La famosa Avenida Central de San José es el alargado escenario de un sinfín de personajes de todo tipo. Entre estos, por supuesto, músicos que salen a ganarse el pan. En las últimas semanas, particularmente, una agrupación ha llamado poderosamente la atención de los transeúntes, quienes a menudo se preguntan: “¿Son franceses?” “¿De dónde salieron?” y “¿Cómo llegaron a Costa Rica?”.
Muchas especulaciones rondan alrededor de aquel llamativo grupo, integrado por una cantante y tres instrumentistas; pero la mayoría de estas son erróneas. Se trata de la banda Media Calle, que se formó por casualidad y que, de hecho, ya se desintegró, al menos temporalmente.
La Nación conversó con Nicoletta, la cantante salvadoreña de esta agrupación, quien ha cautivado por su peculiar voz ‘jazzera’ y su gestual y enérgica manera de interpretar. Ella narró su poderosa historia de vida y cómo coincidió con los argentinos que la acompañan en Costa Rica, a donde llegó hace años en búsqueda de oportunidades en la música.
En primera instancia, Nicoletta reveló que sus compañeros son tres argentinos, quienes están de paso en el país: Fernando Faura, trombonista; Gabo Tello, acordeonista; y Alejandro Arbol, bajista. Con ellos coincidió inesperadamente a principios de marzo, cuando al caminar por la Uruca, insolada después de unos trámites, vio el brillo de un trombón, que fue como una aparición divina.
“Me dije: ‘¿que hace un trombón ahí?’. Y de repente veo que son los chicos. Me presenté y les pedí por favor que tocáramos una, y ellos me dijeron que ya había terminado. Insistí y tocamos una, probablemente Fly me to the moon, y luego fueron dos... y bueno, aquí estamos”, comentó Nicoletta.
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A partir de ahí surgió una fuerte sinergia que los llevó a tocar por las calles, hasta llegar a la Avenida Central, donde la gente los recibió con gran admiración. Si usted pasó durante este mes por esta zona, no es raro que se haya topado con los artistas y un cúmulo de gente a su alrededor disfrutando del espectáculo.
“Me siento amada por cada indigente que existe en San José, pues creo que todos nos llegaban a ver y respetaban la música, y bueno, la mayoría eran bastante amables. Además, realmente nos estaba yendo bastante bien (económicamente). Después hicimos un viaje a La Fortuna (San Carlos) y conseguimos un concierto en Nuevo Arenal. Y luego de eso no nos han parado de salir fechas”, declaró la artista.
Sin embargo, este magnético ‘junte’ se verá interrumpido de manera indefinida. Nicoletta reveló que Gabo Tello y Alejandro Arbol se marchan del país este 1.° de abril. Mientras que Fernando Faura, dueño del trombón que dio inicio a esta historia musical, partirá el 4 de abril.
Nicoletta, de vivir en precarios de El Salvador a fascinar en Costa Rica

Pero, no solamente es sorprendente la historia de cómo estos cuatro músicos llegaron a encontrarse en el país, ya que el testimonio de vida de Nicoletta es todavía más impresionante. La vocalista, de 29 años, es originaria de la capital de San Salvador y ya lleva casi cinco años radicada en el país.
Según relató, creció en una familia de bastante solvencia económica, donde el gusto por la buena música siempre estuvo presente.
“Algo que siempre le voy a agradecer a mi papá, sobre todo, es que él tiene un gusto exquisito por la música y toda mi infancia escuché la mejor. Él es un amante del jazz, del flamenco, del blues de todo lo que hoy a mí me encanta. Dejó la semillita y luego yo comencé a tirar para atrás y para atrás, hasta que llegué al jazz de antaño que me gusta: el gipzy jazz, el charleston, los stomp, el swing, el foxtrot; toda la época de oro del jazz”, narró.
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No obstante, a pesar de que el dinero nunca fue un problema en su hogar, su rebeldía y algunas situaciones familiares la hicieron abandonar su casa con tan solo 17 años. En ese entonces, comenzó a estudiar Artes Plásticas en la Universidad Nacional de El Salvador, gracias a una beca.
Paralelamente, incursionó en el arte callejero, inicialmente como estatua viviente, específicamente personificando a la Rosa de El principito. Desde entonces, se ha dedicado toda su vida a este oficio. “Yo siempre creo que mamá calle va a proveer”, dice.

Para esos tiempos, asegura, la capital de su país era uno de los lugares más peligrosos de la región, especialmente para alguien como ella, que apenas era una adolescente entrando en la adultez.
“Yo venía de una familia bastante privilegiada. Pero el hecho de nacer en una cuna de oro, no quita la posibilidad de que puedas rechazarla. Yo decidí dejarla de lado y me tocó vivir en guetos, en lugares que eran totalmente hostiles a la par de donde yo venía; imagínese un personaje vestido de rosa entrando en un gueto, perseguida por los niños, era una cosa surrealista”, explicó Nicoletta.
“Pero, también, eso fue una forma de forjarme un carácter bastante inquebrantable y fuerte. Con todos esos privilegios de mi casa, yo jamás hubiera aprendido todo lo que terminé aprendiendo. No tengo ningún arrepentimiento de haber salido de esa burbujita”, añadió.
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Tiempo después, en la capital salvadoreña, construyeron un parque temático sobre El principito, por lo que pasó de ser una flor en un jardín de inseguridad a convertirse en el personaje principal de aquella plaza. Gracias a su experiencia como estatua, comenzó a mutar a su personaje y a animarse a cantar en público con un espectáculo al que llamó Boleros para flores tristes, con canciones como Dos gardenias y Flor de azalea.
“El estatuismo fue lo que a mí me permitió entender ser presenciada. Me permitió ser vista, me ayudó muchísimo a enfrentarme a las personas y a los públicos, ya que cuando estás en total quietud y silencio, la gente puede verte en una vulnerabilidad muy diferente”, aseguró.

Y así, del mismo modo en que las rosas abren sus capullos, Nicoletta fue mostrando el esplendor de su arte hasta convertirse en una vocalista de jazz; la música que siempre amó. En este punto, y en plena pandemia, decidió ser profeta en otras tierras y buscar oportunidades en Costa Rica, pues consideró que podría encontrar una escena de jazz más amplia.
Aquí en Costa Rica afirma sentirse valorada, sobre todo por haber sido recibida con tanto amor por el público y sus colegas músicos. Además, en una visita reciente que hizo a su país natal, percibió más respeto y admiración de sus compatriotas.
Además, en nuestro país tuvo la oportunidad de presentarse en el concierto de The Skatalites, la agrupación más importante de la historia del Ska, otro de los géneros de su preferencia. A partir de esto, generó un gran vínculo con el baterista Trevor Sparrow Thompson, con quien actualmente está produciendo un disco de remakes del ska clásico.
“Yo solo había grabado una canción en mi vida y fue con una banda de mi país, ahora tengo esta gran oportunidad. Además, estoy en proceso de componer y grabar mi primer disco como solista. Este proceso también me permite hablar de mi viaje, la migración y de todas las cosas a las que me he enfrentado en la vida para hacer más música; porque todo lo que me ha movido siempre ha sido buscar música”, concluyó.