Desde el aire venezolano El Helicoide parece un edificio de otro planeta. Un imperio de cemento, que al estilo hollywoodense, parece salido del mejor filme de ciencia ficción.
La futurista y excéntrica arquitectura del que pretendía ser el centro comercial más espectacular de Latinoamérica, mereció mil piropos en los años 60, pero con el tiempo se hizo digna de un millar de maldiciones. Allí, según cientos de testimonios y varias organizaciones de derechos humanos, se inocularía el odio político y las miserias represoras del régimen de Nicolás Maduro.
En resumen, les presentamos al que tiene fama de ser el peor centro de tortura de Venezuela. Una obra en forma de pirámide que pretendió ser el símbolo de la que fuera la nación más rica de la región, pero que terminó arruinado y convertido en una auténtica mazmorra.
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Hoy, El Helicoide es una oscura cárcel y el centro de operaciones del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN). Los supuestos abusos cometidos en ese lugar son denunciados diariamente en el país suramericano; se cuentan torturas, violaciones y hasta asesinatos.
Por ejemplo, en sus calabozos el diputado de la Asamblea Nacional de Venezuela Juan Requesens está preso desde agosto del 2018 –a pesar de gozar de inmunidad parlamentaria– mientras que en el mismo año el consejal opositor Fernando Albán habría muerto en condiciones muy sospechosas dentro de sus instalaciones.
El régimen madurista informó a la opinión pública que Albán se suicidó tras lanzarse desde el décimo piso de la estructura, pero familiares y aliados políticos del consejal no dan crédito a esa versión.
“A Albán lo asesinó la dictadura, no se suicidó como dicen ellos cobardemente, decir eso es encubrir un delito. Fue un homicidio perpetrado en El Helicoide”, denunció con vehemencia Juan Miguel Matheus, otro diputado venezolano.
Pero ¿quién edificó El Helicoide? ¿cómo terminó convertido en lo que es ahora? Pues echemos un vistazo a su delirante historia.
Se podría decir que El Helicoide es un edificio símbolo que, a la postre, se convirtió en un macabro puente en la historia política venezolana. Une a dos controversiales regímenes: el del militar Marcos Pérez Jiménez (1953-1958) y el de Nicolás Maduro Moros.
Pérez Jiménez creó El Helicoide entre 1956 y 1961, justo cuando Venezuela hacía alarde del poder económico que le daba el petróleo. Sería el centro comercial más lujoso de América, acorde con las posibilidades económicas y tecnológicas de la época.
“Fue construido en el centro-sur de Caracas, en una colina rocosa que fue chorreada en siete niveles en forma helicoidal o espiral. La colina esculpida luego se vertió sobre concreto, creando dos espirales entrelazadas con 4,02 kilómetros de rampas para vehículos”, detalló CNN en Español en un artículo especial.
Era un sueño de proyecto tan atractivo para el mundo, que incluso Salvador Dalí se habría ofrecido a decorar tan magna obra. Unos $10 millones habría costado el capricho de Pérez Jiménez, el equivalente a $90 millones en la actualidad.
No había nada como eso en el mundo. En lugar de caminar, los compradores manejarían cómodamente por sus rampas hasta llegar al puro frente de los comercios. La estructura, de 60.000 metros cuadrados, tenía planeado instalar 320 tiendas de lujo, ocho cines, un hotel y hasta un helipuerto.
El edificio también tendría salas de exposición, gimnasio, piscina, sala de bolos y guardería, además de estaciones de gasolina, taller automotriz y una radio local encargada de informar a sus usuarios todo lo que ocurría en el lugar.
El Helicoide, por si fuera poco, “contaría con circuitos cerrados de televisión y ascensores austriacos personalizados de alta velocidad, que sin embargo nunca lograron salir de sus estuches y finalmente fueron saqueados”, agregó el informativo.
El colapso
Pero la construcción de El Helicoide estaba a punto de derrumbarse. El régimen militar de Pérez Jiménez fue derrumbado en 1958, lo que hizo que el proyecto perdiera el apoyo continuo de sus inversores.
“En la naciente democracia, nadie quería tener nada que ver con aquella época oscura. Y, pese a haber sido una inversión privada, su vínculo con la dictadura sentenció su fracaso”, detalló Univisión.com.
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En los años posteriores le intentaron dar oxígeno y salvar “el sueño” con exposiciones de su maqueta en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa). Sin embargo, ya no había nada que hacer, en Caracas la obra quedó paralizada en 1961.
Luego, El Helicoide pasó por un estira y encoge monumental. Ningún gobierno sabía que hacer con aquella imponente estructura.
Primero se libró una batalla judicial para establecer a qué persona pertenecía el lugar, pero como nunca se llegó a acuerdos claros, en 1976 el inmueble finalmente fue absorbido por el Estado venezolano.
¿Invirtió Venezuela para concluir el icónico proyecto? La respuesta es no. El Helicoide, a partir de ese momento, se convirtió en una especie de salón multiuso.
“Entre 1979 y 1982, El Helicoide acogió de manera provisional unas 10.000 familias en contenedores de carga, lo que se convertiría en una gran ocupación. Luego, se asomó la posibilidad de instalar un Museo Nacional de Historia y Antropología, pero esto no prosperó. En 1993, se propuso convertirlo en el Centro Ecológico de Venezuela. Y la idea comenzó a materializarse”, anotó Univisión.com.
Pero ninguna idea fructificó. Finalmente el expresidente Rafael Caldera –quien gobernó Venezuela entre 1994-1999–, decidió convertir a El Helicoide en la sede de la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP), con lo que selló así su destino hasta el día de hoy.
Y llegó Chávez...
