Decía el escritor irlandés George Bernard Shaw (1856-1950), con bastante sorna y no poca razón, que el matrimonio es una trampa de la naturaleza. Digamos que es trampa para el amor y hoy, dentro de sus reivindicaciones, los homosexuales son quienes insisten con el tema.
Así tal cual sucede con la trama de la película El amor es extraño (2014), dirigida con afecto por Ira Sachs y sin ninguna participación económica de la gran industria de Hollywood. Es cine independiente que se compromete a favor de los derechos de los homosexuales.
Con dicho filme, se narra la historia de George y Ben, quienes tienen como cuarenta años de convivencia sin que nadie se meta con ellos de manera negativa. Viven juntos, se aman y son felices. Punto.
Sin embargo, cuando se abre la posibilidad legal de casarse, Ben y George deciden hacerlo de manera civil (por supuesto).
Todo es miel sobre almíbar hasta el momento mismo de la fiesta del matrimonio. Bernard Shaw les diría, entonces, que cayeron en la trampa.
Cuando se corre la noticia de que dicha pareja ha formalizado su relación, comienzan los problemas para ellos. Primero es el sacerdote católico del lugar, quien le informa a George que, por órdenes de su obispo, ya no podrá darle más trabajo como el músico de su iglesia.
Debido a la falta de trabajo, dicha pareja debe abandonar sus cuarenta años juntos e irse a vivir cada uno por separado, al alero de otras personas: ya están viejos. De aquí en adelante, el filme toma cuerpo y desarrolla su propuesta con estilo de melodrama, pero de manera equilibrada.
Muy incisiva. El amor es extraño , como filme emotivo, acude a determinado método evocador de sentimientos y le funciona bien en lo narrativo, con alguna presencia de tragedia interior desde los personajes señalados. Es cierto, tenemos una película modesta en ambiciones, sencilla en sus planteamientos, pero muy incisiva con sus resultados.
De la mano del director, la película se queda dentro de sus propios límites, o sea, no excede su perímetro y, así, con atmósfera más bien contenida, exhala conceptos y respira solidaridad. Su lenguaje fílmico está al servicio de sus conceptos y es importante su afán de corrección formal.
Sin duda, debemos destacar el trabajo histriónico de la pareja: Alfred Molina (como George) y John Lithgow (como Ben).
Con ellos dos, la sabia caracterización de los personajes resume, en gran medida, la filosofía de la película: su manera de ver el mundo y de transmitirla a los espectadores, así, sin manipular.
La película rehúye lo grandilocuente: sus signos emocionales y su devenir narrativo se alimentan de gestos apenas sugeridos, de miradas bien focalizadas, de palabras siempre justas y de la intensidad de la vida cotidiana.
El amor es extraño es película natural con su presencia sincera, pero no significa que sea simple, al contrario, es compleja con sus emociones. Para decir lo suyo, este filme se apoya con exquisita banda sonora, donde predomina Chopin, para darle elegancia a lo narrado. Sea, pues, cine recomendado.