La pregunta necesaria es la siguiente: ¿cuánta objetividad puede mostrar el cine cuando narra la vida de una persona? Esto es válido para la película Rocketman (2019), la cual se distancia del documental y busca –sobre todo– lo épico, como recreación narrativa.
A ello, se debe agregar otro elemento para entender el grado de subjetividad de Rocketman, y es que su relato avanza con el sostén no solo de imágenes y diálogos, sino también con el de imágenes y música (canciones). Sin duda, estamos ante un musical.
Es así como se sostiene la buena dirección del inglés Dexter Fletcher, que si no es perfecta es tan solo porque se deja llevar por su propio entusiasmo y, sin necesidad alguna, cae en lo delirante (en ciertas secuencias). Búsqueda de un surrealismo innecesario.
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De ese delirio se contagian los actores o son llevados a él por el propio Dexter Fletcher, por lo que las actuaciones me parecen excesivas casi siempre, sobre todo de parte de Taron Egerton. Afirmo esto muy consciente de que la mayoría de la crítica más bien alaba el trabajo de dicho actor y el de Jamie Bell.
Pasado este tramo de la crítica, sin duda Rocketman es filme que busca un acercamiento humanizado al cantante Elton John, lo que se le agradece: para nada es versión sacralizada, purificada o hagiográfica de quien ha vendido en el mundo más de 300 millones de copias de discos, posiblemente más que Freddie Mercury y Luis Miguel juntos.
La película muestra pronto el genio de Elton John para la música, desde niño, especie de Mozart, solo que con otro arte musical. También muestra (sin morbo) las condiciones sociales y psicológicas que marcaron a Elton John desde su niñez. Luego viene su proceso de mejoramiento, cuando Reginald Kenneth Dwight (su nombre verdadero) comienza su ascenso artístico como figura popular y rocanrolera.
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El punto de giro del filme se marca con su viaje dantesco a un mundo que lo degrada. Como afirmaba el crítico literario húngaro, Georg Lukács, es el momento valioso de la estructura narrativa donde un sujeto degradado en un mundo también degradado localiza el problema medular y busca una ruptura con ese contexto.
Ese es el cuerpo del filme. El título de la película va sobre una canción de Elton John de 1972, metáfora sobre la soledad, como el astronauta que va al espacio y deja todo atrás. Igual es alegoría sobre la fama e, incluso, sobre el perder contacto con el mundo real.
La realización goza de atinada estructura narrativa en el fluir de los hechos o sucesos. Incluso, sabe bordear el melodrama para volver a la dureza que se ha impuesto como objeto narrativo. Aquí es cuando Rocketman se la juega muy bien para mostrar lo complejo de una vida.
Las coreografías funcionan bien como contrapunto de aquello que busca ser reconstrucción histórica, así desde determinado juego formal, que es donde arriesga el director Fletcher. Va mi recomendación para a ver Rocketman, musical que se aparta de los lugares comunes y de la estandarización de las emociones: filme que sabe evolucionar.
Ficha técnica
Título original: Rocketman.
Reino Unido, 2019
Género: Musical.
Director: Dexter Fletcher.
Elenco: Taron Egerton, Jamie Bell.
Duración: 121 minutos.
Cines: Nova, San Pedro, Cinépolis, CCM, Cinemark, Citi, Magaly.
Calificación: Cuatro estrellas de cinco posibles