falsa molestia, que mi trabajo, que lo hago con mucho esfuerzo, respeto y disciplina y que me cuesta cada día más, sea así de apreciado. Sin embargo, esa relación que a través del tiempo he logrado desarrollar con el público costarricense, es algo que no me explico, pero que tampoco invierto demasiado tiempo en tratar de entenderla, sino que a lo que me entrego es a tratar de retribuirla con las únicas herramientas que tengo, mi trabajo”.
-¿Se siente dichoso de poder disfrutarlo?
-Disfrutar es una palabra muy fuerte. Es decir, no es que no lo disfrute, pero no creás que al final del día digo qué bien va a estar esto, porque mi compañía más leal son mis angustias, mis inseguridades, mis rollos y mis enredos; pero de todo eso también se nutre mi trabajo.
“No es que no logre echarme para atrás con un whiskito a disfrutarlo, pero lo que sí trato de hacer diariamente, y esto es más como un ejercicio de salud mental, es mantener ese agradecimiento de saber que eso lo desearían tener muchísimos artistas. Me considero profundamente afortunado de tener un grupo tan grande de personas que estén dispuestas a compartir mis inquietudes y a escucharme un rato”.
Detalles de las entradas
Hernán Jiménez presentará varias funciones del show ‘Gato por liebre’ en el CIC ANDE, en Belén, y también en el Teatro Escenario, en Escazú.
Las entradas están a la venta en el sitio www.eticket.cr.
Los precios y localidades para el CIC ANDE son: ¢26.900 (segundo piso lateral), ¢35.200 (segundo piso central), ¢42.000 (primer piso lateral), ¢47.500 (primer piso central) y ¢54.000 (VIP). Aquí los shows serán exclusivos para mayores de 18 años.
Para el Teatro Escenario los boletos valen ¢47.100 (luneta). En este lugar se permite la entrada para mayores de 15 años.
-¿Cómo va el proceso, ya tiene preparado el show?
-Yo diría que el esqueleto y la esencia del espectáculo ya están. Eso fue lo que me hizo dar el paso para finalmente acceder a trabajar con One, que me ayuda a producir el show y a hacer el alboroto y la alharaca que hemos armado con el espectáculo. Sin embargo, todavía faltan varios meses para que inicie la corrida y he aprovechado este tiempo que he tenido para seguir trabajando, seguir puliéndolo y dándole cada vez más forma.
“Yo trabajo el stand-up comedy de una forma muy distinta a como normalmente la mayoría de los comediantes trabajan su material y es que tanto por cuestiones de tiempo como de logística, no es que vaya de bar en bar probando material para ir armándolo. Es un verdadero salto al vacío, un acto de fe tratarlo quizá como una obra de teatro en el sentido de que en el espectáculo está escrito hasta la última coma, precisamente para que cuando lo empiece a hacer, haya todo el espacio posible para la improvisación y la interacción con el público”.
-¿A qué hora encuentra tiempo para todo si tiene tanto trabajo?
-¿No te enteraste de que aquí nos fuimos a huelga? ¿Dónde se ha visto que un latinoamericano se venga a Estados Unidos y de repente entra en huelga? Es una ironía de las más grandes. Ha sido una de las bolas curvas de mi carrera más inesperadas.
“No te voy a mentir, he estado con muchos proyectos y trabajos que por lo general consumen mucho de mi tiempo y mi atención y de pronto me vi en huelga, completamente desocupado durante varios meses. Al principio pensé que iban a ser 15 días y cuando me di cuenta eran tres meses, entonces supe que era el momento indicado para volver a entrar de cabeza y clavarme en un show de stand-up comedy”.
-Actor, director, guionista... ¿Todo eso suma a que se le considere el artista de stand-up comedy más relevante de Costa Rica?
-Eso es muy subjetivo y no lo digo con falsa modestia, lo digo porque yo me puedo ver en el lado opuesto de esa ecuación con la gente a la que no le gusta mi comedia y tiende a pensarla y a sentirla de manera muy visceral. En general me da mucha risa por la pasión con la que a veces se defiende esa posición. Creo que lo que denota es lo que en el fondo todos sabemos: que una de las formas más hermosas de entender la risa es que es un reflejo, no la podemos evitar como cuando lloramos o estornudamos, por ende, eso la convierte en algo que es profundamente subjetivo; por eso valoro que haya tantísima gente que sí aprecia mi comedia.
“Con respecto a lo otro, antes yo decía que ya había dejado de ser actor, que me preparé, pero no lo puse en práctica, y conforme pasa el tiempo me doy cuenta de que eso es un argumento absurdo, porque para mí un show constituye una obra de teatro de hora y media y eso es lo que le ofrezco al público. Ojalá que a través de mis habilidades actorales la gente sienta que no está viendo a un actor, sino a mí”.
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Hernán Jiménez y la exposición de la comedia
La risa es una cuestión seria, y esta máxima rige la vida de Hernán Jiménez como comediante. Él aborda su faceta con responsabilidad, pero también reconoce que ese compromiso a veces le genera preocupación y estrés.
