Decía ese gran director de cine, Billy Wilder, que no es necesario que un director sepa escribir, pero es imprescindible que sepa leer; y esto lo viene a confirmar la directora franco-costarricense, Valentina Maurel (n. 16 de abril de 1988), y su joven mirada con la película Tengo sueños eléctricos (2022).
Con los primeros minutos del filme, uno siente que nos vamos a adentrar en otro drama familiar de corte freudiano; sin embargo, la ausencia de alarde formal de la película nos acerca a personajes en su esencia como seres humanos: la adolescente y su padre, ambos entre el amor y el rechazo.
Esto me recuerda una anécdota cuando el gran escritor Raymond Chandler le presentó un guion a Billy Wilder. Cuando el director lo leyó, se lo arrojó y le dijo a Chandler: “Yo voy a dirigir la película, así que olvídate de fundidos y posiciones de cámara: vamos a escribir personajes, situaciones y diálogos”; el guion de Chandler estaba lleno de indicaciones técnicas.
Por su parte, Valentina Maurel escribió e hizo una película más conceptual sobre lo que sucede con las identidades de sujetos marginales de nuestra sociedad en evidente decadencia. Con esasidentidades, la guionista y directora Maurel, construyó la de su filme.
¿Pudo ahondar más? No me cabe duda. Pudo ser angustiante mucho más allá de la presentación del drama. Nos pudo tomar del cuello y sacudirnos, como solía hacerlo ese genio francés del cine llamado Robert Bresson con sus temas de soledad y de amargura nunca buscadas.
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Esa es la oportunidad que dejó ir Valentina Maurel, pero entiendo que Tengo sueños eléctricos, entonces, habría dejado de ser del todo cine comercial y “la Verónica no está para tafetanes”. En todo caso, no se crea que el filme no tiene apuntes visuales muy bien logrados.
Así, las secuencias eróticas, sin perder el dilema de la contradicción, muestran un logro plausible; también las que revelan el mundo exterior visto por los personajes; el papel de la música recreadora de una época; el pliego ambivalente del color y, ante todo, los pasos quedos de un gato negro que la cámara sigue.
Si lo deseamos hacer como espectadores activos, ese gato con sagacidad felina personifica o nos recuerda, a su modo, la animalización de la actual sociedad, es prosopopeya, es figura y es personificación.
Las actuaciones son más bien superficiales, les falta fuerza, les falta corroerse con sus personajes, arañarse con ellos, conmoverse. Los histriones buscan lucirse y no se trata de esto.
Mi recomendación es que Tengo sueños eléctricos es película que hay que ver, no importa su nacionalidad, no es asunto de orgullo vano, se trata de ir a ver buen cine. Ahí está.
FICHA TÉCNICA DE LA PELÍCULA
Título original: Tengo sueños eléctricos
Costa Rica, 2022
Género: Drama
Dirección: Valentina Maurel
Elenco: Daniela Marín, Reinaldo Amién Gutiérrez, Adriana Castro
Duración: 102 min.
Calificación: CUATRO estrellas ( * * * * ) de cinco posibles
Plataforma: Cinemark, Cinépolis, Studio Cinemas, Novacinemas,
Magaly