La primera película costarricense es El retorno (1930), dirigida por A. F. Bertoni, y en ella se muestra la separación de un joven de su hogar para ir del campo a la ciudad, donde se degrada, tema también presente en nuestra literatura ( Hijas del campo , por ejemplo, novela escrita por Joaquín García Monge).
El retorno es película silente. Ahora, el grupo llamado La 1/2 Docena retoma el itinerario de un campesino a la ciudad para introducirnos al filme titulado Maikol Yordan de viaje perdido (2014), dirigido por Miguel Gómez.
Maikol llega a San José a pedir trabajo sin suerte alguna.
Al contrario de El retorno , cine mudo, en este filme de La 1/2 Docena se habla más de lo prudente: exceso de palabrería que va en detrimento de la fluidez del relato que, de por sí, es anécdota a lo sumo. Así, el guion se mueve como “filtro de fácil captación”, sin riesgos temáticos.
A Maikol, la llegada a la capital, San José, no le provoca ninguna tensión y, desde ahí, la película define su estilo: es un rosario de chistes.
Algunos son bastante gozosos; pero, en general, salen mecanizados o con piloto automático.
Ni se les ocurra comparar lo que produce la ciudad en Maikol con don Concepción, el personaje creado por Carlos Gagini para su obra teatral, arte de la representación tanto como el cine. Aquí, Maikol es una caricatura del campesino.
La ciudad no produce cambios en el personaje ni tampoco en la trama del filme: el argumento más bien resbala en lugar de “transcurrir”. Maikol vuelve al campo con naranjas para la abuela, para luego sacarse un viaje a Europa. A Europa irá con la misma parquedad.
En su momento, el discurso de que es mejor vivir en calle Lencha de San Rafael del Monte que en Europa, ese, no pasa de ser frío enunciado. El guión nunca lo demuestra.
El viaje a Europa es encadenamiento de chistes verbales. El texto narrativo es un pretexto.
La película Maikol Yordan de viaje perdido busca risas de los espectadores a partir de diseñar un campesino estúpido, tontoneco y soso, capaz de hablar más que un heredero inconforme. Inaceptable sesgo ideológico.
Eso le permite al “actor” Mario Chacón sacar su personaje de manera monotemática y le permite a la película alivianarse más que barquito de papel. Hay algunas bien logradas panorámicas, pero el filme cae en la rutina del personaje y de su díctum: esto domina lo visual y cansa.
Las actuaciones van de mal en peor. Podemos salvar la de Anabelle Ulloa, más por su experiencia que por la dirección de actores. Como director del filme, Miguel Gómez se limita a dirigir como si fuese concierto en una sola cuerda: no existe mayor estructura dramático-narrativa.
Es posible defender la dirección de arte de Olga Madrigal, porque permite diferenciar paradigmas: San José, Europa y calle Lencha.
La fotografía es tan funcional como la música, sin estrategias propias: son más del chicle masticado que es este filme.
Es posible que Maikol Yordan de viaje perdido resulte filme exitoso en taquilla, ojalá, pero lo será por razones fuera de la gramática cinematográfica.
Como calidad de cine, solo queda decir que esta es otra mala película costarricense.
Lo peor, este filme busca imponer la noción de que la estulticia es divertida. Hay cierta perversión en ello.