
Todos conocemos sobre el carácter parasitario del cine. Cualquier tema o fuente le sirve para una película, sobre todo si hablamos de la poderosa industria de Hollywood. Así que, si se trata del cine como negocio, nada mejor que un best seller para intentar hacer un filme exitoso en boleterías.
En noviembre del 2010, un pastor cristiano y carismático escribió un libro titulado El cielo es real . En dicho texto, el pastor Todd Burpo describe cómo su hijo Colton, un niño, al ser operado de apendicitis, tuvo un viaje expreso de ida y regreso nada menos que al cielo.
¿Cómo lo supo el pastor? Porque el propio niño se lo dijo y le habló de personas que él había visto en dicho lugar. Incluso, le describió a Jesús y señaló que se había sentado en sus regazos.
Eso es el óbiter díctum del libro, con una venta de miles de ejemplares en Estados Unidos.
Ni lerdos ni perezosos, productores con chispa compraron los derechos para el cine y ahora nos llega la película correspondiente.
Para América Latina se titula El cielo sí existe (2014), filme dirigido sin arte ni pretensiones por Randall Wallace. La historia es la misma.
Relleno. Como se trata de un argumento mínimo, la película necesita alargarse en sí misma para tener metraje pasadero.
Ello es tener en la boca la misma goma de mascar. Al no ser suficiente, el filme se rellena con subtramas que poco o nada tienen que ver con la idea principal.
Los dilemas del pastor para creerle a su hijo son poco convincentes. El filme no le da ocasión al buen actor Greg Kinnear de lucirse con su papel. Tampoco este actor se preocupa por lograrlo. Menos aún la actriz Kelly Reilly, como la esposa del clérigo cristiano.
Quien logra llamar la atención es el niño Connor Corum como Colton, pero solo porque es un güila bonito que cualquier matrimonio desearía tener. Está mal dirigido como niño actor. La verdad, si hemos de creerle a Colton, ¿para qué diantres alguien necesita de la teología al justificar el cielo?
Lo cierto es que la película brinca de manera arbitraria con su narración, entre ir y venir de la trama principal a las subtramas, mientras el propio pastor es descrito como especie de superhéroe espiritual (no sé si es así en el libro).
En lo conceptual, al menos en la película, El cielo sí existe da por probado su título: ¡el cielo está por ahí! Hay que aceptarlo porque sí. El filme solo reafirma lo que cree la religión cristiana y no es su deseo convencer a ningún ateo o agnóstico (si lo pretende, lo hace muy mal).
Lo peor es el tratamiento dulcete y cursi del tema, presente siempre dentro del desorden narrativo del filme. Aquí no hay fuerza dramática de nada. La propia película no se tiene fe con lo que plantea: es débil formalmente y más débil aún con sus diálogos o con el trazo de sus conceptos.
Su visión del cielo, de los ángeles y de Jesús está más cerca de la comedia que de una oferta seria: esta película no le da credibilidad a su historia, ni siquiera con el asunto de experiencias cercanas a la muerte. Les juro que prefiero volver a mi época de catecismo de la parroquia de Heredia que ver esta película. Era más fácil creer entonces.