Angie Conejo, exmodelo del programa A todo dar, recuerda con nostalgia su paso por la televisión costarricense, por allá del año 2003. A sus 20 años, sin experiencia en los medios y aún decidiendo su futuro profesional, se encontró de repente en uno de los espacios televisivos más populares de la época.
“Fue una experiencia superlinda, de mucho aprendizaje y madurez. Lo recuerdo con mucho amor porque era el trabajo perfecto para una joven que apenas comenzaba a estudiar e independizarse económicamente. Me pagaban por estar todas las tardes con mis mejores amigas, vacilar, bailar y disfrutar. Lo viví al máximo”, relata Conejo en entrevista con La Nación.
LEA MÁS: Gipzy, Angie y Viviana revelan la ‘torta’ que llevó a ‘A todo dar’ a la ‘decadencia’
Angie llegó a A todo dar casi por casualidad. Trabajaba en eventos cuando Jimmy Tosso, director del programa, la invitó a un casting. “No estaba segura si quería hacerlo, pero me llamaba mucho la atención la experiencia”, recuerda.
El proceso no fue como ella lo esperaba. “Pensé que el casting era solo para mí, pero al llegar vi a muchas chicas esperando su turno. Me tocó hacer fila y esperar mi momento”. A los pocos días, le informaron que había sido seleccionada.

El inicio no fue fácil. Era su primera experiencia en televisión nacional junto a otras jovencitas que ya tenían más roce, pues ella ingresó al ‘show’ un tiempo después de inaugurado el programa.
“Tenía mucho miedo porque nunca había estado en televisión y no tenía experiencia. Pero desde el principio todos me trataron superbien. Jimmy era como un papá bravo que imponía orden y disciplina, pero siempre con cariño”, recordó.
Angie no oculta que la fama trajo cambios radicales en su vida. “Antes del programa podía salir sin problema, pero luego la gente me reconocía en la calle. En su mayoría eran experiencias bonitas, aunque también hubo momentos difíciles. Había que tener madurez para aceptar tanto el cariño como el odio de la gente”.
En esa época, las redes sociales no tenían la relevancia actual, lo que, según Angie, ayudó a filtrar comentarios negativos.
“Gracias a Dios, de verdad, que en ese tiempo no existían las redes sociales, porque creo que eso hubiese sido un impacto emocional muy fuerte. Ahora, en redes sociales, ya no hay filtros para nada. Por dicha en aquel entonces los comentarios negativos se filtraban un poco. Lo más que teníamos era una columna que salía todos los viernes. Esperábamos para leer qué habían puesto de nosotras, pero eso era lo más trágico que nos podía pasar.”, dijo.
LEA MÁS: Angie, ¡a todo dar!
El cierre del programa
El fin de A Todo Dar, en 2005, fue un golpe duro para Angie, pues confiesa que sintió que dejaría de estar con su familia.
“Fue muy triste, a mí sí me dolió mucho que se eliminara el programa, porque estábamos acostumbradas a un estilo de vida con una rutina ya establecida. Sabía que de lunes a viernes tenía que estar en el canal todas las tardes, que los fines de semana a veces había eventos, producciones o actividades en las que también iba a estar con ellas. La verdad era como mi familia, y el choque de saber que la próxima semana ya no tenía que ir al canal fue bastante fuerte para mí. Sobre todo, por el cariño de las chicas”, comentó.
“Ni siquiera creo que fuera por la parte económica, no fue que dijera: ‘Mira, ya no voy a tener mi salario el próximo mes’. No era eso, porque sabía que afuera había más oportunidades y que, más bien, iba a tener más libertad para hacer cosas que antes no podía por el horario. Pero mi dolor era no poder compartir con mis amigas como antes. Sentía que iba a perder a mi familia.”
Aunque no tienen un grupo de WhatsApp, Angie mantiene contacto con algunas de sus excompañeras, especialmente con Kristel, con quien tuvo una relación casi de hermanas. “Trabajábamos y viajábamos juntas. Nos recomendábamos para trabajos y nos apoyábamos en todo”.

Tras el final del programa, Angie disfrutó de alguna manera de su libertad en el trabajo. “Viajamos mucho a Guatemala, Honduras y El Salvador para trabajar en giras y eventos. Nos fue muy bien, incluso mejor porque trabajamos bastante”.
Sin embargo, con el tiempo quiso cambiar de rumbo. “Después del modelaje, monté una agencia de modelos. Trabajaba de lunes a lunes, 12 o 14 horas diarias. Era mi empresa y mi responsabilidad. Me encantaba”.
Después vino la pandemia por la covid-19 y todo dio un giro en su vida. “Me casé, fui mamá por segunda vez y, cuando la pandemia terminó estaba en otra etapa y en otro lugar de mi vida. Cambié. Dije: ‘Mira, ahora voy a tratar de estar más con mis hijos, de dedicarles más tiempo’. Ahora paso casi todo el tiempo con ellos. Tengo una marca de ropa llamada Ancora con una amiga, pero la mayor parte de mi tiempo está con mis chicos y mi esposo”.
Con el paso del tiempo, el reconocimiento en la calle ha disminuido. “Ahora tengo el pelo oscuro, corto y, claro, algunas arrugas y manchas. A veces me preguntan si me conocen de algún lado, pero no recuerdan de dónde. Yo sé que en algún momento me vieron en el programa, pero no están seguros”.
Sobre si busca alejarse de la exposición pública, Angie es clara: “Estoy en otro momento de mi vida, completamente distinto al que viví a los 20 años, pero creo que así es la naturaleza de la vida. Todo son experiencias, y en aquel entonces jamás pensé en casarme o ser mamá. Incluso, fue una decisión que me costó, porque tuve a mi primera hija a los 33 años y a Karim, mi hijo, a los 36. Pero creo que cada etapa llegó en el momento perfecto para mí”, afirmó.
Angie, así como las otras presentadoras del programa, continúan guardadas en la memoria de los costarricenses que disfrutaron, se rieron y bailaron con el histórico programa.
