Polvos de hada. Sombras escurridizas. Mapas de un tesoro. Tres hermanos que pueden volar. Un capitán temeroso y llorón, sin pata de palo pero con un garfio que le cambió la mano izquierda por un nombre memorable. Peter Pan es referente obligatorio de la niñez de todas las generaciones desde los años 50, por siempre y nunca jamás.
Título original:Peter Pan
País: Estados Unidos
Fecha de estreno: 5 de febrero de 1953
Dirección: Clyde Geronimi, Wilfred Jackson y Hamilton Luske
Género: Animación
Producción: Walt Disney Productions
Presupuesto: $4.000.000
Recaudación en EE. UU: $40,759,520
Aquel chico que se negaba a crecer y que se escandalizaba con tan solo escuchar esa palabra tiene ahora 60 años. El pícaro rostro que le dieron los dibujantes de los estudios Disney –la versión más conocida– vio por primera vez la luz de los proyectores cinematográficos en 1953.
El despreocupado muchacho que no sabía ni su propia edad había hecho fugaces apariciones desde hacía 49 años en las tablas de los teatros londinenses y, desde 1911, vivía entre las páginas de Peter y Wendy , del novelista y dramaturgo escocés James Matthew Barrie, un relato mucho más oscuro.
Sin embargo, fue Walt Disney quien lo llevó a recorrer el mundo de los mortales en un viaje que no acabaría jamás, para que junto a Campanita pudiera desperdigar su magia en la mente de miles de niños que –al igual que Juan, Miguel y Wendy Darling– mantenían encendida la chispa de la ingenuidad y la inocencia.
Como ningún niño necesita ver para creer, la leyenda de Peter Pan era más bien una verdad incuestionable para los hermanos Darling, y Peter era el héroe en el que todo pequeño quisiera convertirse. Sus hazañas eran relatadas, noche a noche, por Wendy, la mayor de los traviesos chicos ingleses.
Ninguno de los tres se preocupaba por la idea de abandonar lo que parecía una perenne infancia hasta que un día su gruñón padre le dio a Wendy el ultimátum que se convertiría prácticamente en una sentencia: “Jovencita, esta es tu última noche con los niños”.
Crecer implicaba que ya no habría más cuentos, algo que Peter no estaba dispuesto a permitir, aunque para conseguirlo tuviera que raptar a la niña y, de paso, a sus dos hermanos menores.
“El terror de mi infancia fue saber que llegaría el momento en el que tendría que dejar de jugar”, escribió Barrie alguna vez en su diario personal. Sus temores quedaron reflejados en su obra a manera de espejo, aunque no como una sombra porque, a veces, las sombras podrían ser huidizas y hacer lo que les venga en gana.
¿Quién, si no los pequeños, creerían que es posible perder la propia sombra y coserla a los zapatos para que no se escape más?
Ese es justamente el encanto que conquistó al público en 1953, como ninguna otra película de ese año. Lo dicen los números. Peter Pan fue el filme más taquillero de hace 60 años, según el ranquin del sitio especializado Film Site .
No todo es ternura. Jorge Darling, el padre de los tres aventureros, detestaba a Peter Pan, pues para él, sus cuentos eran simples “pamplinas”.
En cuanto al héroe, aunque su personalidad y sagacidad lo había convertido en el primer gran amor de Wendy, lo cierto es que su carácter eternamente infantil podría revelar, más bien, un vacío.
De hecho, el chico pelirrojo de la película de los directores Clyde Geronimi, Wilfred Jackson y Hamilton Luske inspiró a la ciencia para tratar de explicar conductas atípicas de una manera más didáctica, pese a que no aparece en la literatura médica.
Según el psiquiatra Marcos Díaz, especialista en adolescentes, el Síndrome de Peter Pan es “un término informal que se usa para referirse a las personas a las que les cuesta madurar o que muestran un retraso en lo que se podría esperar para su edad”.
Por otra parte, el Síndrome de Wendy se define como lo contrario: una persona que creció muy rápidamente, o que aparenta ser pseudomadura en comparación con su grupo de pares.
Campanita completa el triángulo amoroso en la trama. En el viaje a la casa de los Darling para hallar la sombra extraviada de Peter Pan, el hada rubia, enfundada en un cortísimo vestido, se sorprende al ver el tamaño de sus caderas en un espejo.
Ella es, además, la responsable de hacer que la joven Wendy se encuentre por primera vez, cara a cara, con un arranque de celos.
Una lectura contemporánea del filme nos lo presenta con lunares. Por ejemplo, existe discriminación hacia las etnias indígenas, igual que sucede con la obra original de Barrie.
Para la readaptación lanzada en el 2003 con actores de carne y hueso, los estudios de Universal y Columbia Pictures prefirieron curarse en salud y los nativos ni siquiera tuvieron espacio en la pantalla.
Empero, Peter Pan deja muy clara una lección que nadie podría rebatirle, una que defendería incluso con su daga de madera: la de nunca dejar que el niño interno crezca, pierda la ilusión y destierre así a la fantasía.