El cantante mexicano Alejandro Fernández se sintió en una partida de ajedrez cuando decidió tomar, en dos ocasiones, la arriesgada decisión de cambiar el género musical. Tras “saltar” del regional al pop y del pop al regional, el intérprete manifestó que regresó a su nicho porque otros artistas querían ocupar la “silla” que dejó desocupada su padre, Vicente Fernández, cuando se retiró.
“Chente” ya era un cantante consolidado en la música mexicana cuando decidió presentar a su hijo ante el público, cuando “El Potrillo” tenía cinco años. A los 18 comenzó una carrera en el mismo rubro que, rápidamente, despegó hacia el éxito, incluso cuando él acepta que siempre pensó que en lugar de cantante, sería actor, como también lo fue su padre.
“Me gustaba mucho el cine, me gustaba más que la música. De chiquito me veía más como actor o quizá no lo tenía claro, pero siempre decía ‘si me dedicara a algo de este género sería más a la actuación que a la cantada’”, confesó Alejandro durante una entrevista para el programa de YouTube de Yordi Rosado.
En uno de sus primeros discos, de 1995, llamado Que seas muy feliz, el intérprete incluyó la canción Como quien pierde una Estrella, que se convirtió en la canción más popular del momento y un himno para el género, que hasta la fecha sigue siendo aplaudido. Ese éxito, recuerda el también empresario, lo asustó demasiado, pero lo llevó a tomar el camino del pop.
“No fue fácil”, aceptó. “Fue algo impactante, o sea vino en mi segundo disco y yo estaba vendiendo con esa canción igual que mi padre, igual que Julio Iglesias y los artistas grandes de ese tiempo, al mismo nivel y cuando me llegó el éxito con esta canción tan pronto la verdad me sorprendió, me empecé a hacer ideas en la cabeza y no sabía cómo superar esa canción con la música mexicana entonces lo que hice fue el factor sorpresa”, contó.
En aquel entonces apareció en su camino Emilio Estefan, que era el productor musical más importante de la época. “Le decían el Rey Midas”, recordó. Estefan le ofreció producirlo y muy a pesar de su padre Alejandro aceptó porque encontró en esta oportunidad la única salida para seguir brillando a pesar de su rápido despegue.
“Emilio Estefan que estaba en su mejor momento como productor y se me dio la oportunidad de hacer una canción con Gloria (Estefan) para los Juegos Olímpicos, le conté lo que estaba pasando y entendió todo el concepto y desde ahí empezamos a tirar una generación nueva de música, de una evolución de la música regional mexicana”, comentó.
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Algunos de sus éxitos en el género son No sé olvidar, Si tu supieras y Yo nací para amarte, que vinieron en los siguientes dos discos; sin embargo el cantante afirmó que decidió retomar pronto su camino en la música regional por una cuestión de edad.
“Después de ciertos años ya no me veía en el género del pop porque sí creo que tiene un límite de tiempo y yo estaba a punto de cruzarlo, entonces dije: ‘me voy a mi silla’, mi papá ya se había retirado y dije ‘es momento de sentarme’, se estaban subiendo muchos artistas a la silla y creo que fue el momento indicado en llegar, dar un manotazo y poner orden”, indicó.
Con Si he sabido amor en 1999 retomó el regional, que consolidó con Tantita pena en su álbum Orígenes, del 2001. El fin de semana se presentó, como su padre lo hizo en 1984, ante 50.000 personas en la Plaza de Toros México y aunque aseguró que defenderá su lugar, también acepta que nuevos exponentes lleguen.
“Hay público para todo, no quiero acaparar yo todo, entre haya más gente que saque música de regional mexicano le sirve al género”, finalizó.
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