-Hay algo curioso con los comediantes y es que en el stand-up se exponen situaciones personales para hacer reír a los demás. ¿Cómo maneja ese sentimiento, incluso el temor de si el público se ríe o no?
-Es casi como una caricatura de la peor pesadilla que pueda tener un payaso: montarse a un escenario a contar un chiste y que la gente no se ría. En primera instancia creo que la experiencia, como cualquier cosa en la vida, no es en vano. Por un lado, es muy bonito que a través del tiempo haya ido acumulando técnica y confianza, que sabés lo que funciona y lo que no, cuándo y por qué. Eso no significa que sea un experto, la idea es seguir experimentando.
“Por un lado, me siento más cómodo y se me dificulta menos manejar la incertidumbre, pero, por otro lado, lo que dices de la exposición y someterme a un escrutinio tan fuerte y de tantas personas noche tras noche, aun cuando tenés el show dominado, armado y probado, sí es muy fuerte. Es una experiencia emocional para mí, pero conforme han ido pasando los años y he ido haciendo más y más espectáculos, he aprendido”.
-¿Cómo maneja la preocupación y el estrés que le puede generar un show como este?
-¡Si vieras mi rutina y mi vida cotidiana alrededor de esos shows! Habrá comediantes que son como estrellas de rock y después de un espectáculo dan batazos en el cuarto del hotel y llegan mujeres y quiebran botellas y oyen música hasta las cuatro de la mañana; eso sería mi peor pesadilla. Yo termino un show y me pongo a ver una película, me como una ensalada y trato de dormirme lo más pronto posible para bajar la adrenalina porque es muy fuerte a nivel físico, emocional y espiritual.
“Aunque suene un poco cliché y una hablada muy actoral, creo que estás entregando una parte de vos al público. Hay una convivencia muy especial, pero es una transferencia de energía y como es un monólogo, la inmensa mayoría de esa energía va de mí hacia ellos, a pesar de que ellos me devuelven tanto. Es desgastante, por eso no lo hago tan a menudo, pero en esta ocasión particular asumo el reto con una ilusión muy distinta a las demás porque lo siento como un reencuentro”.
Para mí, el ‘stand-up comedy’ que más me gusta, no solo el que hago, sino el que más me conmueve, es ese que refleja un cuadro excepcionalmente personal de quienes lo hacen.
— Hernán Jiménez, comediante.
-¿Cómo recibe esa retroalimentación en los monólogos, porque cuando hace cine no vive la reacción en el momento? ¿Enfrentarse a la risa o a la no risa, es complicado?
-Es bien complicado porque en el monólogo vivo esa retroalimentación de manera inmediata y directa, no hay salida. Ahí estás y tenés que jugártela con todo lo que estés haciendo bien y todo lo que estés haciendo mal.
“Cuando se estrenó Entonces nosotros en Costa Rica, me iba a los cines, eso era lo más cerca que yo le podía llegar a la experiencia de un escenario en vivo a través de una película, era muy lindo. Me acuerdo de que iba de mall en mall, me metía en las partes de atrás de las salas porque era lindísimo ver a la gente viendo la película, reaccionando. Claro que cuando había chistes y la gente no se reía, me dolía y con la agravante de no poder cambiarlo al día siguiente”.
-¿Cómo no repetirse en el montaje de la historia?
-En mi caso nunca ha sido una preocupación porque conforme he ido avanzando en esta propuesta temática siempre es personal e inevitablemente se nutre de la experiencia que esté viviendo en un periodo particular de mi vida. Nunca antes he tenido 43 años, hubo un momento en que quizá nunca había hecho una película, hubo otra época en que quizá nunca antes había llegado tanta gente a uno de mis espectáculos, nunca antes había tenido una perrita que es dueña de mi vida.
“Para mí, el stand-up comedy que más me gusta, no solo el que hago, sino el que más me conmueve, es ese que refleja un cuadro excepcionalmente personal de quienes lo hacen. En ese sentido, nunca se corre el riesgo de repetirte porque estás hablando de experiencias que son cambiantes como la vida misma”.
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-Todos hemos cambiado...
-Lo otro que es muy chiva es que el público ha envejecido al lado mío. Todos los que fueron al show pasado estarán cinco años más viejos, eso hace que el humor pueda ir ajustándose a esos cambios. Me gusta pensar que hay gente también muy joven: el otro día vi un comentario que me hizo sentir súper roco, aunque todo me hace sentir así; era de una chiquilla que decía que celebró sus 15 años viendo Se despichó Tere y ahora va a celebrar los 20 con este nuevo show.
15 años de cambios desde el primer show de Hernán Jiménez
El primer stand-up comedy que presentó Hernán Jiménez en Costa Rica fue en el bar El Observatorio, en San José, allá por el 2007, cuando debutó con Al derecho y al revés.
A lo largo de los años, el comediante continuó ofreciendo una serie de espectáculos que evolucionaron tanto en contenido como en estilo: Esto es en serio (2012), Vamos por partes (2013), ¡Así quién no! (2015), ¿Quién dijo miedo? (2017) y Se despichó Tere (2019). Cada uno de estos montajes reflejó cambios tanto en el entorno como en la vida personal y profesional de Hernán.