La historia que sigue todos las conocen. En 1994 Caldera concedió a Hugo Chávez –expresidente de Venezuela– un indulto carcelario que millares de venezolanos hoy lamentan.
Apenas dos años antes, Chávez había sido encarcelado por el fallido golpe de Estado que intentó dar al expresidente Carlos Andrés Pérez. Sin embargo, tras el indulto otorgado, el chavismo estaba a punto de hacerse con el poder.
Chávez ganó las elecciones de 1998, se puso la banda presidencial y entre sus primeras acciones estuvo la de cambiarle el nombre al DISIP. El exmandatario, fallecido en el 2013, rebautizó a la institución como el SEBIN y casi de inmediato la oscuridad comenzó a reinar.
Hasta los días de Maduro, sin cesar, se sigue escribiendo la leyenda negra de El Helicoide.
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En enero del 2019, la BBC hizo una investigación sobre este enigmático lugar. Recreó sus adentros y además consiguió algunos testimonios que retratan el infierno que se vive ahí.
Uno de los entrevistados fue Rosmit Mantilla, diputado opositor de la Asamblea Nacional que fue apresado en el 2014, varios meses antes de que comenzara su gestión parlamentaria.
“Fueron dos años y medio viviendo en el centro de torturas más grande Venezuela”, dijo a la BBC Mantilla, que actualmente vive exiliado en Francia.
Desde París, el diputado narró lo terrible que fue vivir en una celda de 5x3 metros, junto a 22 personas más.
“La luz de la celda estaba prendida las 24 horas del día y los 7 días de la semana”, dijo el diputado al sitio web Efectococuyo.com.
“Les puedo decir, responsablemente, que fui el único de los presos de 2014 que no fue torturado físicamente. Pero psicológicamente sí. No hubo un solo día en el que yo no haya sido maltratado de esa forma. Por ejemplo, pasé días y meses castigado en los sótanos sin agua, sin luz, sin baño. Bajo acoso verbal permanente, oyendo todo el tiempo (de los custodios) –vas a pasar 25 años aquí‘–", agregó al sitio.
Rosmit cree, con firmeza, que ser el primer diputado abiertamente gay y activista de la causa LGTBI en su país lo salvó del torturas peores, como la electrocución.
“Pasé por el dolor de ver cómo maltrataban no a uno, a mis compañeros. Todos, menos yo, fueron electrocutados. Por ser activista LGBTI, Amnistía Internacional acogía mi caso. Además tenía una resolución de Comisión contra la tortura y contra las detenciones arbitrarias de la ONU, por lo que el costo de torturarme físicamente era muy alto para ellos”, agregó al portal web.
Bajo el anonimato, por temor a represalias, la BBC entrevistó también a exfuncionarios del Sebin. Ellos confirmaron los abusos cometidos, aunque dijeron que nunca quisieron participar en ellos.
Según un exfuncionario de El Helicoide, identificado como Víctor en el reportaje, las torturas buscaban obtener confesiones.
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“Sacaban bolsas, gruesas, transparentes, y con eso los asfixiaban (a los presos) para obtener información. Los aparatitos que son de corriente, esos de defensa personal. se los ponían en el cuello, los pies e incluso en sus partes íntimas”, narró el entrevistado.
En mayo del 2018 se registró en El Helicoide un motín que terminó por desnudar lo que allí sucede. Varios presos políticos, como el dirigente y político opositor Daniel Ceballos, se organizaron para protestar por su situación.
En esa ocasión la rebelión fue controlada por la Guardia Nacional Bolivariana, pero las imágenes y las denuncias de los reos fueron contundentes.
“Estamos aquí todos los que no tenemos juicio, no tenemos traslado. Estamos aquí decididos a lo que sea, incluso a entregar nuestras vidas, para que se escuche lo que pasa en este calabazo, en esta mazmorra de la dictadura. Estamos cansados de que sigan torturando gente”, dijo Ceballos emocionado, en un video que fue grabado durante el motín, en los interiores de una celda.
La BBC agrega en su reporte que intentó conocer la versión del gobierno madurista sobre estas denuncias, pero que nunca recibió respuesta. El silencio fue total.
La foto de un país en decadencia.
Para Víctor Quintero, un venezolano radicado en Costa Rica y activista en Derechos Humanos, El Helicoide es una clara imagen de lo que pudo ser el país sudamericano y en lo que terminó convirtiéndose.
“Venezuela era un potencia, un país en vías de desarrollo que prometía lo mejor para sus ciudadanos. El Helicoide representaba eso, pero terminó convertido en un desastre económico y moral”, expresó Quintero.
“No es muy diferente en lo que sucede en la Venezuela actual, en todos sus ámbitos. El chavismo destruyó a la sociedad venezolana, llenándola de odio, injusticias y resentimientos. También, tal como lo hizo con el El Helicoide, destruyó la infraestructura estatal y es un ejemplo la crisis eléctrica que sufre el país en estos momentos”, agregó Quintero.
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Actualmente, basta con echar una mirada El Helicoide para confirmar gran parte de lo dice Quintero. Sí, porque al menos desde afuera, lo que se ve es desconcertante.
El Helicoide, que iba a situarse en un punto de flanco desarrollo de Caracas, se ahoga hoy entre precariedades. Flanco a flanco, la futurista edificación se ve abrazada por casas de lata y poblaciones vulnerables.
Los coches lujosos que alguna vez iban a subir sus rampas, los cinéfilos que iban a disfrutar los estrenos hollywoodenses en sus ocho cines y las miles de personas que comprarían en sus comercios nunca llegaron y nunca llegarán.
En El Helicoide solo habita la desolación... sí, como espejo de toda Venezuela.