Matrix: Resurrecciones está muy consciente de lo que implica reavivar una saga que ya todos daban por enterrada.
En el fin de la trilogía clásica (Matrix Revoluciones), nuestros héroes Trinity y Neo mueren. El sacrificio de este último, de tintes mesiánicos, tiene una sola dirección: que su muerte signifique también la derrota del mal (encarnado en el agente Smith) y así asegurar el futuro de la humanidad.
La saga parecía alcanzar su culminación, pues la historia que empezó en 1999 y sigue fascinando a tantos con justos honores era, entre muchas metáforas, una alegoría al terror que provocaba entrar al nuevo siglo, a los temores que generaba el internet y las nuevas formas que se planteaba la vida contemporánea.
Con todas esas preocupaciones asimiladas (porque superadas nunca estarán), Lana Wachowski se animó a regresar al universo que creó con su hermana hace dos décadas para excavar cuáles son las preocupaciones que nos atañen tanto tiempo después, en especial para ella que asume el reto de producir este esperado filme con la expectante mirada del mundo entero.
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Una nueva ruta
En medio de tantos regresos de sagas emblemáticas, un título como Matrix: Resurrecciones pareciera no conceder términos medios: o gusta o aleja. Lana Wachowski, junto con su hermana Lily, ofrecieron en 1999 una obra que tomaba la ciencia ficción y la moldeaba desde un punto de vista de autor: era su propia visión de mundo más allá de cualquier presión de estudio.
Tantos años después, Lana quiere revisionar cómo los años han tratado a la obra. No es tarea sencilla pues filmes como Blade Runner 2049, que también ofrecía relectura de su obra original tras el paso del tiempo, golpeó a los más puristas fervientes de la saga y acabó siendo un fracaso en taquilla.
La directora, en esta oportunidad, quiere proponer una historia que cuestione qué es Matrix para la gente, así como también qué significó para ella y cómo tener un éxito rotundo involucra también lidiar con la leyenda que la convirtió en una cineasta de un filme de culto (junto a su hermana Lily), cuando apenas tenía veinte años.
Sin caer en terreno de spoilers, Matrix: Resurrecciones va principalmente sobre qué significa escribir esta cuarta entrega. En el primer acto vemos a un Neo sumido en la pastilla azul, esa que lo aleja de la “verdad”, y cómo en este nuevo mundo que habita no es un héroe maestro del kung fu, sino un artista del que todos esperan algo: es un hombre que fue exitoso en el pasado y se siente presionado por repetir su hazaña.
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La directora, desdoblada en el personaje de Neo, expone lo que significa ser aplastada por la expectativa de hacer una cuarta película de una saga insigne. Al hacerlo es frontal: agradece a quienes la apoyan y le da la espalda a quienes la presionan.
Y justamente, en este extraño mundo en que ahora habita Neo, el protagonista deberá tomar enfrentar la misma disyuntiva que Lana tuvo: enfrentar o no su leyenda.
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Terreno minado
Las decisiones en torno a volver a Matrix: Resurrecciones no fueron sencillas. Al contar una historia que sucede muchísimos años después de la ya conocida, los personajes en su mayoría son otros. Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss repiten sus roles en un sentido reencuentro de Neo y Trinity, pero otros personajes emblemáticos como Morfeo y el Agente Smith aparecen con nuevos rostros, una decisión que asume la directora Lana para que su filme no solo sea un dispositivo nostálgico.
Yahya Abdul-Mateen II (de Candyman) es un joven Morfeo, menos dramático y con mucho más humor; Jonathan Groff (de Mindhunter) es una versión reprogramada del Agente Smith, con una conducta muy diferente a la de las entregas anteriores.
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Estas decisiones, que sin duda levantarán roncha en muchos, es parte de la intención de Wachowski de poder contar la historia bajo sus propias reglas, y su intención de no usar una película como excusa para reunir a un viejo elenco.
El resultado fue una catarsis para la cineasta, pues el filme justo cayó en una racha de depresión.
“Mi papá murió, luego un amigo murió, luego mi mamá murió. Realmente no sabía cómo procesar ese tipo de dolor. No lo había experimentado tan de cerca ... Sabes que sus vidas van a terminar y, sin embargo, fue muy difícil de digerir. Mi cerebro siempre se fuga hacia mi imaginación y una noche estaba llorando y no podía dormir. Esa noche mi cerebro explotó toda esta historia (Matrix: Resurrecciones). Ya no podía tener a mi mamá y a mi papá, pero de repente tuve a Neo y Trinity, posiblemente los dos personajes más importantes de mi vida”, contó la directora en una entrevista para Collider.
“Fue inmediatamente reconfortante tener a estos dos personajes vivos de nuevo, y es muy impactante. Puedes pensar : “Está bien, Neo y Trinity murieron (en Matrix: Revoluciones) y puede que traerlos a la vida no se sienta bien. ¡Pero sí me sentí bien! Porque es algo que estaba en mi control. Esto es lo que hace el arte y eso es lo que hacen las historias: nos reconfortan“.