Ser una mujer en el cine es difícil: a veces toca ser el músculo frágil que sostiene a una familia; a veces toca ser la profesional impecable que añora el amor; otras hay que luchar contra alienígenas, dinosaurios o zombis mientras se balancea el cuerpo en tacones y el pelo mantiene la compostura del salón de belleza.
“Los básicos que hay que saber son: que por cada mujer que habla en un rol de una película familiar, hablan tres hombres; que las escenas grupales en películas animadas y no animadas solo tienen 17% de mujeres; y que la proporción entre personajes femeninos y masculinos no ha cambiado desde 1946”, escribía la actriz Geena Davis para The Hollywood Reporter hace cuatro años, sobre los hallazgos de su instituto de investigación sobre representación de género. “Añadan a eso la hipersexualización de personajes femeninos, incluso en películas para menores de edad, una ausencia de aspiraciones y ocupaciones, y tienen ese panorama”.
No obstante, el panorama más inmediato ha cambiado.
Una semana antes de la entrega de los últimos premios Óscar, un estudio de la Universidad de San Diego –junto con el instituto de Davis, una de las pocas instituciones que respaldan con datos los cambios de participación femenina en Hollywood– celebraba un nuevo hito histórico: en las 100 películas más taquilleras de Estados Unidos durante el 2016, 29% de los personajes principales fueron mujeres (de la cantidad restante, 54% son hombres y el 17% es un elenco grupal).
¿De dónde vienen? La Universidad de San Diego celebra un pico “histórico” de roles principales femeninos. No obstante, hay que leer la cifra con contexto: 54% de los protagonistas siguen siendo hombres; según el mismo centro de investigación, todavía en el 2011, la cifra de historias taquilleras y protagonizadas por mujeres era de un muy bajo 11%.
Rogue One: una historia de Star Wars fue la película más taquillera del 2016. No solo cuenta con una protagonista –la criminal Jyn Erso, encarnada por la actriz Felicity Jones– sino que, al mejor estilo del universo Star Wars , su personaje une fuerzas, físicas e intelectuales, con la Alianza Rebelde para una operación paramilitar. Es decir, un papel que, hace cuarenta años, interpretaba Harrison Ford con su Han Solo.
Según el sitio Box Office Mojo, entre las películas más populares del año hay animadas como Buscando a Dory (que, de hecho, está en segundo lugar) de la lista, la oscarizada Zootopia y la nominada Moana .
Dramas que fueron reconocidos con nominaciones en los Globos de Oro y los Óscar como Hidden Figures , sobre tres matemáticas negras que trabajan para la NASA en los años sesenta ; o Arrival , el drama de ciencia ficción en el que una filóloga resuelve una crisis de diplomacia mundial comunicándose con una raza alienígena.
Revueltas en distintas posiciones de la lista aparecen comedias como Bad Moms o Cómo ser soltera y también cintas de terror como 10 Cloverfield Lane y The Witch .
Es cierto que la taquilla y las premiaciones no siempre coinciden, lo que es popular con el público no necesariamente lo es con la crítica.
Pese al mercadeo, Cómo ser soltera no hizo gracia a los críticos que la llamaron cliché y superficial. El remake de la cinta Ghostbusters recibió peores comentarios de quienes de antemano odiaron la premisa del cambio de género en su elenco que de quienes la reseñaron después de su estreno.
No obstante, aunque existen esas contradicciones, si la taquilla representa algo es que, durante una crisis de justa representación, la cantidad hace una poderosa fuerza.
Más y mejor. Año tras año, el debate sobre la disparidad de representación de minorías en el cine ruge con más claridad.
El 2015 fue, para los Óscar, un periodo de reflexión: pocas nominaciones para actores negros desencadenaron un turbio diagnóstico de una industria que protege a los hombres blancos y adinerados.
“Las cintas con mujeres en el centro tienen poco presupuesto porque las piensan con vagancia. Son proyectos pasionales. La gente pierde la fe porque los números del mercadeo tradicional no son congruentes con la naturaleza progresiva de la película” declaraba, en el 2015, la actriz Cate Blanchett al New York Times , desde su papel como una lesbiana frustrada por la presión social en Carol.
“Pensé que era una oportunidad de interpretar una adicta al crack sin un estereotipo” confesaba Naomie Harris de la película ganadora del Óscar, Moonlight . “Mostrando todas sus capas creo que se sale del estereotipo. Su historia es inspiracional sobre cómo puedes cambiar tu vida”.
Para las actrices, la representación no sólo es un problema en pantalla sino una lucha que las diferencia laboral y salarialmente de sus colegas hombres. ¿Cómo luchar artísticamente contra una disparidad que es espejo de un problema social?
“Revisen sus proyectos y cambien los nombres de sus personajes a nombres de mujeres”, aconseja Geena Davis . “¿Qué pasaría si plomeros, pilotos y constructores fueran mujeres? ¿Qué pasaría si taxistas o políticos corruptos fueran mujeres? ¿Qué tal si la pareja de oficiales que llega a la escena del crimen son dos mujeres y no hacemos una gran cosa de eso?”.
El hábito hace al monje. En Alien (1979) a Sigourney Weaver se le atribuye el primer personaje de acción femenino protagónico, heroico y vestida para matar.
Usar a una mujer para literalmente seducir al público ha truncado durante décadas la construcción de personajes complejos para las actrices.
Durante Arrival , la piel que revela Amy Adams es la de su torso mientras se desnuda de un complicado traje espacial diseñado para protegerla de una atmósfera desconocida. No lleva maquillaje. No participa de ninguna escena sensual o sexual ni sola ni con otro personaje.
En Florence Foster Jenkins y en Jackie , las nominadas al Óscar, Meryl Streep y Natalie Portman se visten con los trajes que realmente habrían usado sus personajes para la época.
Tanto la teatral Florence como la icónica Jackie Kennedy son mujeres adineradas y elegantes; pero, sobre todo, su vestuario trabaja con sus personajes para hacerlos creíbles y empáticos (por sus trabajos, las vestuaristas de ambas cintas fueron nominadas a los Óscar).
El vestuario es la primera capa para describir a un personaje. No obstante, como menciona Davis, las caracterizaciones tienen que ser refinadas con las aspiraciones y ocupaciones de cada personaje.
En la amplitud del año pasado, la cantidad de películas con personajes femeninos también ofrece un abanico de opciones para esas caracterizaciones.
La actriz Ruth Negga interpreta en la cinta Loving a una mujer negra encarcelada por casarse con un hombre blanco a finales de los años cincuenta.
En Hidden Figures y en La La Land, los papeles protagónicos pertenecen a mujeres profesionales que buscan respeto y realización personal.
En la complicada Elle , Isabelle Huppert es la jefa de una compañía de videojuegos confronta a su violador con sus propias reglas. Aunque esa última no fue taquillera, recibió atención de críticos que pusieron atención a la
Los signos que cita la Universidad de San Diego durante el 2016 en su estudio demuestran que aunque las mujeres protagonistas aumentan, las cifras de personajes mujeres mudos —o sea, las mujeres que son solo un adorno durante las escenas— se mantiene o incluso aumenta.
“Siempre digo que si lo pueden ver lo pueden ser”, escribía Geena Davis sopesando los resultados del año pasado en The Hollywood Reporter . “Mi mensaje en la inequidad de género de la industria del entretenimiento es que se puede solucionar de un día para otro. No tiene que hacerse en fases. La próxima película que hagan puede tener balance de género con protagonistas mujeres, roles secundarios y extras. Podemos crear mundos en los que las mujeres sean la mitad de los personajes y hagan la mitad de las cosas interesantes”.