The Hangover es una película extraña. Diez años después, sería imposible describirla como un filme de culto; tampoco es una comedia perfecta ni mucho menos, pero sus tres personajes principales quedaron pintados como un póster imborrable dentro de la cultura pop.
El galán e irreverente Phil, el pretencioso y estúpido dentista Stuart, así como el inocente y absurdamente bobo Alan se echan encima una película de 100 minutos que no tenía muy claro qué quería ser pero que terminó siendo irresistible.
La historia era sencilla: Doug, amigo de estos tres personajes, está pronto a casarse. Los cuatro amigos realizan la clásica despedida de soltero en Las Vegas y, una noche con drogados sin consentimiento.
La película funciona como un racconto en el cual los protagonistas descubren las estupideces que cometieron drogados la noche anterior. De la misma manera, deben enmendar los deslices que provocaron y descubrir quién los intoxicó.
Con ese doblsse propósito, The Hangover es una comedia y thriller a la vez. También es una suerte de road movie en la cual los personajes van descubriéndose en su retorcido camino de pistas falsas y chistes adolescentes.
He ahí lo fascinante: la cinta no quiere más que ser una historia contada con buen ritmo. Esta premisa suele ser una mala excusa para cineastas deficientes y aunque el director de The Hangover, Todd Phillips, está lejos de ser una mente visionaria, entretiene durante largo rato y en ningún momento deja que uno se aparte de la pantalla al aprovechar a su trío de personajes principales.
Actualmente, resulta divertido repasar las carreras de los tres actores protagónicos. Posiblemente, el gran ganador de The Hangover fue Zach Galifianakis, quien interpreta a Alan. Antes de estas películas, Galifianakis era un comediante underground, con apariciones esporádicas en circuitos de teatro, así como papeles verdaderamente secundarios en películas no muy conocidas. Para ejemplificar, el actor tiene entre sus roles secundarios previos a un repartidor de pizzas, a un cobrador de peajes y a un vagabundo.
Tras The Hangover, Galifianakis se convirtió en una estrella popular, con constantes apariciones en talk shows y con actuaciones aclamadas, como su papel en la premiada Birdman de Alejandro González Iñárritu.
Seguidamente, Bradley Cooper es todo un caso de estudio. The Hangover significó el comienzo de su segunda etapa en Hollywood con el personaje de Phil, con quien empezó a saborear el éxito. Su carrera arrancó con comedias de poca monta pero, tras The Hangover, su cara estaba colocada en todo el planeta y así consiguió posteriormente roles exigentes en cintas como American Hustle, Silver Linings Playbook, American Sniper y más recientemente A Star is Born, que también significó su debut directorial. Actualmente, nadie duda de sus capacidades histriónicas.
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El último en completar el trío protagónico es Ed Helms, quien encarnó a Stuart. Con Helms, la historia parece invertirse, pues el actor fue parido en las tablas de comedia y poco a poco se hizo un espacio en talk shows como The Daily Show, The Colbert Report y The Daily Show Steve Carell.
En el 2006, tres años antes de The Hangover, tomó un poco más de popularidad al ingresar al elenco de la icónica serie The Office. Después vendría la trilogía de The Hangover y nada más.
Del actor se sabe poco, y su último rol medianamente importante fue darle voz al Capitán Calzoncillos en la película animada del 2017.
Los personajes interpretados por estos tres actores provocan que la película se deje ver una y otra vez, sobre todo ante su constante aparición en las parrillas de programación de cableras.
Alan, Stuart y Phil son entrañables y provocan hipnotismo; tenían millaje y los productores lo entendieron para posteriormente trabajar dos secuelas con el mismo nombre: una en el 2011 y otra en el 2013.
El filme hoy
The Hangover no ha envejecido mal. Defender la cinta no resulta difícil pues, en su momento, la crítica no la trató agresivamente (recibió un 78% de comentarios positivos en Rotten Tomatoes) y actualmente tiene el beneplácito del público general.
Hoy, muchos chistes nacidos de Alan son un meme errante en redes sociales y las apariciones de figuras como Mike Tyson son imposibles de olvidar.
De la misma manera ocurre con su banda sonora. Candy Shop de 50 Cent se escucha diferente una vez que uno conoce la escena de cierre del filme. Lo mismo sucede al oír Right Round y pensar en los créditos de la película acompañados de inolvidables fotografías.
“La mejor película de la saga es la que uno ve primero”, escribió un fanático después del lanzamiento del último filme. Posiblemente sea cierto. Esta saga no pende del mito de que el resto de secuelas no están a la altura de la primera, sobre todo porque cada título no compite entre sí.
El juego entre misterios y chistes colegiales es magnético. Tal vez, algunas de esas bromas serían censuradas en una revisión de guión si se fueran a lanzar en el 2019, pero justo esa comedia honesta, absurda y sin pretensiones colocó a sus personajes en un altar de muchos adeptos al humor.
Otros títulos como Horrible Bosses intentaron copiar la fórmula de The Hangover para producir sagas y no les funcionó. De hecho, muchos de esos filmes han sido olvidados a pesar de que llevan menos años de haber sido lanzados.
En cambio, la secuela final de la saga de The Hangover acaba en una secuencia de montaje que inevitablemente resulta emotiva y le confirma al público que el viaje de tres películas ha valido la pena.
The Hangover sigue dando vueltas y, sin necesitar de primeras planas, se aseguró su legado.