Es una lástima que a una película haya que calificarla por lo que es, sin tomar en cuenta lo que pudo haber sido. Sucede con el caso de Morgan (2016), filme dirigido con algún esmero y, a la vez, con algún descuido, por Luke Scott.
Aclaremos que sí, que Luke Scott es hijo del afamado realizador inglés Ridley Scott, quien lo apadrina como productor de Morgan , solo que el cachorro aún no cumple con aquello de que “hijo de tigre, sale pintado”.
Pues bien, estamos ante un filme del llamado género fantástico que parece interesante de primera entrada, y lo es. La trama gira alrededor de la obsesión humana por crear un ser superior, eso que le llaman “inteligencia artificial”. Algo así como el superhombre pensado por Nietzsche.
Como si copiase a Nietzsche, en esta película sucede que esa poderosa “inteligencia artificial” se va a diferenciar de cualquier mente menor por la intrepidez con que provoca la desgracia y muerte de los “inferiores”.
Lo que sí cambia es que, en lugar de mentes superiores masculinas, la “inteligencia artificial” adopta figura de mujer. El filme comienza bien, porque inquieta cuando aún lo “monstruoso” no ha aparecido, ni siquiera con su forma física. Incluso, estamos ante la visión ética del tema.
Al rato, desde sus diálogos e imágenes, Morgan desaprovecha el tema planteado, como es la polémica sobre aquello que muchos ven como inadmisible dentro de la ética de la ciencia, pero que otros ven bien dentro de los negocios de poderosas compañías que buscan lucrar con “inteligencias artificiales”.
Cuando el filme establece su más importante punto de giro o vuelta de tuerca, sobre la transformación total de la conducta de los personajes, incluida la de la “inteligencia artificial”, como paradoja, no logra mantener la debida coherencia interna dentro de su flujo narrativo. Es como si pasáramos a otra película.
En términos visuales, de una sintaxis con sentido y efecto propios del género fantástico, se pasa a un lenguaje propio del cine de acción, ¡y del violento! Hay una enorme merma de lo “fantástico” cuando más se necesita para la sorpresa que el filme guarda para su último tercio.
Con este quiebre, la película es muestra palpable de lo que el escritor argentino del género, Bioy Casares, definió como el desdén por interrogar sobre las perplejidades del hombre moderno. En este momento, la película deja de vivir la historia que traía para pasar a contarla tan solo.
Es algo así como una pérdida del enigma o del misterio. El filme entra a su aspecto más lineal, incluso con las actuaciones, aunque la música de Max Richter logra mantenerse como creativa exposición de una realidad que aún no conocemos como real, pero sí como posible.
Al final, queda la sensación de haber estado ante una fruta cuyo sabor invita a comerla, pero que al hacerlo nos resulta difícil de digerirla. Cine fallido, no hay de otra.
Ficha técnicaTítulo original: Morgan EE.UU. 2016GÉNERO: FANTÁSTICODIRECCIÓN: Luke ScottELENCO: Kate Mara, Anya Taylor-JoyDURACIÓN: 92 Minutos