“Ella lo único que quería era enseñarnos a vivir”, dice hoy David Barboza. Gigi, su esposa, falleció en marzo del 2015 tras una prolongada lucha contra el cáncer. Ante la muerte, ella no se arredró; más bien, alzó el mentón y, a través de una página de Facebook y un documental, contó su vida. Hasta el fin.
La realizadora Erika Bagnarello ( Primero de enero , Luces de esperanza ) acompañó a la pareja conformada por Barboza y Gigi (Gihan Khangi Monge) cuando la mujer de 38 años decidió suspender los tratamientos por su cáncer colorrectal.
“Seis meses antes de que Gigi partiera, cuando se diagnosticó metástasis en los pulmones, ella decidió que no quería seguir en el tratamiento”, dice Barboza. “Siendo personas de fe, ella me dijo: ‘no voy a resistir un tratamiento más, si esta es la voluntad de Dios, me voy a poner en las manos de él y esperar que sea lo que tenga que ser’”.
Gigi contó su historia en una página de Facebook, “Gigi LOL: Living Out Loud/ Viviendo en Voz Alta”, para que su hija, Téa, pueda conocerla en el futuro pues en ese momento, la niña apenas tenía seis meses. Allí, Gigi contaba su experiencia y cómo iba cumpliendo algunos sueños; en Gigi , el documental, lo cuenta con toda transparencia ante las cámaras.
“El proyecto resultó ser una historia de vida, de inspiración, de cómo intentó vivir cada minuto esos meses, y cómo logró afrontar este proceso”, dice Bagnarello. “Me abrieron las puertas de su casa. Intenté que fuera algo muy realista y espontáneo. El documental es observacional, mezclado con entrevistas muy íntimas”, explica Bagnarello.
Como realizadora, fue una experiencia muy distinta de sus proyectos previos: en esta ocasión eran ella, su cámara y sus personajes, nada más.
“A veces llevaba la cámara, a veces no. a veces era solo para hablar con ella y entender qué estaba pasando por su cabeza. Nunca había estado de la mano de alguien con una enfermedad terminal. Todo lo filmé yo, en algunos momentos al final tuve ayuda de camarógrafos. Mucho material es de archivo, filmado con iPhone, que ellos ya tenían. A veces en el proceso ellos mismos se filmaban. Quería meternos en el mundo de alguien que está atravesando esa situación”, explica Bagnarello.
“En lo personal ha sido un proceso bastante difícil pero también muy valioso para mi crecimiento personal como directora, como profesional y como persona. Todos los involucrados sienten lo mismo, que ha sido un viaje emocional con este personaje. Lo que queremos es que el otro año mucha gente lo vea y apoye al proyecto”, explica la directora.
El documental de 62 minutos se encuentra en etapa de posproducción. Bagnarello desea que tenga proyección de al menos una semana en salas ticas, circulación en festivales y difusión por otros medios; llevar el mensaje de Gigi al mundo es la prioridad.
“Ella quería que la gente que no tiene cáncer supiera o tuviera una idea de lo que una persona con cáncer vive, y que la gente que tiene cáncer supiera que estaba bien en un momento del proceso decir que no, que ya no quiero más tratamiento”, dice Barboza.
“Se hizo lo que se pudo para que ella estuviera bien en ese rato y para que ella pudiera realizar su sueño, ya no en vida”.
Él no ha visto el documental todavía: será sorpresa para él como para los espectadores. “Hay un sentimiento de orgullo, de saber que realmente su deseo más fuerte se pudo hacer una realidad, que era esto. Ese documental va a ser una parte fundamental del proceso de mi hija y posiblemente hasta del mío”, explica Barboza. Como él explica, si bien fue un proceso muy doloroso, ser “cómplice” de Gigi en el cumplimiento de sus sueños resultó muy satisfactorio y un proceso de aprendizaje. “Mi hija y yo somos producto, hoy, de un proceso muy atípico, mucha gente se impresiona con él, pero le doy mil veces gracias a Dios porque Gigi tuvo ese coraje”, dice. “Nos enseñó a vivir a muchos hasta el último momento”.