“Solo para monstruos”... No, no y no, ¡ya olvídense de eso!, esa regla no aplica más en el famoso Hotel Transilvania.
Las puertas ahora están abiertas para humanos, por lo cual el panorama social de la lúgubre posada cambia radicalmente en Hotel Transilvania 2 , filme animado que se estrenó el jueves en el mundo.
No podía ser diferente. En la primera película de esta serie animad, en el 2012, Mavis, la hija del vampiro Drac, se había enamorado de un joven humano (Johnny). Su amor había llegado hasta el altar y el fruto de tal pasión fue un adorable pequeñito.
Drac es el dueño del famoso hotel, así que con qué cara, argumento o razón, se atrevería a discriminar humanos.

Con la apertura, todo parece ir de película en el hotel: los cuartos están repletos y monstruos y personas conviven graciosamente en los pasillos.
No obstante, hay un detalle, “de ataúdes para dentro” –como parafrasea metafóricamente la sinopsis–, hay algo que preocupa demasiado a Drac.
“El abuelo Drac está muy preocupado, pues su adorable nieto Dennis –concebido con genes humanos y también de monstruos–, no muestra ningún signo vampiresco”, agregan las notas de la producción.
Para Drac, eso es una tragedia y aprovechará que Mavis está visitando a sus suegros humanos para hacer algo muy serio al respecto: convocará a Frank, Murray, Wayne y Griffin, sus amigos del alma, para tratar de que a Dennis le crezcan los colmillos.
¿Cómo lograrán tal increíble hazaña? Mada más y nada menos que sometiendo a su nieto a un Entrenamiento Intensivo para Monstruos.
El drama llega. La esperada película, dirigida por Genndy Tartakovsky y producida por Sony Pictures Animation, centra sus mejores chistes en las improvisadas y muy particulares clases de entrenamiento, entre cuyas lecciones está enseñarle a volar al chico.
Sin embargo, no todo serán rosas en pantalla grande.
La divertida comedia se verá truncada cuando un inesperado visitante haga su aparición. Se trata de Vlad, padre de Drac, un vampiro de muy malas pulgas que tiene una relación muy tensa y beligerante con su hijo.
“Cuando Vlad descubra que su bisnieto no es de sangre pura –y que los humanos también son bienvenidos en el Hotel Transilvania–, las cosas se van a poner complicadas”, detallan sobre esta cinta.

En esos términos, el ambiente en Hotel Transilvania se tornará algo atemorizante. Solo el amor podrá solucionar el enredo, valiéndose de la gran moraleja del guion.
Aceptar al prójimo y sus diferencias, como enseñanza principal para los más chicos de la casa, llevará luz y sonrisas en medio de la amenazante tormenta.
“Nuestro objetivo, al hacer la película fue hacer algo tonto, irreverente, fresco y divertido, pero que mantuviera firmemente su núcleo emocional”, explicó Tartakovsky.
“Por esa razón, el mensaje que existe sobre la aceptación al otro es profundo y debe ser una lección que todos, padres o hijos, necesitamos aprender cada día”, finalizó el cineasta.