-¿Qué ha cambiado desde el primer show?
-Por lo menos, en el ámbito de mi trabajo, parte es la experiencia de no estar tan tremendamente asustado. También pensar si el público costarricense iba a entender o aceptar el concepto, porque mucha gente me decía que en los primeros shows durante los 10 minutos iniciales se preguntaban a qué hora iba a empezar y quizá no entendían que desde el momento que subí al escenario ya lo había hecho.
“Ha cambiado también que he realizado mucho cine, eso me ha hecho replantearme cuáles son mis inquietudes, dónde quiero enfocar mucha de mi energía. Pasa que tengo muchos años de mantener un vínculo muy cercano con Costa Rica, voy mucho, ahí vive mi familia, pero desde hace ocho años vivo en Los Ángeles y eso fue un gran cambio para mí. Pero sin duda alguna lo que más cambia es que estoy 15 años más viejo y 15 años más contento, creo que estoy bastante mejor, por nada del mundo quiero tener 27 años de nuevo”.
Hernán Jiménez, el cine y los cambios
Al cineasta le hemos conocido varias facetas: la de actor, la de escritor y director. Sin embargo, en los últimos tiempos afrontó nuevos retos en su carrera, como dirigir una película que no escribió y escribir el guion de una historia de la vida real que no dirigió.
Estas experiencias le mostraron a Jiménez un mundo nuevo en su profesión.
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-Acaba de estrenarse en Amazon Prime la película A Million Miles Away, en la que participó por primera vez como escritor de una historia basada en la vida real. ¿Cómo fue esa experiencia?
-Fue muy distinta. En los últimos años me he sometido a esas dinámicas de trabajo. Love Hard no la escribí yo, pero la dirigí y luego coescribí esta película que sabía que no iba a dirigir. Han sido experiencias muy nuevas y distintas; eso ha cambiado la relación con la que me acerco al cine cuando se trata de proyectos que sé que no voy a dirigir.
“En particular, A Million Miles Away fue un experimento. Nunca me habían dado un libro, una historia de la vida real y ahora convertí eso en una película, que suena mucho más fácil de lo que es. Lo disfruté mucho, le tengo particular cariño porque coincidió con el principio de la pandemia. Fue algo que trabajé durante esos primeros meses de encierro, por lo tanto, guardaba muchos recuerdos”.
-¿Cuán difícil es adaptar una historia al cine transmitiendo sentimientos de lo que vivió una persona real?
-Mucho, sobre todo porque querés hacerle justicia en este caso a la vida de José Hernández, que dicho sea de paso, fue muy lindo en el libro porque él habla mucho de Franklin Chang. Dice que para él ha sido fundamental y completamente vital para el desarrollo de su carrera ver que había una figura latina que ya había logrado ser astronauta. Ese fue un dato muy interesante que fue parte de lo que me enganchó de la historia porque no sabía bien cuál era la historia de Franklin Chang y lo que significó para muchos otros latinos.
“Cuando terminé de leer el libro de José, yo me decía que era complicado lograr transmitir las emociones manteniéndote fiel a las cosas que realmente sucedieron. Claro que podés darte todas las licencias que querás, pero bajo un parámetro de limitaciones que no haga que la cosa despegue y se vaya en una dirección en la que ya no estás contando la historia de una persona que es visible, que se puede buscar en Google. Fue un gran reto, pero a la vez uno de los grandes clichés de la creatividad dice que las limitaciones te abren las puertas”.
-Como ticos por lo general sentimos como propios los logros de nuestros coterráneos. ¿Le pasó eso con la historia de Franklin Chang en la vida de José Hernández?
-¡Sí, claro! Yo estaba muy chiquillo cuando Franklin Chang fue al espacio y por supuesto que es como un símbolo nacional, creciste con eso, lo tenemos muy integrado. Fue interesante ver que una figura que estaba por protagonizar una película muy grande de Hollywood escribió en las primeras páginas de su biografía que sin Chang él jamás se hubiera siquiera permitido imaginar que podría llegar a hacer todo lo que hizo. Fue muy significativo; lo vi como una pequeña señal de que la cosa iba por buen camino.
-¿Qué significa para su carrera que gracias a plataformas como Netflix o Amazon su trabajo le llegue a una audiencia mundial?
-Ha sido siempre importante, pero yo procuro no estancarme mucho en ese pensamiento porque creo que te puede volver un poquito loco. Es una locura que te digan que una película fue número uno en Mongolia, yo ni siquiera puedo conceptualizar eso; mientras tanto tal vez estoy haciendo el café de la mañana o le doy de comer a la perra.
“Es un enorme privilegio, lo digo con toda sinceridad. Lo único que queda después de leer la noticia y celebrar con una cerveza, es la vida de todos los días. En mi caso, porque amo mucho mi trabajo, lo que queda es volver a la mañana siguiente a escribir, que sé que me va a costar un montón, que sé que voy a pasar 45 minutos tonteando en el teléfono o que me voy a sentir muy frustrado. El proceso creativo, al menos para mí, es tan difícil y tan complejo que me mantiene pegado a la tierra”.
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