Fidelidad de caballero. Eso tuvo Nicholas Nico Baker con la famosa Sala Garbo, proyecto de cine independiente por el que suspiró hasta sus últimos días.
“Nunca venderé la Sala Garbo. Es mi vida”, sentenció con seguridad y entereza el distinguido Sir inglés, declarado así por la corona británica, en 1992.
Pues cumplió sus promesa. El propietario y miembro fundador de la Sala Garbo murió el viernes a los 83 años de edad, dejando un importante legado en la difusión del arte fílmico, el teatro y la cultura artística en general.
Baker además fue el artífice de proyectos artísticos como el Teatro Laurence Olivier y de la empresa Conciertos Internacionales.
Ayer, en la parroquia de Barva, se celebró el primer día de novenario de Baker. Al oficio religioso acudió La Nación para confirmar la muerte del empresario, pues el deceso se manejó con gran reserva por parte de sus familiares.
Un caballero inglés. Nicholas Baker nació en Inglaterra, el 14 de febrero de 1933 .
En su tierra natal destacó como dramaturgo, trabajando en reconocidas instituciones como el Teatro Nacional de Londres, el Royal Shakespeare y la BBC . Fue tan bueno en lo que hizo que, en 1992, la Reina Isabel II le otorgó el título de caballero por sus aportes a la cultura británica.
La primera vez que Baker puso un pie en suelo tico fue en 1957, en un viaje de vacaciones.
En Europa había conocido a Annie Manley, una bailarina costarricense con quien posteriormente contrajo matrimonio. Ella fue la principal razón de su mudanza definitiva a América.
Ya con los pies en el país, Baker conoció al cineasta nacional Óscar Castillo y en poco tiempo ya se había involucrado en la escena cultural costarricense.
Su debut en las tablas fue el montaje La promesa, en la que trabajó con la actriz Haydée de Lev, fallecida en el 2013 .
Pero la amistad con Castillo le tenía deparados nuevos y apasionantes proyectos. Junto a él se involucró en el insigne proyecto de la Sala Garbo, una pasión que lo atrapó para siempre.
“Para mí, la Sala Garbo es toda mi vida. Llevo la mitad de mis años trabajando aquí. Me ha alimentado tanto económica como intelectualmente”, dijo Baker en una entrevista que se le realizó en el 2012, con motivo del 35 aniversario de la tradicional sala.
“Nunca pienso vender la sala. Cuando ya no pueda seguir quedará mi hija Nicollete”, agregó Baker.
Esa promesa también la cumplió el Sir, pues en los últimos años fue ella quien llevó las riendas del negocio.
Su legado. En sus inicios, la Sala Garbo fue una obra impulsada por Baker y cinco grandes representantes de la cultura nacional: Carmen Naranjo, Samuel Rovinski, Sergio Ramírez, Antonio Iglesias y Óscar Castillo.
“La idea siempre fue exhibir cine independiente. A pesar de todo nacimos con esa idea y nunca nos despegamos de ella”, explicó Baker en la entrevista del 2012.
Con esos firmes objetivos, la Sala Garbo se inauguró el 10 de mayo de 1977.
En aquella recordada velada, su gran pantalla se iluminó con el filme La prima Angélica (1973), de Carlos Saura, cinta que en 1974 ganó el gran premio del jurado en el Festival de Cannes y que, además, fue postulada por España para optar por el Óscar.
Desde ese momento la estructura de dos plantas y de 320 metros cuadrados –que según Baker costó es aquella época unos $200.000–, daría de qué hablar en el ambiente cultural tico.
La Sala Garbo comenzó su actividad junto al proyecto Istmo Films, una productora y distribuidora regional de cine.
Istmo Films producía películas, la Sala Garbo las proyectaba y distribuidora las comercializaba en la región. Filmes de contenido político –muchos de tinte comunista–sembraron en aquella época algunas controversias.
Luego de la inauguración de la Sala Garbo, pasaron unos cuatro años y Baker se fue quedando solo en el proyecto, pues sus socios se dedicaron a labrar sus carreras en los ámbitos del cine, la política y la literatura.
Según comentó Baker pronto llegarían tiempos difíciles “pues la distribuidora de cine que trabajaba en conjunto con la Sala Garbo perdió fuerza ante la presión de empresas transnacionales, como Paramount Pictures y MGM”.
Además, tuvieron problemas para cancelar la deuda de la construcción del edificio y complicaciones con los grandes países proveedores fílmicos de la sala, como la Unión Soviética que se desintegró en aquella época.
“Sin embargo, sobrevivimos. Como las distribuidoras no nos querían dar películas, teníamos muchos problemas con ellas. Entonces, yo me decidí a viajar por el mundo para comprar estrenos independientes”, dijo Baker.
Con esa fórmula de operación, la Sala Garbo se consolidó como la gran sala de cine independiente del país, atreviéndose a traer títulos que en su época causaron gran revuelo: La última pasión de Cristo (1988), de Martin Scorsese, es un ejemplo.
Por si fuera poco, en 1987 Baker abrió el Teatro Laurence Olivier–con el que se presentaron innumerables e importantes montajes–y, mucho antes, hizo gala trayendo grandes artistas y cantantes con su empresa Conciertos Internacionales.
“Como director de teatro, profesor y promotor de espectáculos de artistas nacionales, Beker fue un grande. El promovió la cultura del país y fue el primero en fundar un teatro propio para poder hacerlo. El supo combinar la promoción del talento local con la exhibición de espectáculos de gran factura internacional”, dijo Flor Carreras, de la productora Interamericana Producciones.
Con respecto a Conciertos Internacionales Carreras comentó: “Ana Belén, Sabina, Les Luthiers e incluso grandes compañías de danza son algunos de los artistas que trajo don Nico con su compañía. El sembró la semilla de este negocio, el país le debe mucho en ese campo y en muchos otros”, agregó Carreras.
Lo presente. Volviendo a su amada Sala Garbo, en la actualidad filmes de todas las hechuras y nacionalidades tienen cabida en la Sala Garbo. Por ejemplo, hoy en cartelera tienen Theeb ( Lobo ), una cinta de Jordania.
A pesar de que con el tiempo la Sala Garbo ha sido golpeada por la apertura de los multicines –en centros comerciales– y la boyante tecnología, la Sala Garbo y Nico Baker siguieron firmes.
“¡Para mantenerlo por 35 años tiene que producir algo! Es un buen negocio”, dijo el Sir a El Financiero , en agosto del 2013, muy seguro del proyecto que le costó sudor y lágrimas.
Definitivamente, solo la muerte pudo separar a Nico de su gran amor. Él ya se fue, pero su legado permanecerá intacto.