Si algo es fácil de filmar, o poco retador, es seguro que Nicolás Wong, el director de fotografía más prolífico y apetecido del cine costarricense le diga: “no, gracias”.
Wong prefiere subirse a un árbol para lograr la toma soñada, montar en moto para captar la esencia pura de la estrella de la película o internarse en un desierto desconocido para que, con imágenes provocadoras, preciosistas y reveladoras, el público se inserte en la fantasía y brutalidad de un mundo que solo vive en la mente creativa del director.
Wong, director de fotografía de al menos 10 largometrajes costarricenses, premio Nacional de Cultura 2017 por El sonido de las cosas y el primer tico en presentar en Cannes una película en calidad de fotógrafo –Cómprame un revolver–, habló con Viva sobre su vida, sus predilecciones profesionales y sus aspiraciones en el oficio.
Nicolás, usted nació en Perú. ¿Desde cuando vive en Costa Rica y porqué emigró al país?
Mi madre es chilena y mi padre peruano-chino. Cuando tenía cuatro años nos vinimos a Costa Rica porque la situación política en Perú, en los 90, estaba complicada. Ya tengo 25 años viviendo aquí y soy tico naturalizado. Siempre que viajo y vuelvo a Costa Rica siento que vuelvo a casa, la siento como mi casa, y creo que mi trabajo sí representa al país.
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¿En qué momento tuvo sus primeros contactos con el mundo de la fotografía?
Mi papá, cuando tenía 13 o 14 años, me regaló su cámara y fue allí donde comencé a tomarlo como un pasatiempo.
¿Y en qué instante decidió dedicarse de lleno a la fotografía para cine?
Cuando llegué a la etapa universitaria no tenía muy claro qué quería hacer, más que quería crear, ser artista. Como el cine condensa varios artes juntos –entre ellos la lectura, la música y la pintura– pensé que estudiar cine era una buena opción para mí.
”Hice la carrera formándome como cineasta, no pensé en ser fotógrafo de entrada, pero las cosas se fueron dando naturalmente. Dirigí el corto de mi tesis de graduación, que se llama Norma, y conforme fuí pasando por la universidad comencé a involucrarme en los cortometrajes de otros compañeros en la parte de fotografía y luego, por afuera, comencé a hacer proyectos de largometraje y videoclips musicales”.
¿Qué otro factor pudo influir en su decantación como director de fotografía?
Confieso que las clases del maestro Antonio Cuevas (El compromiso, 2011), en la Universidad Véritas, fueron claves en encontrar en la fotografía un oficio y enamorarme de esa faceta. Él fue muy importante.
En sus primeros pasos también escribió guiones de algunos de sus trabajos.
Sí, siempre me ha gustado y me gusta la parte de escritura. No lo hago ahora, pero en definitiva es algo que me interesa en el futuro.
¿Cómo define su estilo en el arte de la cinematografía?
No tengo un estilo definido, solo trato de empaparme lo más posible de lo que el director quiere hacer en sus películas. Mas allá del estilo estético, lo que tengo es un método de trabajo y ese método de trabajo sí me es propio, pero no necesariamente determina cómo se va a ver o cómo se va contar una historia a priori.
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¿Cuál es ese método?
Para mí es clave la comunicación plena. Es importante entender la historia y el guion desde su motivación emocional, su narrativa emocional y sus particularidades técnicas.
”En mi caso yo he entablado relaciones de amistad con los realizadores con que he trabajado y eso ha facilitado un ambiente de confianza y creatividad. Con ellos procuro tener encerronas para hablar del guion o ir al cine a ver películas referenciales, hablar sobre música y fotógrafos”.
¿Qué tan difícil es filmar en un ambiente tan limitado como el centroamericano?
En nuestro contexto hay realidades y límites con lo que hay que jugar. A fin de cuentas no hay que enojarse y utilizar esas limitaciones a favor de uno. Digamos que, en general, para mí es natural filmar con adversidad. Para mí filmar es una adversidad en sí, si algo es fácil probablemente no me atraiga o me cause dudas el resultado. Lo que vale la pena filmar siempre va a ser difícil.
¿Porqué cree usted que los cineastas nacionales lo buscan tanto para sus películas?
Creo que ellos encuentran lo mismo que yo busco en los directores. Camaradería, compañerismo y alguien que te ayude a contar mejor la historia que quieres contar. Es una simbiosis. Lo que ellos buscan, es lo que yo busco. Busco gente que me rete y me ponga en situaciones en las que nunca había estado y que lo haga con una disposición amorosa, cariñosa.
¿Cuáles son sus referentes en el cine?
Admiro a todos aquellos que trabajaron en cintas que me han gustado. No tengo favoritos. Todo aquel que haga algo que me gusta o me conmueva es un referente.
Pero en ese caso, ¿cuál realizador le ha conmovido más?
No podría decir uno. Yo soy así, nunca puedo decir una sola cosa.
Entonces ¿puede reconocer en usted un estilo que se le asemeje a uno de esos referentes?
Yo creo que todavía soy muy joven para decir que tengo un estilo reconocible o comparable a algún referente.
”Lo que sí puedo decir es que mi ética profesional y artística, fue fuertemente influenciada por el maestro Cuevas, porque nos inyectó un amor y un respeto por nuestro oficio providencial, que combina la maravilla infantil, con la seriedad profesional”.
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Para usted ¿cuál ha sido su trabajo más satisfactorio?
