Cine

40 años de Tiburón : El monstruo que creó (a) Steven Spielberg

La premisa de enfrentar al ser humano contra una gran bestia dio como resultado un clásico del cine y un director que sería el rey Midas de Hollywood

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'Tiburón' cumple 40 años. Fue el primer exitazo de Steven Spielberg (Andrés Artavia)

Pudo ser una película de Godzilla ; en lugar de ello, fue del estilo Alfred Hitchcok.

Que la cinta tomara ese tono fue, si se quiere, una casualidad (en caso de que estas existan): el monstruo, estrella del filme, nunca funcionó..., o apenas lo hizo.

Steven Spielberg, de apenas de 27 años, pensó en cómo solucionaría el llamado maestro del suspenso tal dilema.

La respuesta fue insinuar la amenaza, porque siempre se teme más a lo que no se ve. Ya lo había hecho en El diablo sobre ruedas (Duel), una producción para la cadena NBC, en la que un tipo es perseguido por un tráiler, pero nunca se ve quién está al volante.

¿El resultado? Fue el primer blockbuster de la historia y un clásico del cine con el cual Spielberg empezó a cimentar su leyenda.

Tiburón (Jaws) se estrenó el 1.° de junio de 1975; desde entonces, no deja de nadar en lo más profundo de nuestros miedos, manipulados descaradamente por el futuro rey Midas de Hollywood.

Un ejemplo: con la película terminada y tras una función de prueba, Spielberg pensó que le podía sacar un grito más al público, que las palomitas volaran tres veces en lugar de dos; por eso, volvió a rodar la escena en la que aparece flotando la cabeza de una infortunada víctima.

En realidad, la idea es simple: el ser humano contra una temible bestia apocalíptica, que amenaza un pequeño pueblo –de tarjeta postal– de la costa de Nueva Inglaterra.

Para colmo de males, el encargado de proteger a la comunidad le tiene fobia al agua.

Fue la primera cinta en sobrepasar los $100 millones en recaudación –cifra que alcanzó sin haberse estrenado fuera de los Estados Unidos– .

Se comió sin reparos a Scarlett O’Hara y Rhett Buttler: superó a Lo que el viento se llevó, entonces la producción más taquillera de la historia del cine.

La película del gigantesco escualo fue el primer éxito en un verano estadounidense; anteriormente, los grandes estrenos se hacían durante las festividades de Navidad y Año Nuevo.

Además, Universal Studios hizo un movimiento sin precedentes: estrenó Tiburón en 440 salas de cine de Estados Unidos, con lo cual la onda expansiva del taquillazo fue aún más impactante.

Miles y miles de personas jamás volvieron a meterse al agua en paz por culpa de Tiburón.

La histeria colectiva desató alertas de avistamientos de tiburones en todo momento y lugar.

Desde que el tiburón blanco de siete metros y medio devoró a la bella Chrissie –ella fue la primera–, el terror se mantiene igual.

Pánico. El terror estuvo en la pantalla grande..., y en el set.

La filmación fue una auténtica pesadilla y para Spielberg –según ha dicho una y otra vez–, la prueba más dura que tuvo que superar en su carrera.

Espoleados por el éxito de ventas de la novela homónima de Peter Benchley y por una inminente de una huelga de guionistas, Universal ordenó, en febrero de 1974, que el rodaje empezara en mayo y durara tres meses.

Solo existían tres problemitas: no había libreto, no tenían un reparto y no tenían tiburón, la estrella de la película.

El guion se hizo junto con el filme; el elenco se armó luego de que Spielberg sufriera varios rechazos y al aparato mecánico que le daría “vida” al escualo –excelente en el estanque de pruebas– se le quemaron los fusibles en el primer contacto con el agua salada del Atlántico, ya que Spielberg insistió en trabajar en mar abierto para darle mayor realismo a la cinta.

Todo se salió de las manos: el presupuesto se duplicó, la agenda de trabajo se triplicó, los jerarcas del estudio pensaban que en el set nadie sabía lo que estaba haciendo y Spielberg era amenazado todos los días con el despido.

De verdad, el asunto parecía no tener pies ni cabeza. La carrera del prometedor director iba a ser devoraba por ese tiburón blanco.

Richard Dreyfuss (Hoop, el joven biólogo) no tuvo reparos para decir en televisión: “La película va a ser un desastre”.

Taquillazo. Los productores Daryl Zanuck y Brown se “comieron la bronca” con los jefes de Universal Studios y, por esa razón, el proyecto no se canceló y el mundo no perdió a Spielberg.

Él no estuvo cuando se rodó la última escena, mas se marchó con la sensación de que sí tenía un filme, entre tanto metraje y luego de tantos problemas.

Lo supo tras el desgarrador monólogo de Quint (Robert Shaw), en el que explica la razón de su odio por los tiburones.

Esa parte se basó en un hecho de la II Guerra Mundial: el hundimiento del USS Indianapolis, que transportaba los materiales para las dos bombas atómicas.

Muchos de los tripulantes fueron devorados por tiburones. El hecho se ocultó por años.

Algunos de los sobrevivientes de esa tragedia fueron incapaces de ver la película, como les sucedería, años más tarde, a los veteranos del Día D con Salvando al soldado Ryan.

Tampoco pudo verla –más bien, terminarla–, un anónimo espectador en otro preestreno, quien se levantó de su butaca y se fue, para angustia de Spielberg...

El espectador pasó a la par del director en su carrera al baño. Iba a vomitar: el terror por el tiburón lo engulló. Misión cumplida.

Poco después del estreno, Spielberg y Dreyfuss se fueron a vacacionar, junto con sus familias, a una playa. Ambos se metieron al agua, hasta los tobillos, y cuando les dijeron que se adentraran, se negaron. “Así estamos bien”, respondió Dreyfuss.

Es que ese maldito tiburón nada en lo más profundo de nuestros miedos.

DETALLES DE LA PELÍCULA

Un repaso a datos y anécdotas de Tiburón

Tres Óscares. Tiburón obtuvo tres estatuillas: mejor edición, mejor música original y mejor sonido. Perdió en la categoría de mejor película con Atrapado sin salida, que ese año arrasó con los premios principales. Spielberg tampoco ganó en la categoría de mejor director.

Atemorizante. Sin el tema principal, de apenas dos notas (Fa y Fa sostenido), la película no habría tenido tal éxito. Es la atemorizante música de John Williams, que anuncia la llegada del tiburón y su ataque inminente.

Al tiburón mecánico, Spielberg lo llamó Bruce, como su abogado. En Australia se filmó con tiburones de verdad y un doble de muy baja estatura, pues los escualos no eran del tamaño adecuado al mecánico.

Real. La bofetada que la madre del niño devorado por el tiburón le da al sheriff es verdadera. Lee Fierro era incapaz de simular el golpe y lo dio con toda su alma. Rob Scheider aseguró que era uno de sus peores recuerdos.

Casa Blanca. El escritor y periodista Peter Benchley, años antes, trabajó en la Casa Blanca como redactor de discursos para el presidente Lyndon B. Johnson (1963-1968). En la película tiene un cameo como reportero.

Un truco. Tiburón fue estrenada simultáneamente en 440 salas de los EE. UU. algo inaudito para la época. Pudieron ser 1.000, pero la Universal prefirió que se vieran largas filas en las boleterías para aumentar la demanda.

Al vuelo. “Necesitará un barco más grande», le dice el sheriff Brody a Quint cuando el tiburón sale del agua. Es una de las frases célebres de la cinta. Es de la cosecha personal de Rob Scheider; no estaba en el guion.

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