Mentir para obtener su primera película y tomar sólo leche durante una semana para bajar de peso y así obtener el papel ansiado es solo parte de lo mucho que Maribel Guardia ha experimentado en el mundo del cine.
La actriz costarricense fue de los rostros más frecuentes en el cine mexicano durante los años 80, pero luego el canto y la televisión, que realmente son las industrias que le han dado más réditos, la absorbieron.
Este año, tras casi dos décadas alejada del cine, Maribel regresa a la gran pantalla con la comedia Juntos pero no revueltos. En la película, la tica es “Lupe”, la mamá de “Rose” (Diana Bovio), cuya hija se casará con un “sugar daddy” español, así que los hijos de este viajan a México para conocer a su particular familia política mexicana.
“Me gustó que era una chica de barrio, pintoresca, con toda su ropa de colores, flores, banda en la cabeza; es una mujer de pueblo cuyo hijo es un lanchero en Xochimilco y la hija es toda sexy; muy normal, como es ahora, antes la sensualidad se ocultaba”, comenta Maribel.
La actriz y cantante conversó con el periódico El Universal de México sobre su esperado regreso al cine, ya que su último papel en la gran pantalla fue Reclusorio III (1999). A continuación, compartimos un extracto de la entrevista.
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—¿Por qué no habías hecho cine desde hace 20 años?
—Por falta de tiempo. Llegaban ofertas pero por fortuna tengo mucho trabajo. Extrañaba al cine: cuando lo hacía me gustaba el ambiente porque los sábados era “el sapo”, que es como nos daban de comer: los actores recolectábamos dinero, invitábamos a todos los chicos del staff, comprábamos tequila y nos quedábamos a convivir.
“Empecé mi carrera primero en teatro y luego me fui al cine, que para mí fue importante porque fue el que me proyectó al pueblo. Hice mucho cine de comedia, de caballos, pícaras.
—Hiciste Juan Charrasqueado (1982) con Vicente Fernández, al inicio de tu carrera...
—Mi primer estelar me lo gané por un engaño. Fue El Bronco (1982) con Valentín Trujillo. Primero fui, no me dieron el papel y pues ni modo. Pero la actriz que iba al final ya no pudo y entonces un día me hablaron y me preguntaron si de verdad sabía esquiar. Dije que claro, que crecí en Costa Rica, en Puntarenas, haciéndolo en el mar (risas).
“Me respondieron: “ok, mañana salimos a las siete para Mazatlán” ¡Y eran las 10 de la noche! Total que era el papel protagónico y cuando estamos en la playa viene mi primera escena con los esquís y me acerco al director (Edgardo Gazcón) para decirle que había un problema y que no sabía hacer eso.
”Bueno, se puso de: “¡cómo es posible! ¡Santo Dios, ampárame! ¡Es usted una mentirosa!”. Al final tomaron a una doble de por allá y ella hacía las escenas, a mí me tiraban agua en la cara como si fuera yo quien lo estuviera haciendo (risas).
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—¿La película Terror y encajes negros (1986) te puso en otro estándar?
—Luis Alcoriza (el director) era complicado. Me llamó mi representante para decirme que estaba gorda y que si quería ir al casting debía bajar tres kilos y regresar en una semana. Tomaba un vaso de leche al día nada más, me morí de hambre, pero llegué sin ese peso. A esa edad puedes hacer esas barbaridades, ahora no (risas).
”Pero entonces llego y me dicen que me aprendiera el libreto entero para el día siguiente y pues fue de irme a casa, no dormir y memorizarlo todo. Estaba haciendo el casting todo mundo, estaba muy cotizado el personaje, pero me quedé con él. Me dijeron que cambiara el color del cabello, me lo decoloré y casi se me cae (risas).
“El primer día de filmación me dijo que fuéramos a comer, pidió una botella de vino tinto y le dije que no tomaba. Respondió que una persona que no tomaba no era de fiar y me hacía tomar media botella. A la primera copa ya me sentía araña fumigada, gracias a Dios el papel era de una chica que era perseguida por un tipo para matarlo, entonces (el aspecto) un poco me sirvió. Alcoriza tenía eso de tener una especie de romance con las actrices, pero no amoroso, sino de convivencia, para adentrarlas en el papel.
—Hiciste algunas películas de las llamadas “ficheras”, que ahora se consideran que cosificaba a la mujer. Quizás no se podrían hacer ahora...
—No hice mucho cine de ese. El cine mexicano siempre tuvo un grado de inocencia muy grande comparado con el español: tú ves su cine de los 80, decían “acción” y se quitaban la ropa, mientras que aquí lo máximo era mostrar los senos, no había escenas fuertes. La única película en que me quité el brasier fue en Pedro Navajas (1984), en todas las demás salgo vestida y tampoco era la minifalda más corta, como las de ahora (risas).
“Los actores somos producto de la época que nos tocó vivir, al cine le agradezco mi carrera, que me hizo famosa y de ahí surgió mi carrera de cantante, que ha sido la que me ha dado de comer toda la vida.
—Dicen que en esta nueva película ayudaste a la producción con una persona testaruda que ponía canciones a todo volumen...
—Sí, ya llevaba dos días que no quería bajar su música y no había manera de trabajar. No se podía grabar y él lo hacía adrede. Ya estaban por cortar (el rodaje) cuando fui con él. Le comenté que estábamos haciendo una película que se va a proyectar en el mundo, que queremos que se conozca a Xochimilco como uno de los lugares más bellos. Y me contestó que no, porque (los demás) le caían gordos. Hasta el final dijo que lo haría por mí (bajarle a la música) porque yo le caía bien, pero los demás no (risas).
‘Juntos pero no revueltos’ se estrenará este miércoles 11 de enero en la plataforma ViX, que no está disponible en Costa Rica. Se espera que el filme, posteriormente, tenga distribución internacional en salas.
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