Sam Mendes siempre ha dicho, en constantes entrevistas y ruedas de prensa, que su carrera se la ha dedicado al público y que siempre ha querido satisfacerlo.
Con Imperio de Luz, un nuevo filme de su autoría que se estrenará el 23 de febrero, Mendes quiere seguir complaciendo a sus fans pero sobre todo a sí mismo. Se trata de una película íntima, posiblemente la más personal, pues es una carta de amor al cine.
Inspirada en algunas anécdotas de vida de su madre, Imperio de luz cuenta una historia de amor ambientada alrededor de un hermoso cine antiguo, ubicado en la costa sur de Inglaterra, en la década de 1980.
Hillary, la gerente de turno de ese cine ubicado junto al mar, lucha con su salud mental y entabla una relación con un nuevo empleado llamado Stephen. Allí nacerá un gran amor que va más allá del sétimo arte y que acabará aminorando los dolores de la época.
Relato íntimo
En 1999, Mendes fue galardonado en los premios Óscar gracias a Belleza americana- su ópera prima-, conquistando las estatuillas a mejor director y mejor película. De inmediato consolidó su nombre entre los cineastas a quienes se les tiene que poner atención.
Después haría otros filmes destacados como Revolutionary Road (2008), Skyfall (2012) y 1917 (2019), entre otros. Aunque su carrera ha sido prominente Mendes aseguró, en una conversación exclusiva para Viva, que Imperio de Luz viene a marcar algo distinto en su vida profesional.
El confinamiento por la covid-19 lo hizo volver la mirada hacia su interior. Las singulares circunstancias lo hicieron escribir por primera vez a solas un guion, intentando procesar los recuerdos de su adolescencia en la Gran Bretaña de la década de 1980.
Durante esa época, su país enfrentó un aumento de la retórica racista y la violencia, mientras Mendes, por su parte, aprendía a cuidar a su madre soltera, una mujer cuyos problemas de salud mental afectaron la vida de ambos.
“El confinamiento hizo aflorar muchos recuerdos de esa época, los cuales eran un reflejo de muchas de las cosas que estábamos atravesando”, comentó Mendes.
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“Muchas personas estaban bajo una intensa presión mental y hubo un gran aumento de enfermedades mentales. Se comenzaron a alzar voces también contra la injusticia racial en todo el mundo, que creo que es algo que se ve reflejado en la película. Parecía el momento justo para reflexionar sobre cómo quizás no habíamos evolucionado de la manera en la que hubiéramos querido a partir de 1981″, agrega
Escribir el guion del filme fue catártico para Mendes, quien cuenta que abordar esos recuerdos lo ayudó a comprender lo que había atravesado de chico.
En esa época, para Mendes ir al cine había sido una vía de escape: un mecanismo de supervivencia, que con el tiempo se convertiría en una búsqueda permanente en su vida. “La gente se olvida de que en la pandemia hubo unos nueve meses quizás, o un año, antes de las vacunas, en los que pensábamos: ‘Bueno, quizás se acabó. Tal vez no vayamos a poder sentarnos en un cine nunca más’”, reflexiona.
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De manera que el cine se convirtió en la vía que Mendes necesitaba para abordar las emociones del mundo en el que se había criado.
El guion resultante filtró los recuerdos de su madre a través del personaje ficticio de Hilary, la subgerenta de un cine costero en decadencia. Por su parte, su interés por el clima racial de la época se expresó a través del personaje de Stephen, un joven afrodescendiente que viene a trabajar al cine Imperio y cuya vitalidad y entusiasmo se ven amenazadas por la hostilidad del mundo que lo rodea.
Hilary y Stephen son dos almas gemelas que luchan contra un entorno que no los comprende, aunque por razones muy diferentes. Y alrededor del ficticio cine de la película, una pequeña comunidad de empleados acaba formando una familia disfuncional, cada uno de ellos escapando a ese mundo de sombras que bailan en la pared.
Mendes no podía haber encontrado una forma más autobiográfica para referirse a estos sentimientos que no fuera construyendo el guión de Imperio de Luz. La película es una ventana al alma del director, más claramente que cualquiera de sus obras anteriores.
“Me di cuenta de que (el filme) se conectaba con una parte más honda de mí mismo”, reflexiona Mendes. “A pesar de que yo no estoy en la película como personaje, yo soy la película. Yo soy la cámara”, finaliza.
Puede disfrutar de Imperio de Luz en Cinemark, Cinépolis, Nova Cinemas y el Cine Magaly.