Cine

Crítica de cine: ¡En apuros!

Vienen los abuelos Se cae la película

Se le atribuye al académico español Martín de Riquer la frase “dejé de ir al cine cuando se retiraron los hermanos Marx”. No es tan mala esa decisión, sobre todo si repasamos el descenso a lo superficial que sufre la comedia hollywoodense, declive cada vez más marcado y más aciago.

Para confirmar dicho hundimiento de la comedia, ahora se exhibe en cines del país la película S.O.S.: Familia en apuros (2012), perpetrada, que no dirigida, por Andy Fickman y con pésimas actuaciones de Billy Crystal y Bette Midler.

Tanto la señora Midler como el señor Crystal se pasan robándose escenas uno al otro. Ellos no se complementan con sus personajes de abuela y abuelo bonachones; todo lo contrario, compiten descaradamente a cuál se ve mejor y, lo peor, ninguno lo logra. Ambos creen que están en la entrega comercial del Óscar.

La historia es simple, del todo predecible y previsible desde sus primeras imágenes. Un matrimonio con tres hijos está cansado de su rutina laboral y de la agotadora faena de educar a sus hijos con fórmulas modernas propias del avance tecnológico. Matrimonio en crisis.

Entre el cansancio y un nuevo alborozo de sus hormonas eróticas, la pareja decide irse de vacaciones a algún lugar con otro lecho. Es cuando llaman a la gentil abuela y al conservador abuelo para que cuiden a sus hijos (una niña mayor y dos varoncitos). El cambio será sensible para los niños, tanto que la madre y el padre deben regresar antes de lo calculado.

Ustedes pueden imaginarse que todo transcurre dentro de la alcahuetería de los abuelos y que la película tiene un exagerado final feliz, solo que en el desarrollo de la trama hay un definido aburrimiento que no es jugando. El humor es desabrido y recurre a lugares comunes sin originalidad ni astucia.

Por dicha, la pequeña hija y sus hermanitos logran actuar bien. Aunque ustedes no lo crean, lo hacen mejor que Bette Midler y que Billy Crystal, quienes no pasan de hacer poses y caritas sin sentido narrativo. Por suerte, también está el encanto de una actriz solvente y guapa como lo es Marisa Tomei (la mamá), medianamente secundada por Tom Everett Scott, como el papá.

Decía el pensador Ortega y Gasset que lo que más vale en el hombre es su capacidad de insatisfacción. Esta crítica tiene el malestar de la frustración ante una comedia sosa, mal narrada (a empellones), mal hilvanada, sin creatividad visual ni auditiva, con diálogos tontos y con pésimo planteamiento de situaciones.

Dicen que un guion ortopédico solo puede derivar en un filme minusválido (no recuerdo de quién es la frase) y es exactamente lo que sucede con S.O.S.: Familia en apuros, donde el único S.O.S. (signo de socorro) es el que debe pedir el espectador inteligente ante este tipo de cine masificado.

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