Los Juegos del Hambre cumplía con todos los requisitos para el éxito: tenía una protagonista fuerte, un culebrón entre dos pretendientes, un gran villano imposible de derrocar en un solo capítulo y suficiente acción como para entretener a un público juvenil, siempre sediento por una historia compatible con su ánimo adolescente.
Pero más allá de todos esos ingredientes, Los Juegos del Hambre ocurrió en el momento preciso: ese mismo año acababa la saga Crepúsculo en el cine. Con las aventuras de Edward y Bella en su fin, y con el cierre el año pasado de la colosal secuencia de ocho películas de Harry Potter, Los Juegos del Hambre tenía terreno fértil para cosechar sus taquillazos: más de $2.300 millones al final del día.
El 23 de marzo se cumplió una década de una saga que, si bien acabó irregular en calidad, se recuerda hoy como el último gran hitazo en torno a las sagas juveniles en la gran pantalla. ¿Por qué? El mismo paso del tiempo nos lo recuerda.
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En perspectiva
No hay que jugar de adivino para saber que cualquier adaptación cinematográfica requiere de un éxito literario. Suzanne Collins debió esperar los habituales cuatro años de buen suceso en ventas de libros para ver su creación plasmada en la gran pantalla.
Pero aquellos tiempos de esperar en comunidad una saga literaria han ido escaseando con el paso de los últimos diez años. Con el auge de sitios como Wattpad, una plataforma para escritores “aficionados”, el consumo de libros se ha diversificado y, sobre todo, canalizado hacia el consumo rápido que se puede realizar en una aplicación del teléfono celular.
Por eso recordar los llenazos en librerías que provocaba ver Los juegos del hambre se mira como algo histórico. No solo eso, sino también esa suerte de “lectura comunal” que había entre su público, pues era habitual encontrar que colegiales compartieran sus impresiones sobre cada nueva aventura de Katniss en los recreos, o bien, en los foros web que tan de moda se pusieron para comienzos de la década del 2010.
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Hoy eso se mira difícil de replicar. Si bien, otras sagas como Divergente y Maze Runner (ambas en el 2014) no sufrieron escasez en taquilla, siempre debieron lidiar con la sombra de la repetida frase “se parece demasiado a Los juegos del hambre”.
Incluso es posible rastrear parte de esa expectativa en cifras concretas: en una encuesta que publicó Variety en el 2015, Star Wars: El despertar de la Fuerza no era la película más esperada de ese año. Los espectadores norteamericanos admitieron que lo que más locos los volvía era conocer el término de la saga de Los Juegos del Hambre, que incluso generaba más expectativa que Vengadores: La era de Ultrón.
Esa leyenda que hizo prevalecer la historia de Katniss estaba más que justificada: Los juegos del hambre revivió la jugosidad que tiene el género battle royale (que tanto gozó El juego del calamar el año anterior) para explorar la adrenalina que provoca ver a un montón de gente matándose para sobrevivir. De la mano con los vericuetos emocionales de la protagonista y un trasfondo que pretendía verse político, la admiración por las cuatro películas creció.
Hoy por hoy, su dúo protagonista está bien implementado en el inconsciente colectivo. Que lo diga Jennifer Lawrence, cuya carrera despegó gracias a esta franquicia.
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En muchas repisas de cuartos, en los remanentes de Tumblr y en miles de tableros de Pinterest aparece Katniss apuntando a su flecha. Puede que haya tenido altos y bajos, pero sí que es incuestionable cómo la saga erige su leyenda dentro de su propio público meta.
¿Quién podría relevar a Los juegos del hambre? En el horizonte, Animales Fantásticos pretende dos películas más aprovechando la fascinación que generó la saga original de Harry Potter, pero sin el mismo entusiasmo y con algunos detractores por polémicas como la destitución de Johnny Deep en el elenco.
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Otra eventual franquicia que podría emular esa gramática es Dune, que sin dudas está mucho más alejada de los espectadores pubertos y más orientada hacia un público “adulto”. ¿Aparecerá alguna sorpresa para reinventar el mercado juvenil?
Algunos se atreven a decir que Gideon La Novena, el primer título de una incipiente serie de libros sobre ciencia ficción, podría dar el batacazo en algunos años. Se trata de una obra que subvierte todos los cánones de solemnidad que tanto le han obsesionado a los creadores del género. Aunque se mira complicado, podría significar un giro para dejar de mirar historias premasticadas pensadas para adolescentes. Mientras se espera por ello, Los juegos del hambre cimenta su textura nostálgica.