Entre los primeros lugares de popularidad de Netflix en Costa Rica hay una misteriosa película que ha tentado a los ticos en los últimos días: El hoyo. Esta macabra cinta que la plataforma define como “inquietante” y “violenta” ha capturado la atención de miles de personas alrededor del mundo y ha generado muchos debates.
El hoyo pasó sin pena ni gloria por las salas de cine en España, su país de origen, pero al entrar a Netflix la cosa cambió y de pronto fue un fenómeno en redes sociales. Cientos de imágenes del prisionero Trimagasi diciendo la “obvio” se viralizaron, pues en la cinta dice esta palabra tantas veces que hasta Netflix se burló de ello.
Pero El hoyo no es famosa por los memes ni por ser una comedia, sino por hacer una dura crítica a la desigualdad que generan tanto capitalismo como las dictaduras comunistas por su escabrosa premisa.
En una cárcel, los reos están organizados por pisos. Los del piso 0 son los primeros en comer y luego una mesa va bajando con los sobros, que se van pudriendo y arruinando hasta llegar al fondo de la prisión, en el nivel 333.
Lo que empieza como un banquete termina como apenas restos de comida que no alcanzan a alimentar a las personas que han caído al fondo.
Es así como Goreng, el protagonista, se da cuenta de que en esa prisión no hay ni un gramo de solidaridad, todo es un “sálvese quien pueda”. Para aumentar la presión, cada mes los prisioneros son cambiados de celda, es decir, Goreng podría amanecer el próximo mes más cerca del fondo, donde no llega ningún tipo de comida decente.
Esto motiva a Goreng a buscar una solución, motivar a los otros prisioneros a practicar la solidaridad, incluso piensa en guardar comida para otra hora del día, pero sus ánimos por cambiar algo en esta prisión chocan una y otra vez contra una fuerte pared de concreto.
Es obvio, como dice Trimagasi. Es difícil que exista la solidaridad en una prisión (o una sociedad) vertical. El director del filme, Galder Gaztelu-Urrutia, concuerda.
“Es una reflexión sobre el mal reparto de la riqueza en el mundo y por desgracia es un tema que estaba de actualidad hace 200 años, lo sigue ahora y al paso que vamos lo estará dentro de otros 200 años”, le dijo el director a El Cultural.
“En la película queremos poner al espectador ante los límites de su propia solidaridad”, agregó.
‘Instintos primarios’
Galder Gaztelu-Urrutia ha definido su cinta como “un thriller de ciencia ficción”, en el que no hay época, ni tiempo ni se conoce cómo es el mundo. Lo que sí queda claro es que las relaciones humanas que vemos en la pantalla son versiones exageradas de lo que podemos ver todos los días en nuestro mundo.
“No tengo en gran concepto al ser humano como especie. Nos movemos por instintos primarios, egoístas, insolidarios y de supervivencia, animales” le dijo a Fotogramas, justo después de arrasar en el festival de cine Sitges.
"No es esta una película en contra de los ricos o los de arriba. Precisamente, la premisa del film es que a veces estás arriba y otras abajo. A veces eres explotado y otras explotador. Lo que tú hagas depende del entorno en el que te toca estar, en ese sentido todos somos absolutamente iguales”, señaló.
Entrando en territorio de spoilers (solo por este párrafo, lo prometemos) Gorgen se alía con otro prisionero para distribuir mejor la comida, pues está convencido de que si cada piso toma solo lo necesario, podrá llevar comida hasta el último piso. Por supuesto que los prisioneros no están convencidos de su plan y la única forma de “ordenarlos” es a palos, lo cual solo vuelve la situación más violenta para todos, a costas de la justicia. Gorgen también debe lidiar con que su compañero de celda quiere comérselo, pues es la única comida disponible. Lo dijo el director: a veces se es explotado y a veces explotador.
El hoyo no escatima en mostrar escenas de agresión o de canibalismo para reflejar esa maldad supuestamente inherente al ser humano.
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“Al final hay una sobredimensión de la violencia pero no podíamos hacer tampoco una película suave. ¿Cuánto sufrimiento salvaje genera en países africanos que los occidentales queramos cambiarnos de móvil (celular) cada dos años? Y es una violencia horrible, nada estética, porque la violencia es horrible”, afirmó a El Cultural.
¿Por qué ver entonces un filme tan grosero con sus personajes? Por los debates que genera. Muchos críticos y blogueros predicen que esta es de esas películas que no se podrá evitar en algunos ciclos de cine, pues genera el tipo de conversaciones que suscitó Joker, por ejemplo. Y ese es el tipo de películas que nunca pasan de moda.