Por supuesto que hay temas para el cine y, de ahí, un director logra con su equipo una buena o mala película (en general). Es la mirada de alguien sobre el tema que desarrolla. O sea, hay temas y miradas. La homosexualidad es un asunto; diferentes películas con dicho tema son miradas: es el tratamiento del argumento.
Ahora llega a los cine la película Corazón borrado (2018), dirigida por Joel Edgerton, cuya sinopsis trata del hijo de un predicador bautista, joven al que obligan a participar en un programa insensato, sin asidero científico ni humanista para “curarle” su homosexualidad.
Por supuesto que el papá del muchacho cuenta con el apoyo “cristianísimo” de la iglesia a la que pertenece la familia, aunque en la madre del joven domina más el sentimiento del amor. Por supuesto que un tema así puede llevarnos a una película holgada en conceptos, rica intelectualmente, pero no es el caso de Corazón borrado, filme que prefiere el nadadito de perro o el salto del salmón antes que la fiereza del tiburón o la elegancia del delfín.
Se trata de un filme plano con sus planos, casi inmóvil, burdo con el análisis y, además, maniqueo para convertirse en folletín. Formalmente no aporta nada, como quien pone una cámara ahí, delante de algo, tan solo porque algo hay que filmar: la puesta en imágenes es invisible (digamos).
Como leí alguna vez a propósito de otra película semejante: Corazón borrado tiene un guion ortopédico que solo puede derivar en un filme minusválido (valga la imagen). Ni siquiera destaca en medios técnicos y de producción, menos en escenarios. Pese a la valía de sus nombres, los intérpretes ofrecen personajes esqueléticos, sin carne: ellos pasan por la trama de la película, pero esta no pasa por ellos. El elenco se resbala en cáscaras de mediocridad: Lucas Hedges, Nicole Kidman (mujer-máscara) y Russell Crowe.
Ante la posible intensidad del tema, el filme nunca explota dramáticamente, como piñata sin confites adentro. Lo peor de la construcción dramática de Corazón borrado es que el todo nunca parece relacionarse con sus partes ni al revés: ni siquiera excita la epidermis del espectador.
La denuncia de la película sobre los institutos religiosos que hacen negocio al ofrecer “quitarles” a los jóvenes su homosexualidad con algún tratamiento, eso también se expresa de manera superficial, sin neuronas, de manera sosa: el filme lo que hace es “mirar a un hoyo” para mostrar el inútil vacío emocional, mientras se plagia en secuencias de este tipo.
Corazón borrado intenta mostrar un infierno, pero quitándole las llamas, aún a los momentos más álgidos, esos que muestran vejaciones: simplemente no agarra al toro por los cuernos.
CORAZÓN BORRADO
Título original: Boy Erased
Estados Unidos, 2018
Género: Drama
Dirección: Joel Edgerton
Elenco: Lucas Hedges, Nicole Kidman, Russell Crowe
Duración: 114 minutos
Plataforma: Magaly, La Salita
Calificación: Una estrella ( * ) de cinco posibles