Las amistades y las relaciones que quedan a través de las películas, eso es lo más satisfactorio. No puedo escoger entre películas, porque es como si me pusieran a elegir entre amigos.
¿Qué tal su trabajo como realizador de videoclips?
Al inicio de mi carrera hice muchos videoclips, porque por formato representaba un espacio libre para crear sin ataduras, un espacio para cometer errores y aprender. Siempre me gustó la música, soy un músico frustrado, entonces creo que me divertía muchos hacer videoclips.
¿Qué le hubiera gustado hacer con la música?
De todo. Me hubiera gustado ejecutar mejor los instrumentos que toco: guitarra y piano.
¿Seguirá haciendo videoclips?
Pues si la música es buena sí.
Usted ganó el Premio Nacional de Cultura. Es el reconocimiento más importante que ha recibido. ¿qué significó para usted?
El hecho de que incluyan el cine en los Premios Nacionales de Cultura es un cambio en la forma de concebir el cine en Costa Rica, y eso es muy bueno.
”Por otro lado me parece que el premio es un reconocimiento a una película que fue coherente en su creación artística. Es más un reconocimiento a la cinta que a mi trabajo particular, me es difícil aceptarlo individualmente”.
En su carrera, ¿con cuál director se ha acoplado mejor?
No quiero comparar directores. Creo que todos tienen estilos distintos y fortalezas y debilidades variadas. Pero es mi trabajo entenderlo, reconocerlo, ver de qué manera puedo yo apoyar a ese director de la mejor manera.
”A mí lo que me motiva de una relación entre director y director de fotografía es que evolucione. Quiero ser el afortunado que acompañe las carreras de mis directores en segundas, terceras, cuartas películas. Acompañarlos en su evolución, al mismo tiempo que ellos me acompañen en mi evolución”.
¿Cuál ha sido el principal reto fílmico de su carrera?
Cómprame un revolver fue un reto mayor, en el sentido de que fue mi primera película de ficción fuera del país. Además tuve que trabajar con un crue desconocido y en un país que no conocía bien.
”Me puso a prueba por su tamaño, por tener que entablar relaciones de trabajo nuevas al mismo tiempo que iba conociendo a mis colegas y a la cultura mexicana norteña. Por esos motivos me vi en la necesidad de estar constantemente receptivo y con los ojos muy abiertos”.
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México es un país con mucha tradición fílmica. Tenía algún temor de no cumplir con las expectativas o exigencias del crue.
Sí, pero no podría decir que nunca he sentido eso. Para mí, comenzar cualquier película es como hacer tu primera película. La vida me lleva a siempre tratar de hacer cosas que nunca he hecho y siempre estoy en ese estado de incertidumbre.
¿Qué tiene de especial Cómprame un revolver?
Es la cinta más personal de Julio Hernández, pero situada en un mundo completamente fantástico. Eso es lo especial.
¿Es una crítica social?
Más que crítica social, creo que el contexto que escogió Julio para la cinta no es casual. Las circunstancias del filme son inventadas, pero no dejan de estar inspiradas por realidades brutales que se viven hoy en México.
¿Les tomó por sorpresa que la película fuera invitada a participar en Cannes?
Fue una muy grata sorpresa que fuera invitada a la Quincena de Realizadores. Se trató de una ventana privilegiada para mostrar la película.
”Creo que fue un reconocimiento a la trayectoria de Julio Hernández. Es un reconocimiento a su voz como artista y me siento muy afortunado que me haya invitado a participar en esto.
¿Qué comentarios sobre la cinta se escucharon en tierras francesas?
Comentaron que es como una fábula, entre Huckleberry Finn y Mad Max. Una extraña mezcla de inocencia y fantasía en un mundo brutal. Entonces fue muy bonito que la que gente entendiera la cinta de la manera que quisimos.
Usted, personalmente, ¿qué provecho sacó de Cannes?
Conocí mucha gente. No se si algo concreto saldrá de eso, pero como realizador valoro que fue una oportunidad superprovechosa, por que pude ver el cine que se hace alrededor del mundo y tener contacto con otros creadores.
¿Cuáles son los sueños o aspiraciones de Nicolás Wong? ¿Cómo se vislumbra en el futuro? ¿Se ve trabajando fuera del país?
No tengo sueños en particular, mi inspiración es seguir siendo coherente con la forma en que veo la vida y el cine. Para mí lo importante es contar buenas historias y con amigos.
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Al igual que lo hizo Antonio Cuevas con usted –¿siente la responsabilidad de formar nuevos talentos?–
Con Hilda Hildago, en la Escuela de Cine y Televisión de la Universidad Véritas tuve la oportunidad de dar clases de fotografía y me pareció una experiencia superprovechosa. Creo yo que todavía estoy muy joven para pretender dar clases, pero si me parece que para nuestro oficio siempre estar dispuesto a compartir, no tanto a enseñar. Entre más personas estén dispuestos a compartir, mejor nos va a ir.
¿Qué opina del boom que está viviendo el cine costarricense?
Estamos en un momento muy afortunado en el cual las historias están floreciendo. Cada vez hay más voces que quieren ser escuchadas sin miedo a hablar.
Creo que también que estamos en un momento de inflexión en el que las autoridades tienen que responder a la efervescencia cultural. Por eso me parece importante la ley de cine y el fortalecimiento de fondos y otros instrumentos de producción.
¿Y qué le parece la Ley de Cine ya dictaminada en la Asamblea Legislativa?
Entre sus puntos está lo básico, pero se puede mejorar.