En el año 2013 nos llegó la película El conjuro, aceptable manejo del lenguaje del cine de terror por parte de un director nacido en Malasia, James Wan, ducho en esta vertiente del llamado género fantástico.
Ahí conocimos a la familia Warren, dedicada a enfrentar fenómenos paranormales. A esos esposos Warren (él y ella) los vimos de nuevo en la secuela del 2016, esta vez en Inglaterra: El conjuro 2, también dirigida por James Wan.
Ante su éxito comercial, de ambas películas se sacaron de la manga otras dos, pero sin seriedad alguna como cine de terror: Annabelle, en el 2014, dirigida por John R. Leonetti, y Annabelle 2: La creación (2017), dirigida por David F. Sandberg.
Como el universo de El conjuro sigue dando dólares y a los señores productores les sigue resultando un magnífico negocio, ahora vuelven con otro filme bien ralito, flojo como cine de terror y más flojo en todo lo demás: cine prescindible.
LEA MÁS: ‘La Monja’: terror demoníaco en el convento
Hoy se trata de la película La monja (2018), dirigida por Corin Hardy. Esta tal “monja” como las “anabelles” son derivados flojos, prosaicos, pedestres y “conjúricos”, sacados de cualquier signo que por los “conjuros” usted y yo hayamos visto.
Aquí, quienes no gustan tanto del castellano, idioma que hablan al poco después de nacer, a estos procedentes fílmicos los suelen llamar spin-off, término anglosajón, mientras sonríen para pronunciarlo con alguna o bastante pedantería.
Pues bien, en esta expansión del “universo conjúrico”, lo que se ve es cómo se repiten al cansancio, bueyes en el mismo surco, los lugares comunes del terror, o sea, los guionistas cada vez muestran menos originalidad y, ante eso, en La monja tienen que recurrir, incluso, a la sangre de Cristo en la trama.
Ni con eso, el filme logra salir avante. Por supuesto que repite los sustos de siempre, esos que vemos en los malos filmes de terror. Ni así. Lo peor es que la trama se enreda sola, como un tipo mentiroso en su laberinto verbal.
Con su publicidad, esta película es puro rinrín y nada de helados, mucho blablá y nada de gluglú, y no hay nada para defenderla, ni como narración, menos como representación (actuaciones ridículas, dicho sea de paso) y mucho menos por su presencia visual.
Sí, uno se cansa de ver al demonio llamado Valak convirtiéndose en monja, mientras la película acude a una sombría atmósfera católica en la siempre misteriosa Rumanía, donde se da el suicidio de una monja que El Vaticano decide investigar.
Ya está bueno, no se trata de hacer leña del árbol caído y no deseo seguir hablando mal de La monja, pésima película que es.
Ficha técnica
Título original: The Nun.
País y año: Estados Unidos, 2018.
Género: Terror.
Dirección: Corin Hardy.
Elenco: Taissa Farmiga, Demian Bichir.
Duración: 96 minutos.
Cines: CCM, Cinépolis, Nova, Cinemark, Citi, Studio.
Calificación: Una estrella de cinco posibles.