Dentro de los cortometrajes que se presentaron en el Costa Rica Festival de Cine (CRFIC 2019) hubo uno que se robó el corazón de los espectadores: se trató de La bohemia, de la directora Natalia Solórzano.
El filme, de 29 minutos, que se presentó en la competencia local, es precisamente una radiografía audiovisual de La bohemia, el famoso bar capitalino que desde hace décadas se ubica en el corazón de San José. Al verlo en pantalla grande, clientes y no clientes de la famosa cantina no solo aplaudieron la propuesta fílmica, sino que le otorgaron el premio del público del recién concluido certamen.
“No nos esperábamos ganar ese premio, la selección de cortos del CRFIC estuvo muy buena y variada, por lo que jamás imaginábamos que íbamos a tener tanta predilección del público en la votación. Estamos contentas y honradas”, expresó su realizadora.
En sus reveladoras secuencias el cortometraje narra cómo el abuelo y el tío de Giorgio Motta, actual administrador del lugar, llegaron a Costa Rica hace 70 años. Desde Italia vinieron los aventureros, para con sus propias manos construir el emblemático lugar.
Desde entonces, La bohemia recibe a diferentes generaciones, que son atraídas por la nostalgia de la música, la conversación y las bocas, pero especialmente por el encanto que su cantinero, propietario y cocinero le brinda.
Es La bohemia, según sus productores, el diamante de un San José tradicional que parece condenado a desaparecer.
El origen
Según Solórzano, el corto La bohemia nació como parte de una serie documental llamada San José de noche, ideada por el realizador Felipe Zúñiga y la productora Alejandra Vargas.
“Felipe y Ale me invitaron a dirigir, guionizar y editar uno de los capítulos. Solo había una idea germinal y era la posibilidad de hacerlo acerca de bares antiguos de San José. Yo lo analicé, hice una investigación y decidí que fuera sobre La bohemia, porque sabía que era una cantina muy antigua y que unía como clientes a varias generaciones de josefinos”, explicó la cineasta.
Solórzano admite que, al menos personalmente, no conocía el lugar. Por eso se propuso que el espectador lo descubriera con ella, como si nunca hubiesen puesto un pie allí.
“Una vez que empecé a ir a La bohemia quise saber quién estaba detrás de ese lugar. Así fue como conocí a don Giorgio, y fue cuando decidí que él tenía que ser el protagonista”, agregó Solórzano.
Pero enamorarse del carisma de su dueño fue solo el comienzo. Luego la realizadora se vio seducida por la antigüedad del sitio, la clientela y sus particulares interacciones.
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“Ahí no solo se pueden comer unas bocas deliciosas y tomar alguna cerveza sino que es un lugar donde se puede conversar y conocer a otras personas, hacer barrio, hacer comunidad. Además, tiene un asunto intergeneracional que me encanta: hay clientes antiguos, señores y señoras mayores que se reúnen ahí hace más de 30 años”, comentó la realizadora.
Todo lo anterior se ve reflejado en la pieza audiovisual que conquistó al público del CRFIC. Es imposible ver el filme y no maravillarse de ver clientes entre los 20 y 35 años, interactuando en el mismo lugar con generaciones mayores.
“Es un lugar donde parece que el tiempo se detiene en conversaciones. Además, se disfruta la música de boleros en vivo de personas que llegan a tocar por dinero o de clientes que incluso llevan sus propios instrumentos y se sientan a cantar con amigos y desconocidos”, agrega Solórzano.
La bohemia es, sin duda, un micromundo digno de ser retratado, visto y apreciado por los ticos. Por eso, si usted quiere disfrutar del cortometraje, puede hacerlo ingresando a la plataforma de TDmás. Allí puede suscribirse y verlo de forma íntegra.