Nacido en 1926, Harry Dean Stanton murió el 15 de septiembre del 2017. Antes, este actor permeado con sorprendente carisma, nos legó la que puede ser su mejor actuación en cine, la de la película Lucky, primer filme del director John Carroll Lynch.
El trabajo de Carroll Lynch como director de actores sobresale: el renglón actoral es sublime y logra elevada compenetración entre el buen diseño de personajes y sus histriones. Esto es fundamental para la credibilidad del texto, el realismo mágico, la poesía de la imagen y el alcanzado humanismo del relato.
Entre las actuaciones, la de Harry Dean Stanton está siempre por encima de todas, con sabia conjugación de los signos histriónicos con los diálogos siempre valiosos, que uno quisiera recordarlos todos. Harry Dean Stanton encarna al personaje cuyo nombre le sirve de título al filme, esa especie de vaquero crepuscular que es Lucky.
Muchos creíamos que el filme por el que dicho actor sería siempre recordado, iba a ser por su papel de Travis en la valiosa película de Wim Wenders titulada París, Texas (1984). Sin embargo, cercano a su muerte, Harry Dean Stanton se eleva como un mito, precisamente cuando el tema de la muerte es uno de los tantos asuntos que su personaje discute con sus amigos, siempre desde su rudimentario materialismo dialéctico como eje de su filosofía amistosa.
No hay nada más allá de la muerte, insiste Lucky en el bar donde se encuentra con sus amigos, a quienes refuta. Por eso a la muerte debemos ir con una sonrisa, dice, tranquilos, porque el alma no existe y por eso no sonríe. Por mi parte, espero que el actor haya sonreído el día de su muerte.
Precisamente, allá con su París, Texas, Wim Wenders dijo de Dean Stanton lo siguiente: “Él es un actor que se atreve a ser frágil y utiliza su propia pena en su actuación”. Eso exactamente sentí en Lucky en ciertas secuencias, sobre todo en la de la fiesta del bautizo del niño mexicano, cámara al rostro, cuando Harry Dean Stanton canta Volver, volver (del compositor mexicano Fernando Maldonado).
No lo dudo, cada vez que oiga dicha canción, recordaré el rostro convertido en sentimiento de Dean Stanton como Lucky, el personaje, ese anciano de más de 90 años, cuyo cuerpo no quiere morirse o ni siquiera enfermarse, pese a ser un fumador empedernido (la excepción que confirma la regla). Ello genera un buen diálogo con el médico que lo observa.
Además de su excelente y acogedora fotografía, de su música siempre bien ubicada, de un montaje cuidadoso, de sus mentadas buenas actuaciones y de otras virtudes, este filme se luce desde sus diálogos controversiales, emotivos o irónicos del personaje principal con quienes lo acompañan. Es lo que hace grande e importante a esta película, que parecía menos significativa o más pequeña.
Lucky muestra la historia de un hombre parco, silencioso cuando quiere, pero inteligente y mordaz, que habla sin tapujos, como debe hacerse a la vejez, porque la muerte aprieta y no es hora de falsas delicadezas. Por favor, no se pierdan este filme, donde una tortuga es símil de la vida, con su dueño encarnado por David Lynch.
Ficha técnica:
Título original: Lucky
Estados Unidos, 2017
Género: Drama
Dirección: John Carroll Lynch
Elenco: Harry Dean Stanton
Duración: 90 minutos
Cine: Magaly
Calificación: * * * * *