El legendario e incomparable Alain Delon, último gran ícono masculino del cine francés, falleció este domingo 18 de agosto a los 88 años, tras una larga carrera empañada por la enfermedad y las desavenencias familiares en el ocaso de su vida.
Sus tres hijos, Alain Fabien, Anouchka y Anthony, anunciaron con profundo pesar que su padre había fallecido en mitad de la noche, rodeado de su familia en su casa de Douchy, en el centro de Francia.
En un comunicado, la familia pidió “que se respete su intimidad en este momento de duelo extremadamente doloroso”.
Galán por excelencia durante décadas, a las órdenes de maestros como Luchino Visconti o Jean-Paul Godard, Delon desapareció prácticamente de la gran pantalla desde finales de la década de los 90, pero no de la prensa rosa o la televisión, con declaraciones controvertidas y problemas domésticos.
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En el verano del 2023, sus tres hijos presentaron una denuncia contra su dama de compañía, Hiromi Rollin, a veces descrita como su pareja, sospechando un abuso de debilidad.
Meses después esos tres hijos se acusaron mutuamente de desatender al patriarca, que había sufrido un derrame cerebral años atrás.
Su último fulgor como estrella del cine, al que dedicó toda su vida con enorme disciplina, fue en mayo de 2019, cuando recibió en el Festival de Cine de Cannes una Palma de Oro honoraria. ”Es un poco un homenaje póstumo, mientras aún estoy vivo”, aseguró el actor, emocionado, en aquel momento.
Sus últimos años los pasó en su propiedad en Douchy, rodeado de altos muros; allí quería ser enterrado, cerca de sus perros.
“Alain está en una profunda soledad, elegida, en el pasado, con seres a quienes amó mucho”, dijo en 2015 su antigua compañera, Mireille Darc, poco antes del 80 aniversario de la estrella.
El nacimiento del legendario Alain Delon
Nacido el 8 de noviembre de 1935 en Sceaux, cerca de París, Delon tuvo una infancia inestable tras el divorcio de sus padres, seguida de cuatro años de guerra en Indochina como infante de marina.
De regreso en París, multiplicó empleos ocasionales en una zona del mercado central de la capital frecuentada por proxenetas, prostitutas, homosexuales y maleantes.
“He tenido muchos contactos con el gansterismo, hasta lo rocé con los dedos”, confesaba en 2021. Pero “siempre preferí los policías”, contaba.
Su recia elegancia, mirada azul y “rostro de ángel” -uno de sus apodos- no pasaban inadvertidos en el distinguido barrio parisino de Saint-Germain-des-Près que comenzó a frecuentar.
El cineasta Jean-Claude Brialy cayó bajo aquel encanto y lo invitó al Festival de Cannes. En 1957 debutó en la pantalla en Quand la femme s’en mêle, de Yves Allégret, antes de convertirse en intérprete de uno de los más grandes, Luchino Visconti.
La enorme estela de Alain Delon
Alain Delon participó en más de un centenar de películas desde su irrupción en la gran pantalla en 1957. Tenía un instinto natural. Se enorgullecía de no haber trabajado nunca su técnica y de apoyarse en su carisma, una mezcla única de belleza incandescente y frialdad quebradiza.
“Lo mejor y lo peor, a la vez inaccesible y cercano, frío y ardiente”, reconoce Brigitte Bardot.
"No es un actor normal, Alain Delon. Es un objeto de deseo. Ni siquiera es sexy, ni masculino, ni femenino: es una belleza infernal", destacaba el actor Vincent Lindon en un documental en 2012.
Ese magnetismo que emanaba fue oro para los cineastas y muchas de sus películas son monumentos del sétimo arte. Entre ellas sus filmes se destacan A pleno sol, de René Clément (1960), que le dio una aura internacional; Roco y sus hermanos (1960), El Gatopardo (1963) –del italiano Luchino Visconti– o La piscina de Jacques Deray (1969).
En ese thriller psicológico de 1969, Delon actuó junto a Romy Schneider, con quien hizo una pareja glamorosa durante años.
El mito construido alrededor de Alain Delon
El cineasta más importante en su carrera fue Jean-Pierre Melville, quien lo dirigió en clásicos como El samurái (1967) y El círculo rojo (1970).
Estos roles definieron el mito de Delon, que explotaría en numerosos otras películas policiacas más tarde: el hombre de honor viril y silencioso, obligado a luchar solo contra fuerzas que lo superan.
Este personaje arquetípico inspiraría a directores de todo el mundo, como el hongkonés John Woo o el estadounidense Quentin Tarantino, a pesar de que el francés nunca se destacó en Hollywood.
La carrera de Delon se construyó paralelamente a la de otro monstruo sagrado, su amigo Jean-Paul Belmondo.
Fue una amistad teñida de cierta rivalidad, que brilló en pocas pero escogidas películas: Borsalino (1970) y Uno de dos (1998).
“Él y yo somos el día y la noche”, escribió el actor Belmondo en un libro de memorias en 2016. Belmondo era hijo de burgueses con un estilo llano y popular, mientras que Delon fue un chico de la calle que aprendió a convertirse en un príncipe.
Delon era idolatrado en Francia, pero el hombre a menudo fue criticado y considerado antipático.
Fue amigo del líder de extrema derecha Jean-Marie Le Pen, y en repetidas ocasiones se mostró a favor de la pena de muerte o en contra de la homosexualidad, a la que calificó de "antinatural".
Nostálgico de los años del general Charles De Gaulle, también era objeto de burlas por su ego y su costumbre de hablar de sí mismo en tercera persona.