Se van volando. Los 95 minutos que dura la película animada Kung Fu Panda 3 (2016) se van volando; tal es el encanto en que lo mete a uno esta secuela.
Una vez más, nuestro genial héroe protagonista Po nos seduce. Ahora él viaja al encuentro de sí mismo para enfrentarse al enemigo ancestral, encarnado esta vez por Kai.
No he visto ni veré la película en 3D. Lo haré solo si alguna condición así lo exija. Está claro que la tercera dimensión da más profundidad de campo, pero oscurece el colorido de cualquier filme, lo que en este caso es acto criminal o herejía.
Si algo bulle en Kung Fu Panda 3 es la gama de tonalidades que nos ofrece el color desde su buena animación tecnológica.
El 3D también hace un poco más pequeñas las figuras y esto resulta desfavorable cuando Po llega a ese grato sitio habitado por pandas de distintas condiciones, pero de un solo y jocoso humor. Es en China.
Lo mejor del filme es la recreación visual de ese sitio tan particular y lo peor es cuando se lleva la lucha entre el bien y el mal al mundo de los espíritus, donde hasta la paleta de colores se torna monocromática y se cae la buena diversión que traía esta película, amén de que se pierden sus personajes más simpáticos.
Sin embargo, aparte de ese innecesario surrealismo, debemos aceptar que uno se la pasa muy bien con la película. Tanto que hasta lo ridículo, fachoso, inesperado e incoherente resultan bastante cómicos y con sentimientos nobles por ahí incluidos.
Es imposible olvidar esa aldea de pandas a donde es llevado Po por su padre biológico, quien aparece en esta secuela (recordemos a Ping, el papá ganso que tiene Po en los dos filmes anteriores).
En la tercera entrega de la saga, Po se debe a dos padres en condiciones muy bien planteadas por el argumento de la película: más humor.
Kung Fu Panda 3 insiste en el respeto que les debemos a las energías que fluyen entre los personajes (seres vivos), entre estos y el medio que los rodea (muy bien animado) e, incluso, con el abstracto mundo de los espíritus (es la comunión que une al universo si se busca su armonía).
Por supuesto que de nuevo aparecen Shifu y los Cinco Furiosos, pero esta secuela se concentra en el reto de Po por ser un gran maestro (aún contra su voluntad), al igual que antes fue un guerrero dragón.
El éxodo de nuestro amigo panda, su odisea, en este caso es un viaje a la sabiduría. Nosotros vamos con él.
De hace algún tiempo insisto en que el cine animado está sacando la cara por la fuerte industria de Hollywood.
En estos últimos días hemos tenido tres películas en cartelera que así lo confirman: Anomalisa (2015), Zootopia (2016) y ahora Kung Fu Panda 3 , esta última dirigida por Jennifer Yuh y Alessandro Carloni.
La dirección de la película, a partir de un guion anheloso, nos da sentimientos y “buenas vibras”. Hecha la salvedad anotada al principio de esta crítica, esta secuela parece receta de una película hecha como si fuese ejercicio exquisito de origami (papiroflexia) pasado por artes marciales. No se la pierdan.