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George Hansell nació en Cahuita, en 1946, y su vida ha transcurrido entre el mar turquesa de las playas del Caribe costarricense y las montañas de Talamanca. Ha ido a San José, pero la ciudad no es lo suyo.
A sus 67 años, aún guarda preocupaciones y mantiene tareas pendientes, la más grande de ellas es el riesgo de demolición que pesa sobre algunos poblados del Caribe sur.
“Lo único bueno de este problema es que nos ha ayudado a crecer como comunidad y a estar más unidos”, comentó George.
Su voz fuerte y tono grueso imponen respeto y llama la atención de quienes le escuchan.
La mayor parte de su vida la ha dedicado a formar grupos de organización comunal. Fue presidente de la Asociación de Vecinos de Puerto Viejo y Punta Uva.
También se dedicó a la producción de Cacao hasta 1989, año en que este cultivo cayó y lo obligó a buscar nuevos horizontes.
“Uno tiene que agradecer el turismo, si no fuera por el turismo todos hubiéramos muerto de hambre; los perros nos hubieran comido vivos”, comentó.
Hansell asegura recordar quién fue el primer turista que llegó a Puerto Viejo, Limón.
“Si no recuerdo mal fue un alemán que llegó en 1956 para hacer fotografías de mariposas”, aseguró.
A San José. A la edad de nueve años conoció San José, y jamás logró olvidar aquellas josefinas comentando sobre su color de piel y rasgos diferentes a los suyos.
“Lo que más me impresionó fue ver unas niñas que me señalaban y se decían: vea, vea, un negrito”, recordó.
Quizá por ese episodio fracasó en su intento de vivir en la capital.
“Cuando mi padre murió me fui cuatro años para allá (San José), pero no pude quedarme, la ciudad no se hizo para mí, lo mío es el Caribe”, concluyó.