Solo un milagro habría podido redimir el inepto guion de La monja 2, pero el fenómeno no se dio. Como era lógico suponer, esta producción de alto presupuesto goza de una puesta en escena esmerada y una realización técnica apreciable, lo cual no es suficiente para ocultar la ínfima calidad de su argumento.
Al igual que Annabelle (2014) y La maldición de la llorona (2019), la primera entrega de La monja (2018) forma parte de una franquicia de terror para adolescentes: un negocio multimillonario, que surgió tras el éxito masivo de El conjuro (2013).
Aquella escalofriante película ilustraba las experiencias de los cónyuges Warren, una pareja de investigadores de lo oculto y lo paranormal. El conjuro generó varias secuelas oficiales y otras producciones paralelas (llamadas en inglés spinoff) inspiradas en diferentes misiones de los Warren.
Enésimo reciclaje
Por lo tanto, La monja 2, que ya está disponible en HBO Max, es la secuela de un spinoff de un hito de taquilla. Como tal, no se le puede pedir mucho en términos de originalidad. Y en efecto, se trata de lo mismo de siempre: otra vuelta de tuerca, el enésimo reciclaje de algo ya observado mil veces.
En un contexto vagamente religioso de corte judío-cristiano, se libra la clásica batalla entre el bien y el mal, con una heroína armada de algo más que su propia fe; en contra de un tenebroso ente diabólico.
La acción se ubica en Tarascón, algún lugar de Francia, en el año del Señor de 1956. El inicio es prometedor, con una ambientación pulida, buena fotografía y un prólogo inquietante.
Villano impredecible
Taissa Farmiga (hermana menor de la actriz Vera Farmiga, con quien comparte ojos claros y mirada expresiva) retoma el papel de la hermana Irene.
Ella es una monja católica, quien debe lidiar por segunda vez con un demonio salido -literalmente- del infierno. Este tiene apariencia de monja satánica, pero se manifiesta también como un diablillo tradicional, con cola y cachos. O bien, transformando las facciones de las personas que posee.
Es un villano impredecible, pues ataca a los humanos. A veces para matarlos, a veces solamente para pegarles el susto de sus vidas. En una escena demuestra ser todopoderoso; en otra, se detiene ante una puerta cerrada.
Las reglas del juego cambian a cada rato en esta ficción pueril, donde los misterios más arcanos se resuelven prácticamente por sí solos y donde los exorcismos parecen peleas de superhéroes.
Armas secretas contra el maligno
Siempre hay alguna arma secreta que representa la única opción para derrotar al maligno. En La monja había una reliquia con la sangre de Cristo. Esta vez, se trata de nada más y nada menos que... los ojos de Santa Lucía.
A pesar de su aceptable calidad técnica, la función pierde credibilidad con el pasar de los minutos y roza la autoparodia involuntaria, con tomas grotescamente exageradas que desbordan en lo ridículo.
Hay aciertos esporádicos de parte del director Michael Chaves. Por ejemplo, está el kiosco de revistas, donde las páginas son movidas por el viento y van formando un tétrico collage. No obstante, logros como este son mínimos; gotas que se pierden en un mar de banalidad.
En cuanto a las actuaciones, aparte de los ojotes de Taissa Farmiga, no hay nada que señalar. La monja 2 es imperdonable.
La Monja 2 (The Nun II)
Dirección: Michael Chaves.
Reparto: Taissa Farmiga, Jonas Bloquet, Storm Reid, Anna Popplewell.
Duración: 110 minutos.
Origen: EE.UU. 2023.
Género: Terror.
Calificación: 3.