EscucharAl estar viendo la película Divergente: Leal (2016), dirigida con desgano por Robert Schwentke, recordé una discusión con el finado colega Andrés Sáenz, crítico de teatro, cuando yo le cuestionaba su decisión de salir de una puesta en escena si la pensaba o juzgaba como mala.
Andrés lo hacía y lo consignaba en su crítica. Ante la película Divergente: Leal , no salí porque pensé que traicionaba mis razones; pero, de verdad, entre más avanza el filme, peor se pone. Su calidad se hunde más que un barco, no en una tormenta, sino en un mar calmo.
No está de más protestar por ese jueguito de Hollywood de meterles las manos en las billeteras a los espectadores. Se trata de abrir una saga, una trilogía dicen, basada en algún libro de segunda clase, pero exitoso, e inflar a lo máximo su trama para sacarle caldo a un riel.
Se olvidan de que a las ovejas hay que esquilarlas, pero no despellejarlas. Lo peor es que con la tercera película, la parten en dos filmes para usurpar aún más la economía de los espectadores.
Divergente: Leal es puente entre lo que venía y lo que será la conclusión real de la saga.
En ella, no hay principio ni final. Así, cualquier vericueto de la trama o de las pláticas entre personajes, cualquier pretexto, lo que sea, resulta fácil para alargar su metraje de manera artificial.
Con ese ardid boletero, el filme es cada vez más insustancial, especie de debate entre obispos de una misma congregación. Cansa. Puede haber algún mérito visual por ahí, pero no es revelador. Lo demás quedará para la conclusión (¿cuándo?). Ese bostezo narrativo se apodera de actores y actrices: aquí nadie actúa bien. Cierto que se trata de histriones jóvenes con serias deficiencias, pero se percibe de manera fácil su actuar peor que antes. Por otro lado, ver a una buena actriz como Naomi Watts o a un buen secundario como Jeff Daniels, quienes solo hacen el ridículo, da mucha pena. En el caso de Naomi Watts, hasta dan ganas de llorar, por ella, no por uno.
Divergente: Leal es filme donde uno sabe si las angustias de los personajes serán o no mayores que el suplicio del crítico sentado frente a la pantalla. Cierto que la “peli” se amarra bien con las anteriores para ser entendida, pero su expresión es bien chambona (tosca, inhábil, desmañada).
Es chambona en lo formal y en lo narrativo, incluso con el manejo de ciertos conceptos políticos. La puesta en imágenes es neutra, digamos, para ser suaves, y eso permite ver las debilidades del argumento a tumba abierta.
Ahí nada es creíble. Solo es mala copia de Los juegos del hambre. Su debilidad está en la agotada estructura lógica de sus ideas: olvida que un filme es algo más que la suma de sus partes y, por eso, va a punta de ocurrencias o empellones.
Este tipo de cine queda en agua de borrajas. Es infumable. Imagino que los “fans” dirán que soy un “ hater ” (según su jerga); pues no, vean que me aguanté la película completa.
FICHA TÉCNICA
NOMBRE: ‘Divergente: Leal’
CALIFICACIÓN: Una estrella de cinco posibles.
PAÍS: EE.UU, 2016.
GÉNERO: Fantástico.
DIRECCIÓN: Robert Schwentke.
ELENCO: Shailene Woodley, Theo James, Naomi Watts, Jeff Daniels.
DURACIÓN: 121 minutos
