Netflix estrenó Matilda, de Roald Dahl, el musical, título escogido por la plataforma como su estreno navideño y que genera, inevitablemente, ideas preconcebidas a la hora de sentarse en el sillón y encarar la película.
No es para menos: la versión cinematográfica definitiva de la novela de Dahl publicada en 1988 siempre será la película de 1996, dirigida por Danny DeVito y protagonizada por Mara Wilson, como la precoz y mágica niña del título. Aquel fue un filme conmovedor y está dentro de los favoritos de toda una generación.
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Ahora, con el largo título de Matilda, de Roald Dahl: El musical, llega una nueva adaptación. La cinta está dirigida por Matthew Warchus (el mismo del montaje original) y tiene al centro a la talentosa actriz irlandesa Alisha Weir, quien interpreta a Matilda Wormwood, hija de unos padres (Stephen Graham y Andrea Riseborough) que nunca quisieron tener familia y que ni siquiera se preocuparon de llevarla al colegio.
Así, la brillante Matilda aprendió a leer muy pequeña por su propia cuenta y fue adquiriendo conocimientos. Su vida cambia cuando llega al colegio Crunchem Hall, propiedad de la malvada Agatha Trunchbull (encarnada por una irreconocible Emma Thompson, cubierta por una gruesa capa de maquillaje y envuelta en grotescos vestuarios), una mujer que odia a los niños y parece más preocupada por hacer sufrir a sus alumnos que por educarlos.
Matilda, en todo caso, llega a la sala de clases de la bondadosa profesora Honey (Lashana Lynch), quien la ayudará a descubrir su potencial y a lidiar con los poderes para mover las cosas a su alrededor.
En menos de dos horas, Alisha Weir derrocha carisma en una película en la que su personaje corría riesgo de fácilmente ser opacado por el llamativo histrionismo de Emma Thompson, quien domina todas las escenas en que aparece. De hecho, son los momentos entre ambas los más atractivos del filme.
Para los escépticos vale la pena aclarar que la película de Netflix se aparta de la novela que le da origen y, por ende, del filme de DeVito, al tomar como punto de partida el exitoso musical originado en el West End londinense en 2010, que luego siguió su marcha en Broadway y que ya prepara su versión argentina.
Los creadores de aquel suceso teatral fueron el director Matthew Warchus y el compositor Tim Minchin, que vuelven a trabajar juntos en la película aprovechando cada posibilidad que brinda el cine para ampliar –sin abandonar o transformar de más– el universo que habían imaginado para las tablas.
“Un relato que muestra que a veces los cuentos infantiles pueden ser fábulas oscuras, que el amor paternal no es automático o incondicional y que frente a los abusos del mundo en ocasiones la única respuesta son las pequeñas grandes revanchas. Pero, sobre todo, que la literatura y la imaginación son el camino para alcanzar un mundo mejor”, escribió la crítica Natalia Trzenko para La Nación de Argentina.
Puede disfrutar del filme con su suscripción de Netflix.