Posiblemente, las discusiones entre qué es mejor y qué es peor en el cine no tengan sentido alguno. Es una aclaración tan obvia como necesaria, con el simple fin de mirar atrás filmes y generar conversación al respecto.
Porque las sobremesas sobre el cine nos siguen fascinando, sin importar si suceden en la sala de la casa o en la mesa de tragos del bar. Spider-Man, precisamente, es objeto inevitable de discusión después de tres eras de su personaje: la encarnada por Tobey Maguire, la que siguió con Andrew Garfield y la actual con Tom Holland.
Ninguna fue perfecta, por supuesto, pero con el aniversario número veinte de la primera entrega de Sam Raimi es más que entretenido repensar las representaciones del personaje según cada circunstancia. ¿Qué se puede decir sobre un personaje con dos décadas de habitar fuertemente en el inconsciente colectivo?
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Inolvidable e inevitable personaje
Peter Parker apareció como el hombre arácnido en 1962, pero fue hasta 1977 cuando se realizó su primera película. En ese momento, Nicholas Hammond hizo del amigo araña por primera vez en la historia, en un filme pensado para televisión. Al año siguiente, la compañía japonesa Toei Company también hizo una adaptación para televisión, pero el resultado no es más que una anécdota.
Fue hasta 1999 cuando Sony Pictures Entertainment adquirió los derechos cinematográficos del personaje para comenzar un legado del que hoy se goza: Peter Parker es, desde entonces, un ícono pop por encima de una figura de los cómics.
Hay que ponerlo en perspectiva: si bien el culto por el material base existió desde antes del nuevo milenio, fue la máquina hollywoodense la que puso de moda a Spider-Man, en tiempos en que por supuesto ni se sospechaba que existiría un universo cinemático inspirado en los personajes marvelitas.
Para quien escribe estas líneas, justo en esa particularidad reside la grandeza y la nostalgia con que se mira aquella trilogía dirigida por el enérgico Sam Raimi, un director apasionado del cine B quien tenía su gran oportunidad de encargarse de un proyecto triple A, con un joven Tobey Maguire y una serie de talentos como Kirsten Dunst, James Franco y el siempre maravilloso Willem Dafoe.
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Raimi le dio personalidad a aquella trilogía, lejos de camisas de fuerza como a las que enfrentó el propio Maguire en Spider-Man: No Way Home, la última de las entregas del personaje ya afincado en el universo cinemático de Marvel y con Tom Holland en el rol protagonista.
En su ya conocido regreso, Maguire volvió a encarnar su papel, pero se sentía distinto. La reunión de los hombres arañas en el filme del año pasado (Andrew Garfield también fue parte) se sintió con más alma empresarial que con espíritu de pasión por el personaje. Por supuesto, la cinta fue un éxito en taquilla y el público masivo quedó más que satisfecho, pero mirar el Spider-Man de Raimi que apareció hace veinte años da otros sabores.
Porque aquella trilogía iba más sobre Peter que Spider-Man; más sobre el humano que un héroe patea traseros. Lo mismo con los antagonistas: el tiempo en pantalla que se le dedicó a desarrollar a Norman Osborn era más importante que verlo ataviado como el Duende Verde.
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Lo mismo sucedió con el Doctor Octopus, pues Otto Octavius fue un antagonista pintado en escala de grises, algo que difícilmente se volvió a vivir en las aventuras del Hombre Araña, tanto con Garfield como con Holland.
No es una competencia, por supuesto, pero puede que la nostalgia no resida tanto en querer ver a aquellos actores con la misma ropa y el mismo personaje (Kirsten Dunst, por ejemplo, ha manifestado su interés de volver a ser Mary Jane). Puede que la añoranza sea por rememorar personajes que susurraban más al oído, que nos decían que aquel héroe joven que no entendía al mundo se parecía mucho a nosotros.
Son tiempos que no volverán. Ni el propio Raimi pudo hacer mucho ahora que se integró al universo de Marvel con Doctor Strange 2. Son tiempos distintos, que por supuesto dejan a muchos satisfechos, pero que no por eso se pueda olvidar que en algún momento se pudo mirar a un superhéroe en pantalla y tener una experiencia más allá del ya tan comentado parque de diversiones del que Martin Scorsese nos advirtió. Aquel Spider-Man sabía a cine.
Puede revisitar Spider-Man en el catálogo de Netflix.