Desde la plataforma de Netflix, o sea, sin pasar por salas de cine, tenemos una nueva película del director neozelandés Andrew Niccol, quien gusta bastante del género fantástico, por lo que muchos críticos y seguidores de la ciencia-ficción lo admiran.
Ahora se trata del filme Anon (2018), cuya trama se refiere a la condición del anonimato en una sociedad futurista bastante avanzada. Lo curioso, a primera lectura de los comentarios habidos, es que Anon no ha sido del gusto de la mayoría de los críticos.
Las observaciones van desde considerarla una película mal narrada hasta verla como simplista en términos visuales. Se dice que es filme convencional. En mi caso, cuando termino de ver la película, me queda una sensación parcialmente opuesta a la mayoría de opiniones.
Primero, he de decir que me encanta el diseño mostrado de una sociedad del futuro con pérdida de la privacidad por culpa del desarrollo tecnológico. Es un tiempo desolador, donde todas las personas están conectadas al “Éter”, de tal manera que sus vidas se tornan públicas con solo abrir archivos conectados al cerebro humano.
También es cierto que no hay criminalidad, por el fuerte control que el poder político ejerce sobre la ciudadanía. Eso lo iremos sabiendo con el transcurso narrativo, pero lo que cambia esa situación sucede más pronto de lo debido cuando un policía se cruza con una joven sin identidad, quien no está controlada por el sistema.
Dicha joven resulta anónima y en su anonimato está su libertad. El problema es que pronto se dan ciertos crímenes violentos y, de primera entrada, la joven anónima es sospechosa, pero no hay manera de localizarla: no aparece en alguna parte del “Éter”.
Es cierto que la localización tan pronta del dilema hace que el filme pierda fuerza en su parte media; incluso, se pierde con su historia secundaria (sobre el detective que persigue a la joven). Sin embargo, en el último tercio, el filme retoma su brío y su retórica para cerrar su historia como lo que ha sido: un enigma.
Andrew Niccol hace de Anon un texto reflexivo sobre el valor de la persona en el futuro: es un mundo grisáceo y de tonos cercanos al arte del expresionismo. En lo narrativo, debe uno aceptar que el filme peca de complicado cuando busca ser complejo.
La mala actuación de Clive Owen debilita la fuerza del relato y nunca logra ponerse a la altura de la buena actriz Amanda Seyfried. Es punto débil de Anon, pero el buen papel de la fotografía en conjunción con la música salva la atmósfera de un filme futurista que, igual, pasa por el arte policíaco según las reglas del cine negro (film noir).
Por último, las escenas eróticas enriquecen determinados conceptos del diseño de personajes: son buenas secuencias, bien conectadas con la trama. Como ven, difiero de las críticas negativas recibidas por “Anon” y ahí, en Netflix, ustedes pueden darse su opinión.
Ficha técnica
- Título original: Anon
- Alemania, 2018
- Género: Fantástico
- Dirección: Andrew Niccol
- Elenco: Clive Owen, Amanda Seyfried
- Duración: 100 minutos
- Plataforma: Netflix
- Calificación: TRES estrellas ( * * * ) de cinco posibles