Leche, azúcar, canela, vainilla, hielo y un ingrediente completamente secreto son los componentes de la aclamada Leche dormida: una bebida originaria de Cañas, Guanacaste.
Su sabor es refrescante y dulce, con una textura cremosa de color blanco, que es perfecta para tapar los calores que rodean a la provincia guanacasteca.
Este refresco se ubica en el centro del cantón guanacasteco, en el restaurante El Parque. Es un local difícil de perder, que se ha cementado como la casa de la particular receta que no ha podido ser replicada en más de 70 años.
Al momento que un cliente ordena la Leche dormida, no tiene manera de descubrir el ingrediente secreto, ya que el negocio prepara la receta con antelación y la mantiene lista en el refrigerador, para que cuando se sirva solo le haga falta licuarse con el hielo.
Varias personas han intentado copiar la receta, tanto en Cañas como en otras regiones del país. Por ejemplo, en Tilarán -cantón vecino de Cañas-, hay un restaurante en el que también se ofrece una bebida con el nombre de Leche dormida.
¿Por qué se llama leche dormida?
Existen dos razones por las cuales se llama Leche dormida. La primera es porque todos los ingredientes se unen y la leche se deja reposar por al menos 10 minutos, para que luego “quede dormida”.
La segunda viene de la leyenda que don Rogelio Gutiérrez, el inventor de la bebida, soñó en múltiples ocasiones con una tía abuela, quien le recordaba constantemente la receta y le incentivaba a crear un negocio.
A pesar de que no le prestó atención al inicio, finalmente tomó el impulso y decidió vender el refresco. Coincidentemente, cuando empezó a comerciar el producto, también dejó de soñar con su tía abuela.
Unión familiar
Desde 1946, la familia mantiene una fuerte unión para preservar el negocio y continuar atrayendo a los clientes locales y turistas que pasean por Cañas. Es tanta la fama, que actualmente venden entre 150 y 200 leches dormidas por día.
Según Vinicio Gutiérrez, nieto del inventor, el negocio surgió por una cuestión que pareciera del destino. La historia de su abuelo comienza desde temprana edad, ya que vendía panes y repostería en las calles desde que tenía 8 años.
A partir de los 13 años comenzó a trabajar en un comisariato, ubicado en el mercado municipal de Cañas, que luego se convirtió en el primer lugar en donde se vendió la Leche dormida. Sin embargo, los inicios fueron complicados, porque don Rogelio debía preparar la receta a mano, ya que no existía la electricidad ni mucho menos las licuadoras.
Este mismo comisariato se incendió en la década de los 40. Don Rogelio, sin embargo, topó con suerte, porque que tres meses antes había comprado un quiosco en frente del parque, por un precio de ¢5.300.
A partir de ahí, el negociante continuó vendiendo la Leche dormida y otras bebidas que tomaron popularidad. De paso, le inculcó el cariño por la gastronomía a su única hija, Marina Gutiérrez, y a su nieto Vinicio.
En la actualidad, esta hija tiene 68 años y mantiene uno de los dos restaurantes que vende la leche dormida, ubicado a un costado del Banco Nacional del parque de Cañas, en la antigua residencia de don Rogelio.
El nieto Vinicio también lucha por mantener vivo el legado. Él tiene dos hijos, Sebastián y Esteban -de 21 y 18 años-, quienes también tienen interés en estudiar y potenciar el negocio para que perdure la tradición familiar.
El restaurante
Al ingresar al restaurante El Parque, lo primero que se encuentra es una réplica de don Rogelio, quien falleció en el 2011. Su nieto fue quien la encargó, ya que quiso hacerle un homenaje a quien considera como su papá.
Esta réplica es un reflejo de la personalidad de don Rogelio: sentado afuera del restaurante, con una pierna cruzada y esperando conversar con cualquier persona que se le acercara.
Además, el restaurante tiene docenas de fotografías que cuentan la historia de la familia y el local, que permanece en el mismo lugar en donde empezó el quiosco original.
El Parque no solo ofrece Leche dormida, sino también comidas típicas, casados, postres, desayunos como gallo pinto, carnes y deleites para el café, como enyucados.
Con los años, el restaurante familiar El Parque se ha convertido en un destino imperdible para quienes visitan Cañas. La Leche dormida, por su parte, perdura como un símbolo de la gastronomía guanacasteca.