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Un filme autobiográfico, eso es en esencia Princesas rojas . Laura Astorga, directora del filme costarricense, desnuda en pantalla grande lo que una vez vivió en carne propia, un drama guerrillero que en aquel momento supo a intrépida niñez, incertidumbre y amargura.
Contextualizado en los días de la Revolución sandinista –que comenzó en 1979 y se extendió durante la década de los 80– Princesas rojas llega a los cines hoy, hilando una historia intimista que se lee, impacta y conmueve a través de los ojos de Claudia, la niña que protagoniza la película.
Claudia (Valeria Conejo) es hija de una pareja matriculada con la revolución. Luego de una larga estancia en Nicaragua, deciden regresar a Costa Rica, bajo la incomprensión de la niña y su hermana menor, Antonia (Aura Dinarte).
“Tienen la tarea de crear un frente clandestino de apoyo a la revolución, o de lo contrario, se seguirá debilitando por la guerra ideológica que gesta en San José”, dice la sinopsis del filme.
Ese regreso marcará la vida de Claudia, que no encaja para nada en San José. Ella añora su vida socialista, permeada en Nicaragua por una cultura rusa que sabe a canciones, bailes soviéticos e historias de prodigiosas zarinas.
Para ambas niñas, aun siendo de raíces ticas, viajar a Costa Rica significará un secuestro de sus fantasías, un violento y repentino choque cultural. Es allá, en las tierras del norte, donde guardan sus mayores tesoros infantiles.
“Ella está confundida diría yo. Claudia vive un mundo un poco distorsionado para la edad que tiene, apena nueve años. Es muy pesado para ella vivir eso”, explicó Conejo, quien encarna a Claudia.
“Mi personaje vive en un mundo de fantasía, pues su sueño es llegar a ser como sus padres, sin saber todo lo que puede implicar eso”, agregó Conejo, quien, actualmente, tiene 14 años y cursa el sétimo año.
Pero bueno, nada de lo anterior sería tan grave si sus padres no estuvieran pasando por el conflicto más grande de sus vidas. Un hecho que impacta directamente en las pequeñas “princesas”.
“Pienso que su madre está un poco cansada de la situación de pareja y del tiempo que estuvo trabajando para la revolución sandinista”, explicó Carol Sanabria, quien en la película hace el papel del Magda, la mamá de las niñas.
Sanabria, conocida por el papel de Delia en la cinta nacional A ojos cerrados , agregó que su personaje se torna hasta violento con las niñas, pues de alguna forma busca desapegarse de ellas.
“Ella está planeando algo, sabe que se va a ir. De por sí no es una mamá amorosa. Con Felipe (su pareja en la cinta) las cosas van mal. Ella tiene una cabeza que piensa diferente, tiene una configuración especial”, agregó la actriz.
La tensión entre Felipe (Fernando Bolaños y Magda se huele en cada cuadro del filme, la misión encomendada es angustiante y sabe a traición. De todo ello es poco lo que las niñas, e incluso el espectador, pueden comprender.
“No tienes por qué entender todo lo que pasa en el filme, algo se mueve pero no se sabe qué es. Las niñas tampoco comprenden todo lo que hacen los papás; ellas solo ven como niñas, parcialmente, así pasa en la vida real”, dijo Astorga.
Claudia crece así, viendo a sus padres actuar de forma extraña, con un cierto resentimiento y fantaseando con “conformar un movimiento socialista en la conservadora Costa Rica”, dicen las notas de producción del filme.
“Para ello reclutará a sus primas ricas intercambiándoles pines de Lenin por papeles perfumados de Hello Kitty”. Así es su niñez, la niñez de Astorga en esencia.
Muy personal. “Es mi historia sí, pero mezclada con elementos de ficción”, aseguró Astorga.
“Hay pijamas que son igualitas a las mías (se ríe), hay colchas idénticas y objetos del pasado. Pero también hay elementos de ficción, como el hecho de que yo tengo dos hermanas y no solamente una”, afirmó la cineasta.
“A nivel de hechos, lo que cuenta el filme es una década de eventos, en la cual resumo mi historia, la de familiares y amigos que vivieron cosas similares”, agregó.
Curiosamente, lo que ahora es Princesas rojas iba a ser un documental, pero Astorga asegura que su familia y sus allegados nunca quisieron hablar con soltura sobre el tema.
“No sé por qué no hablaban; creo que fue por decepción. Mi familia igual es particular. Muchas cosas se jugaron en la revolución y creo que hay metas que nunca llegaron a cumplirse”, dijo Astorga.
Entonces no hubo otro camino, por casualidad o destino, nació la ficción que conocemos ahora; una obra de 101 minutos que, por su contenido histórico y político, tiene un gran potencial educativo.
Premios en la categoría de ópera prima, como el recibido en el Festival de Cine de Los Ángeles y el Festival de Cine de Margarita, confirman que la cinta tiene lo suyo, destacándose por un guion que, según los críticos, está dentro de sus principales atributos.
Princesas rojas se rodó en locaciones de Moravia, Tres Ríos, Desamparados y San José. Según Astorga, tuvo un costo aproximado de $250.000.
En febrero del presente año, el filme costarricense tuvo su estreno mundial en el Festival de Cine de Berlín (la Berlinale), siendo la primera película nacional en lograr dicho privilegio.