Interesante, valioso y probatorio como documental es el trabajo cinematográfico del sueco Malik Bendjelloul, hijo de argelinos, nacido en 1977, que nos llega con el título de Buscando a Sugar Man (2012), aunque también se le publicita con su título original: Searching for Sugar Man .
El documental es el género cinematográfico que equivale al ensayo literario (literatura de ideas). La finalidad o esperanza del documental es la de discernir sobre un tema más allá de la información desnuda, para intentar demostrar algo. Es alocución con imágenes en movimiento.
Cuando filmó películas, el crítico de cine francés Alexandre Astruc llevó la teoría de autor a su máxima expresión. Así, habló de la “cámara-bolígrafo” y dijo que un cineasta no debe atascarse por la narración tradicional. Astruc percibió la naturaleza propia del documental, a tal punto que quiso adaptar para el sétimo arte la conocida obra de René Descartes, su Discurso del Método .
Es lo que se propone y logra Malik Bendjelloul: averiguar sobre un cantante de rock cuyo nombre no fue exitoso en Estados Unidos, mostrar la valía de dicho cantante y llevarnos a un encuentro personal con él para mostrar y demostrar que dicho roquero fue víctima –sin saberlo– de su propio arte.
Estas son las circunstancias del documental Buscando a Sugar Man : en los años 60, un músico llamado Sixto Rodríguez fue descubierto en un bar de Detroit por dos productores que se enamoraron de sus melodías y, sobre todo, de sus letras tan emotivas como contraculturales.
Grabaron un álbum para situar al artista como uno de los grandes de su generación. No sucedió así. Los gustos eran otros con el rock. Entonces se dijo que Sixto Rodríguez se había suicidado (el documental también lo indaga).
Lo raro es que el nombre de Rodríguez sí era conocido en la Sudáfrica del Apartheid, donde los jóvenes blancos, opuestos a la segregación racial, lo convirtieron en especie de ícono. ¿Qué fue lo que sucedió realmente? No se trata de una sola respuesta, sino de todas las aristas de esa respuesta.
Es cuando se muestra la calidad profesional del director y guionista del documental. Sin caer en lo didáctico, el filme nos atrapa y nos llevar por senderos de un laberinto que, poco a poco, deja de serlo. Las entrevistas y el material de investigación se mezclan con acierto no solo con la música de Rodríguez, sino también con las letras de sus canciones.
Esas letras nos aclaran por qué el ostracismo a que fue “condenado” Rodríguez, especie de censura comercial que pasaba por conceptos ideológicos. El documental lo lleva todo a puro pespunte: las agujas van hacia atrás solo para ahondar en puntos ya señalados. Fino hilado.
Con sus idas y venidas, puntos de giro y conclusiones, el director Malik Bendjelloul ha logrado lo que Alexandre Astruc quiso: con un documental y su búsqueda de datos, se nos cuenta una historia, o sea, en este caso, se cuela una sentida narración sobre un hombre humilde que amó su propia música.
Eso es lo mejor de Buscando a Sugar Man , con la ayuda de su bien logrado despliegue de imágenes, buen ritmo y cuidado estético. Este documental no debe ser ignorado. Ojalá esta crítica sirva para que bastantes cinéfilos lo encuentren en las pocas salas donde actualmente se exhibe.