Podrá ser pequeño en comparación a otros y tener obras aún a medio construir, pero el aeropuerto internacional Juan Santamaría dista mucho de verse como la tropical representación que Hollywood suele hacer de la principal terminal aérea de Costa Rica. Por eso, para cualquier tico, ver uno de los más recientes episodios de la popular serie Lioness puede resultar una experiencia extraña.
Este drama es creación de Taylor Sheridan, el mismo detrás de Yellowstone, Tulsa King y otras gustadas series de la plataforma de streaming Paramount Plus. Con dos temporadas ya disponibles, Lioness sigue las historias de un equipo de la CIA especializado en misiones clandestinas de alto riesgo, en las que agentes femeninas se infiltran, de incógnito, dentro de organizaciones terroristas y criminales. Y es en una de esas operaciones que la trama se traslada a San José.
En adelante encontrará spoilers del episodio 7 de la temporada 2, The Devil Has Aces, estrenado hace poco más de un mes, el 1° de diciembre del 2024.
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En ese capítulo, el grupo afronta una crisis, cuando un operativo para infiltrarse dentro de un peligroso cartel mexicano no sale según lo planeado, por lo que en Dallas, Estados Unidos, se da la detención clandestina de Pablo Carrillo (Demián Castro), un estadounidense-mexicano vinculado con esa organización criminal. Es ahí cuando Kyle (Thad Luckinbill), sugiere a su jefa, Kaitlyn Meade (interpretada por Nicole Kidman), que trasladen a Carrillo a una “casa segura” que la CIA tiene en Costa Rica, lo cual ella aprueba.
Más adelante se muestra el vuelo, en un jet privado de la CIA, en el que el narcotraficante es llevado a Costa Rica por dos agentes, Kyle y Tracer (Max Martini). Además, con una imagen aérea real de San José, se indica que los personajes están prontos a aterrizar.
Una vez que el avión toca tierra, al narcotraficante se le baja esposado y con una capucha negra de tela cubriéndole la cabeza. Y de ahí en adelante sigue una nueva entrega de la estética banana republic propia de la Guerra Fría con la que Hollywood acostumbra presentar a Costa Rica, aun en una serie que se desarrolla en el 2024.
El vuelo llega a un aeropuerto con un edificio pequeño, anticuado y de aspecto modesto, rodeado de palmeras. No se indica que sea el Juan Santamaría, pero un rótulo ubicado sobre el inmueble reza “Bienvenido al aeropuerto internacional de San José”. Nada en esa imagen remite al aeropuerto de SJO (ubicado en Alajuela) que todos conocemos y que hoy tiene salones VIP y hasta un Starbucks, signo máximo de la modernidad estadounidense.
En la pista, a los personajes los esperan vehículos Chevrolet Suburban negros de la CIA con placas costarricenses (son alfanuméricas, pero los números aparecen antes de las letras, a la inversa de como son las placas metálicas en nuestro país). También hay carros doble tracción, tipo rural, que al parecer son de autoridades locales. A Carrillo y los agentes que lo escoltan les salen al paso dos policías costarricenses con traje estilo militar, quienes, a la vista de la identificación de la CIA que les muestra Kyle, dejan al grupo pasar, sin hacer control migratorio o preguntas sobre quién es la persona vendada y esposada que, evidentemente, es traída a Costa Rica contra su voluntad.
La caravana de camionetas parte sin contratiempo ni intervención de ningún funcionario costarricense hacia la “casa segura”, la cual más adelante es presentada en algún lugar de San José. Detengámonos un momento y hagamos la imagen mental: una vivienda cualquiera en algún sitio del cantón central josefino (¿Uruca?, ¿Zapote?, ¿Barrio Amón?), donde agentes de la CIA custodian a un traficante internacional de drogas, detenido ilegalmente en otro país.
Sigamos.
El capítulo avanza y vemos el interior de la “casa segura”, que tiene algunos elementos de arquitectura colonial y decorados que remiten a artesanías “latinas”. Ahí, Carrillo es visitado por el personaje de Kidman y por el jefe de ella en la CIA, Byron Westfield (Michael Kelly, el de House of Cards), quienes negocian con el detenido un acuerdo extrajudicial. Y con eso termina la historia en Costa Rica en la serie.
Realidad vs ficción de la CIA en Costa Rica
Las “casas seguras” no son un invento de Taylor Sheridan ni Lioness, pues sabido es que las organizaciones internacionales de inteligencia disponen de viviendas en otros países que les sirven como base de operaciones clandestinas.
En el 2011, se reveló que la CIA había financiado durante 10 años una operación de espionaje contra el narcotráfico en suelo costarricense. Esta fue ejecutada por agentes especializados de la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS) desde “casas de seguridad”, cuyo alquiler fue pagado por la agencia estadounidense.
Así fue confirmado a La Nación por el exministro de Seguridad, Rogelio Ramos, y el exjefe de la DIS, Roberto Solorzano. Este último dijo, además, que durante la discusión del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (TLC), la DIS vigiló la Embajada de Venezuela y a personas relacionadas a la empresa CVG Alunasa (fábrica venezolana de productos de aluminio que estuvo ubicada en Esparza, Puntarenas), como parte de una investigación sobre financiamiento proveniente de ese país.
Costa Rica a ojos de Hollywood
No es algo que nos haga felices, pero los costarricenses ya entendimos que ante los ojos menos cuidadosos de Hollywood, nuestro país es, para todos los efectos, una enorme playa, y que nuestro árbol nacional es la palmera. Muchos turistas, especialmente estadounidenses, que llegan a suelo costarricense, no tienen mayores referencias de cómo luce el Valle Central ni nuestros centros urbanos. Es más: solo a nosotros nos dio risa y/o pena cuando uno de los más grandes cineastas de la historia, Steven Spielberg, mostró en Jurassic Park a un “San José” que, al borde del mar, tenía más pinta de Tivives.
Lo de Lioness se suma a otras representaciones desacertadas de San José y otras ciudades del Gran Área Metropolitana en series y películas estadounidenses. Un caso notable, y que también involucró a un irreconocible aeropuerto Juan Santamaría, se dio en la serie de Netflix Narcos: México, durante las escenas que recrearon la permanencia y captura en Costa Rica del narcotraficante internacional Rafael Caro Quintero.
Narcos: México muestre a Caro dándose la gran vida en su mansión en alguna playa costarricense, y que fue ahí donde lo detuvieron el 4 de abril de 1985. La verdad es que Caro nunca tuvo una casa de playa en el país, pero sí cuatro viviendas: una en San José de la Montaña, otra en Bello Horizonte de Escazú, una tercera en Coronado (hoy sede del Comité Olímpico Nacional), y otra en San Rafael de Alajuela, donde fue aprehendido.
Narcos: México es la segunda serie estadounidense en representar de modo erróneo la ubicación de la casa de Caro Quintero en nuestro país, al ubicarla en la playa y no en el Valle Central. Lo mismo sucedió en Drug Wars: The Camarena Story, una miniserie de la cadena NBC de 1991 que en su momento fue transmitida en nuestro país por Canal 7. Aquella producción –en la que Benicio del Toro interpreta a Caro– también dio a entender, falsamente, que el narcotraficante vivía en una zona costera y que ahí fue detenido.
Algo similar sucedió con otra producción de Netflix, el filme Su último deseo, con Anne Hathaway y Ben Affleck. Esta historia se desarrolla en un San José de la década de 1980 que no se parece en nada a la ciudad capital, pero en el que, por lo menos, uno de los personajes aparece tomando cerveza Imperial. Algo es algo.
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