He aquí una película que se inicia con toda la tensión del drama. No más al principio están en juego ciertos sentimientos que, luego, habrán de irse desgranando poco a poco. Una familia discute acaloradamente sobre su propio futuro.
El tema de la homosexualidad los sacude a todos, víctimas de la intolerancia, de la falta de solidaridad y de los principios verticales que mantienen desde una religiosidad acrítica (no católica).
De nacionalidad guatemalteca, el filme se titula Temblores, dirigido de manera sumaria por Jayro Bustamente, de quien hace poco elogié su excelente película titulada Ixcanul (2015).
En términos narrativos, ese adentrarse pronto y con fuerza en el drama es su virtud y, paradójicamente, es su más serio problema, porque le es difícil mantener siempre esa energía o ardor durante su desarrollo dramático y en el enfoque temático de la homosexualidad.
En el momento de tanto ímpetu dramático dentro de la casa, comienzan los temblores, como si lo telúrico fuese parte de las emociones de los personajes (por cierto, con buena dirección actoral en todos ellos).
Lo discernimos pronto: el filme presenta los hechos de una situación familiar de rechazo, de búsqueda de explicaciones o, incluso, de conmiseración hacia uno de ellos. Miramos a un joven padre de familia, a quien su familia ataca por algo que le es deleznable: dicho joven quiere dejar a su esposa y a sus hijos porque se ha enamorado de otro hombre.
Luego Temblores entra en una especie de segunda etapa, alargada más de la cuenta, cuando el protagonista (se llama Pablo) expresa su sentir de liberación, eso de ser sincero consigo mismo. Es el segundo tercio narrativo del filme.
Aquí entran las “acciones” de los personajes. Estos se dividen entre quienes representan los juicios y prejuicios de la sociedad tradicional, por un lado, frente a aquellos que viven al margen de esas concepciones usuales del amor, pero que no por ello están exentos de expresiones afectivas, de cariño, de solidaridad y de acompañamiento.
Según la escritora, activista e historiadora estadounidense Rebecca Solnit, las relaciones entre personas del mismo sexo –y su materialización en el matrimonio– activan el rechazo de los sectores más conservadores de la sociedad quienes defienden, en última instancia, el matrimonio tradicional y los roles de género tradicionalmente asociados.
Por último, en su último tercio narrativo, la película muestra cómo se activa toda la institucionalidad (familiar, religiosa, laboral y seudocientífica) para que Pablo vuelva a su rol y se niegue a sí mismo. Con sus imágenes, Temblores muestra de manera clara lo que sucede, pero no lo hace así con su explicación: ¿por qué? El móvil del proceso de Pablo debemos suponerlo: el filme deja abiertas las interrogantes.
En el cine hay finales abiertos ejemplares, pero los hay sin rigor narrativo: puro arbitrio. Con todo, Temblores es película que merece ser vista.
TEMBLORES
Título original: Temblores
Guatemala, 2019
Género: Drama
Dirección: Jayro Bustamante
Elenco: Juan Pablo Olyslager, María Telón.
Duración: 107 minutos
Cines: Sala Garbo, Magaly
Calificación: TRES estrellas ( * * * ) de cinco posibles