"¡Destruimos todo, demolimos todo, y reconstruimos todo!" El famoso chef Frédéric Anton, con tres estrellas Michelin, se ha propuesto convertir el restaurante de la Torre Eiffel, Jules Verne, en un sitio gastronómico a la altura del monumento. El chef de 54 años sucede al célebre cocinero Alain Ducasse, tras una mediática guerra de chefs; Ducasse perdió la concesión del lujoso restaurante el año pasado, ahora es el turno de Antón.
Fue en julio de este año que Jules Vernes reabrió las puertas de este excepcional establecimiento, ubicado a 125 metros de altura, totalmente renovado. Eso sí, la renovación no le quita el récord histórico que con los años ha ido acumulando. Por ejemplo, fue allí donde se reunieron los presidentes de Estados Unidos y Francia, Donald Trump y a Emmanuel Macron, junto a sus respectivas esposas, para una cena en 2017.
Para su nuevo chef, la principal preocupación es imponer su estilo en el Jules Verne y obtener estrellas Michelin, como lo hizo con su otro restaurante, el Pré Catelan, galardonado con tres estrellas de la famosa guía gastronómica.
Anton asegura que estará físicamente presente, yendo y viniendo entre sus dos establecimientos, y admite estar "fascinado" de poder admirar todo París desde su nuevo restaurante, al que se accede por un ascensor privado.
"Vengo una o dos veces por día. Tengo ganas de disfrutar al máximo", asegura. "No tengo prisa por tener 50 restaurantes en el mundo", agrega.
Gastronomía de lujo
Entre los platillos que figuran en la nueva carta del Jules Verne figura una sopa con caviar de berenjena ahumada; pato asado con rebozuelos, alcaparras y manzanas; bacalao con ensalada de hinojo y semillas tostadas, cangrejo cubierto con zefir de manzana Granny, coliflor en crema Dubarry con caviar y langostinos en raviolis con trufa.
De postre podría optar por crema de almendras, sorbete y merengues crujientes o crema de vainilla de Madagascar con chocolate caliente, entre otras dulces y deliciosas alternativas.
Para degustar un menú en este restaurante de unos cien cubiertos habrá que desembolsar entre 105 a 230 euros (unos 120 a 260 dólares; es decir, entre 70.000 y 150.000 colones por persona).
El establecimiento está abierto todos los días de la semana y para entrar se requiere una vestimenta "casual chic", es decir que no es obligatorio venir con traje y corbata, pero está prohibido ingresar con bermudas o chanclas. "Quiero que el Jules Verne sea un destino gastronómico y no solo turístico", señala Frédéric Anton.
"Quiero destacar los productos sin desnaturalizarlos. Cuando se coma cangrejo, tendrá sabor a cangrejo", explica el nuevo chef que hizo instalar en la Torre Eiffel una cocina ultra moderna, idéntica a la del Pré Catelan. La única diferencia es que las placas de cocina son eléctricas, ya que el gas está prohibido en la Torre Eiffel.
Un vista imperdible
La decoración, elegante y minimalista, está llena de referencias culturales. En el techo de la entrada se puede ver un cielo en plena tormenta, un guiño a una obra de Basquiat y Warhol que pintaron juntos la obra “Torre Eiffel”. En las paredes colocaron paneles laminados en cruz esculpidos por Ingrid Donat, en homenaje a Gustave Eiffel, e inmensos espejos en los que se refleja París. En la “Alcôve”, un nuevo espacio del restaurante, un dibujo en el techo y los pies de las sillas evocan la caída de los vestidos de Jeanne Lanvin. Una foto tomada por Karl Lagerfeld viste también la pieza. Por su parte, el techo nacarado pintado con pinceles de acuarela necesitó cientos de horas de trabajo. Sin duda, una experiencia para todos los sentidos.
Fotos Marie Line Sina, Richard Haughton y Sthephan Julliard